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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

mercredi 27 décembre 2006

LEGITIMIDAD?

la jornada del 27 de diciembre de 2006

Marcos Roitmann Rosenmann

Mal comienzo de Calderón: sin ritos ni mitos

Los analistas suelen tomar los primeros 100 días de ejercicio del poder para hacer prospectiva e inferir cuál será el futuro comportamiento de los nuevos gobernantes el resto de su mandato. Se trata de una fórmula para definir el sesgo de ministros y presidente. Sea cual fuere el color que los oriente, siempre hay matices.

Ahora bien, este criterio, tras seis años de gobierno del PAN y de Vicente Fox, pierde sentido. Bastan 100 horas y sabemos el derrotero por el cual transita su política en educación, seguridad, derechos humanos, salud pública y política exterior. En todos ellos se gira más hacia la derecha, cumpliéndose los vaticinios y reavivando los argumentos que señalan a Felipe Calderón como continuista de las políticas de Fox. Por otro lado, el nuevo inquilino de Los Pinos asume con el handicap de ser considerado por un elevado número de conciudadanos como un presidente espurio. Calificativo ganado a pulso, dado su comportamiento durante el periodo poselectoral transcurrido entre el triunfo que le otorga IFE y le ratifica el TEPJF. Como ciudadano se abstuvo de luchar por la democracia, aumentando las suspicacias sobre el fraude y el golpe de Estado electoral. Fraude transformado por arte de birlibirloque semiótico-lingüístico en irregularidades. Su negativa a caminar junto a los peticionarios de un conteo voto por voto lo sitúan en el extremo opuesto y siembran justificadas dudas sobre su victoria en las urnas.

El problema está en su campo y en los articuladores del complot. Son ellos quienes descalifican a Felipe Calderón y se desentienden de los valores ético-democráticos, no sus adversarios políticos. Nadie, salvo su quehacer, pone bajo sospecha su posible triunfo electoral. Señalar que las elecciones fueron amañadas y se proclame a López Obrador como "presidente legítimo" no quita ni pone. Ni López Obrador ni el EZLN son responsables de ese desaguisado, ni de dividir al país, ni del grado de la pérdida de credibilidad institucional o de la corrupción.

Bajo estas premisas, Felipe Calderón inicia su andadura como jefe de Estado literalmente entrando por la puerta trasera. Así, no son sus opositores los que echan leña al fuego y atizan el conflicto social. Son sus actos los que avivan la llama y alejan las perspectivas de una paz en un sistema putrefacto. Cada paso que da incorpora un nuevo leño a la hoguera, hasta provocar un incendio incontrolado, y lo peor es que intenta apagarlo con gasolina.

Calderón gobierna sabiendo que no tiene legitimidad real y se escuda en la razón de Estado. Utiliza las herramientas válidas sólo en situaciones de emergencia, lo cual demuestra que es consciente de la ruptura de la institucionalidad del Estado. Así, se abre un frente que tiene repercusiones de hondo calado. A partir de ahora, el conflicto social y la violencia pueden asumir formas insospechadas y abiertamente prepolíticas. El Presidente ha sido incapaz de frenar la crisis de legitimidad. Y tampoco capaz de subsumirla momentáneamente bajo un liderazgo carismático. Felipe Calderón no posee esa cualidad. Por consiguiente, México puede ver cómo el poder racional, legítimo, queda en manos de una mafia que se mueve al margen de las instituciones. Sin embargo, Felipe Calderón continúa, como su antecesor, en la misma senda, cediendo espacio a esta nueva casta o élite de trastienda, al romper los rituales que sellan los pactos sociales y dan cohesión política al poder. Por ello, al recoger la banda presidencial en Los Pinos y posteriormente desatender los rituales del mito político de toma de posesión, se mueve en el filo de la navaja. Su constitucionalidad es de dudosa legitimidad.

El fracaso en el cumplimiento del traspaso de poderes, uno de los mitos fundantes de la democracia representativa, deja a sus infractores sin fuerza para exigir legitimidad en el cumplimiento de las leyes. Inclusive, su infractor somete al Estado democrático representativo a una tensión irresoluble. No es posible retrotraer el procedimiento a su estado inicial; su incumplimiento se antoja irreversible, salvo un nuevo pacto. Para ser más explícitos, se rompe el factor de cohesión sobre el cual el poder civil se funda y se renueva. Los actos que avalan su unidad, la jura de la bandera, el compromiso de defender el secreto de Estado, la patria, hacer valer la Constitución y las leyes, son un momento fundacional. Es parte de la religión laica. Nunca se corta el cordón umbilical. Debe existir un respeto escrupuloso en la trasferencia, pues ello determina su legitimidad. La historia es rica en actos bastardos. Sus transgresores cometen perjurio y pierden parte o todo el derecho a ser considerados legítimos gobernantes. Se sitúan extramuros. De aquí la importancia de los ritos que acompañan la teología del poder político moderno. Es obligado respetar el conjunto de símbolos sobre los que se apoya el poder para ejercer el dominio y practicar el monopolio legítimo de la violencia institucional en nombre de la razón de Estado. Parafraseando a Locke, su incumplimiento conlleva una situación de guerra al interior del llamado gobierno civil, inherente al mal uso del poder. Por ende, si el acto carece de fundamentos rituales se muestra como cascarón vacío.

