Astillero
Operación cochinitos
PAN y PRI, iguales
Regalo pa'l Presidente
¿Elegir? ¡Negociar!
En Yucatán, el Partido Acción Nacional confirmó que con rapidez y eficacia ha llegado a igualarse con lo peor del Revolucionario Institucional. Con el gran mapache Patricio Patrón al frente -que mucho tendría de qué preocuparse si sus adversarios llegaran al poder y le revisaran cuentas públicas y negocios privados-, los panistas sepultaron lo poco de "doctrinario" que les quedaba y, mediante una clásica elección de Estado, combatieron a un priísmo envalentonado por la inyección de recursos económicos externos (varios gobernadores priístas metieron dinero e "ingenieros electorales" para tratar de sumar fichas al casillero del futurismo presidencial, sobre todo en relación con Enrique Peña Nieto).
Más allá de los resultados electorales oficiales, lo notable de la jornada comicial peninsular fue esa sustracción violenta del derecho pacífico de los ciudadanos a designar gobernantes y representantes. La voluntad electiva fue sustituida por maquinarias partidistas aceitadas desde diversas oficinas gubernamentales y por financistas particulares emparentados con todo tipo de negocios oscuros. A nadie debe quedar duda de que en el calderonismo todo será repetición del 2 de julio pasado: manipulación mediática, campañas de miedo, acopio de fondos empresariales, injerencia del gobernante en turno, retorcimiento de encuestas de opinión y uso de equipos secretos especializados en fraudes electorales directos.
Luego del 2 de julio pasado, en Yucatán se ha vuelto a ver que la vía electoral ha sido obstruida por las bandas gobernantes de distintos signos y que las presuntas batallas democráticas no son sino pleitos entre mafias dispuestas a gastar cuanto dinero sea necesario para deformar y adulterar procesos y resultados con tal de llegar, recuperar o sostenerse en el muy redituable negocio del poder (no se evita aquí hablar del PRD porque se crea que esa organización está a salvo de las tendencias nefastas aquí mencionadas; lo que sucede es que el partido del sol azteca ni siquiera alcanzó el nivel suficiente para incorporarse a estas pillerías, pese a que muchos de sus personajes locales forman parte del más deplorable elenco perredista, como sucede casi en todo el país. Aunque, en estricta justicia, es necesario poner aparte el loable esfuerzo personal de Héctor Herrera, El Cholo, y su esposa, que fue candidata a diputada local).
Guerra de cárteles electorales empeñados en hacer que los ciudadanos crean que sus maniobras son justas y válidas. El antijefe Espino le había ofrecido a su adversario interno, Felipe Calderón, la gubernatura de Yucatán como regalo personal (vaya modernidad democrática en que se da el obsequio de gubernaturas al patroncito de la hacienda nacional por parte de sus peones electoralmente acasillados), y éste, el destinatario del presunto regalo, ayer comía en el restaurante de un súper hotel de Polanco con su Bonsai Team (el pequeñito círculo del poder), en espera de que le notificaran que ya podía darse por ganador del regalo envenenado. Espino, por su parte, pretendía dar un madruguete al estilo clásico del PRI, anunciando, horas antes del cierre de la votación, que Xavier Abreu tenía el triunfo en la bolsa.
Los priístas, a su vez, desplegaron una eficaz (aunque contranatura) guerra antimapaches, en la que incluso detectaron en acción a un hermano del hacendado en turno, Patricio Patrón Laviada. Según los tricolores, el carnal del Patrón repartía billetes a quienes quisiesen vender su voto en favor del blanquiazul. Esos y otros incidentes dieron materia a la insurgente Beatriz Paredes para lanzar arengas incendiarias contra quienes abusan desde el poder y, apenas cerrada la mayoría de los sitios para votar, anunciar que la sobrina de Víctor Cervera Pacheco había ganado los comicios.
Al momento de cerrar esta columna (las 19 horas) los dos partidos principales aseguraban tener el triunfo en sus manos, reconociendo en todo caso que los comicios habrían sido muy cerrados. Quede quien sea, Abreu u Ortega, el pueblo yucateco no habrá ganado. Lo peor sería que al agravio cívico se agreguen las negociaciones subterráneas en las que tan especialistas son los mandos de ambos cárteles, el blanquiazul y el tricolor, y que todo acabe en un mercadeo con la vista puesta en apoyos priístas en las cámaras federales para las reformas estratégicas que tan caras son para el calderonismo, o con intercambios y regateos de futuros comicios como los de Baja California. El viejo/nuevo estilo electoral del sexenio breve.
Astillas:
Santiago Creel se ha cambiado el segundo apellido, de Miranda a mirando. Según sus nuevos aires de penitente, no tendría gran culpa por el asunto de la ley Televisa, dado que él habría estado "en el limbo político" de diciembre de 2005 a marzo de 2006. El arrepentido de última hora dice que él "no estaba en una circunstancia de la política activa cuando se dio esta aprobación", pero que ahora que tiene "la responsabilidad de conducir" a la bancada panista en el Senado está "obligado" a "definir" su posición "en los puntos torales de la agenda nacional". Miente el licenciado que ahora quiere pasar como simple mirón de los arreglos que en realidad promovió como secretario de Gobernación que aspiraba a cobrar en pantalla, como candidato presidencial panista, lo que desde Bucareli permitía o alentaba. El compungido Creel no estaba en el limbo en el periodo que señala, pues era candidato privilegiado al Senado y, desde entonces, señalado para ser el coordinador de sus colegas de cámara. Justamente en ese periodo que él considera un limbo, los electores esperaban escuchar de los candidatos sus definiciones y pronunciamientos. Aunque en realidad San Tiago se acoge a los beneficios del limbo a sabiendas de que la Iglesia ha declarado inexistente el sitio ése al que irían las almas de quienes hubiesen muerto sin ser bautizados, siempre y cuando aún no hubiesen llegado a la edad en que se ejerce la razón. Creel ya estaba más que bautizado por las aguas negras del poder y la ambición y, en términos teóricos, ya estaba en uso de razón... Y, mientras el tecleador sufría en el segundo tiempo del Chivas-América, ¡hasta mañana!