En conclusión, el nuevo inquilino de Los Pinos tiene un talón de Aquiles para ejercer el poder legal. Entró por la puerta de atrás y menospreció el llamado de la ética del compromiso como funcionario público. Debió negarse a los requerimientos de asumir de cualquier forma y manera. Demostró que no fue capaz de sobreponerse a los acontecimientos. Sin mitos ni ritos, su legitimidad se reduce a un ejercicio de la fuerza. El clausuró la salida de un nuevo pacto social al aceptar las condiciones impuestas por sus correligionarios y Fox para jurar el cargo. Ya no son los nubarrones de fraude los que se ciernen sobre la cabeza de Felipe Calderón; ahora se enfrenta a una debilidad proveniente de su miopía política, que le impidió ver los fundamentos contemporáneos de la teología política. La guerra justa contra el mal gobierno tiene hoy en México muchos argumentos y todos ellos legítimos.

samedi 23 décembre 2006

PARIS SOUTIENT LE PEUPLE MEXICAIN




Paris a répondu présent à l'appel de l'EZLN, l'Armée Zapatiste de Libération Nationale. Malgré l'heure tardive, le froid et les fêtes de Noël approchantes, 300 personnes ont manifesté de Beaubourg au consulat mexicain contre la répression de Oaxaca au cri de "Gouvernement mexicain assassin ! El pueblo vive ! Ulise ya cayo ! La lucha sigue !"

Del sendero del peje

RADIOGRAFÍA DE LA DOMINACIÓN EN MÉXICO.

22-12-2006
Radiografía de la dominación en México I/IIILa disputa de arriba
Enrique Pineda
Rebelión

Los movimientos antisistémicos necesitamos de una clara comprensión de la disputa que vivimos en México. Un paso en falso en esta coyuntura puede determinar lo que sucederá más adelante. Este ensayo es un intento de generar esa comprensión de manera integral.

Sostendremos en esta primera parte del ensayo tres hipótesis:
a) que vivimos una fase de desintegración y disputa de las clases dominantes en México, que no permite contar con la hegemonía de ninguna facción;
b) que los nuevos grupos políticos en disputa fueron incorporados como mecanismo para sostener al sistema político en su conjunto y
c) que la crisis general abre un intervalo de debilidad sistémica que podría permitir una bifurcación que bien pueda generar una reforma y reordenamiento de las clases dominantes o bien, la desintegración total del sistema.

I. Adiós a la vieja hegemonía
La crisis política actual es producto de la desestructuración del régimen posrevolucionario que vivimos poco más de 70 años. El régimen priísta, era una red de poder múltiple, jerarquizada y legitimada que comenzó a erosionarse en las últimas cuatro décadas. La forma de relación política del sistema se establecía en la subordinación de la sociedad civil al régimen, que se explicaba por los beneficios que otorgaba el Estado a cambio de la lealtad y docilidad política de la población. Esta relación casi simbiótica mantenía la hegemonía del grupo en el poder, que no sólo gobernaba sino que mantenía el consenso de la mayor parte de los gobernados.[2]

A diferencia de otros regímenes que en diversas partes del mundo colapsaron en un periodo muy breve, el régimen mexicano se erosionó lentamente a causa de fuerzas centrífugas que desgastaron su poder al máximo y lo obligaron a reformarse hasta perder su capacidad de dominio y estabilidad. El primer factor determinante fue el agotamiento del modelo de reproducción económica de sustitución de importaciones. Frente a los signos de dicho agotamiento a finales de la década de los 60, dos corrientes al interior del régimen comenzaron a tener diferencias sobre la conducción del modelo económico. Estas diferencias fueron irreconciliables por la influencia global y creciente del neoliberalismo y también por la contingencia de las crisis económicas sexenales.

El grupo de tecnócratas al final obtuvo la conducción por esas dos causas y por primera vez en la historia del régimen, una disputa terminaría con el poder total de una de las corrientes. Ello implicaría, a la postre, el debilitamiento del grupo en el poder, que por primera vez no tenía consenso interno sobre la conducción de la reproducción económica dominante. Era pues, una división interna. Sin embargo, las reformas neoliberales, como todos sabemos, avanzaron, y en el largo plazo, el neoliberalismo significaría una poderosa fuerza centrífuga, desarticuladora del poder de la vieja hegemonía.

Las políticas de contracción del Estado en sus funciones sociales atacaron directamente al sistema circulatorio del régimen que permitía mantener a raya cualquier disidencia. Al ir perdiendo paulatinamente su capacidad de intervención social, el Estado se mostraba sólo como un esqueleto represor y de control político. Su capacidad para mantener la estabilidad y el consenso fue decreciendo. Podemos, en resumen, considerar que la llegada de los tecnócratas neoliberales al régimen abrió una bifurcación en la forma en que éste se había reproducido durante décadas, debilitando la cohesión de la elite dominante y provocando una disputa interna por la dirección de la conducción hegemónica.

Una segunda fuerza centrífuga, son los movimientos democratizadores y antisistémicos, que durante tres décadas y media enfrentaron al régimen. Desde el movimiento de 1968 hasta el alzamiento zapatista, pasando por la insurgencia obrera en los 70, las guerrillas y el movimiento cardenista en 1988.Estos movimientos, sólo después de 1968, tuvieron la oportunidad de enfrentar al régimen y obligarlo a dar un paso atrás. Expliquémonos.

Antes de 68 también existieron movimientos disidentes, pero que chocaron frente al muro de consenso, represión y estabilidad que formaban al sistema. En ese muro, sin embargo se abrió una grieta con el movimiento estudiantil del 68 y se seguiría ensanchando con cada golpe de los movimientos que atacaron su autoritarismo. La elite dominante entendió en cada batalla con esos movimientos que su legitimidad y reproducción estaban cuestionadas, por lo que de vez en vez -además de la represión- impulsó reformas que como válvulas de escape permitieran que la estabilidad del régimen perdurara. Todas las reformas electorales fueron producto del temor de las elites políticas mexicanas en momentos de incertidumbre sistémica que amenazaba al régimen.[3]

Estas decisiones lograron sortear cada crisis coyuntural, pero lentamente minaron la capacidad de las elites de mantener las disputas de dirección DENTRO de un solo partido. La forma social de reproducción corporativa, esa red capilar de control, estabilidad, subordinación y concesiones que se calificaba como la dictadura perfecta se fue desarticulando, haciendo perder la hegemonía al grupo en el poder. El neoliberalismo abrió una disputa interna entre la elite, debilitó los mecanismos corporativos que sostenían al régimen y aceleró las condiciones sociales que son caldo de cultivo de movimientos democráticos y antisistémicos.Estos movimientos, disidencias, resistencias y luchas tuvieron entonces la oportunidad de crecer e ir ganando terreno. La hegemonía y el poder del régimen empezaron a tener fisuras por doquier. No sólo en las universidades, sino también, lentamente, en sendas capas obreras, campesinas y populares: los pilares organizativos del poder clientelar.Este proceso de erosión provocado por las fuerzas que describimos fue REORDENANDO los campos de las elites dominantes.

La forma de reproducción política, pero también la forma de relación gobierno-sociedad ha desaparecido paulatinamente por la fuerza insurgente y organizada de decenas de movimientos y por las contradicciones al interior de la clase dominante. El grupo en el poder perdió la cohesión que permitía la estabilidad. La forma del estado posrevolucionario permitía la unidad de la clase dominante. Al romperse esta unidad, la disputa por cada parcela de poder es enorme. Como si el poder posrevolucionario hubiera sido una piñata, al romperse, la clase política se abalanza sobre cada pedazo y su contenido. La descomposición de la clase política toda, se debe entre otros factores a esta ruptura de las reglas por la disputa del poder.

El espectáculo de corrupción, ridiculez y pragmatismo de la clase política que hemos visto estos seis años es producto de la ruptura del viejo sistema y sus reglas. Así, los campos de las elites se reordenan porque estamos en un proceso de formación de un nuevo grupo dominante, de un nuevo régimen. No estamos transitando a democracia alguna. Estamos en el tránsito de reordenamiento de las elites dominantes.

Lo que vivimos es la disputa entre la(s) clase(s) dominante(s) por conformar una nueva hegemonía y la última fase de desintegración y descomposición del viejo régimen.

II. Los nuevos poderes políticos en disputa.
La estabilidad de la vieja hegemonía dependía de su unidad interna y de su poder de consenso y legitimidad que corría a través de la red de corporativismo por todo el país. Pero dependía también del arte de utilizar la cooptación y la represión en las dosis necesarias para mantener ese consenso y por tanto, la hegemonía.El viejo régimen alargó su vida y su estabilidad gracias a que una y otra vez utilizó una doble maniobra cuasi perfecta de los recursos de los que goza el Estado para mantener la gobernabilidad. El viejo grupo hegemónico era un experto en gobernabilidad. Frente al movimiento del 68 y su posterior radicalización en una pléyade de movimientos populares, sindicales y armados utilizó terribles dosis de represión que todos conocemos, pero también optó por dosis controladas de cooptación que como válvulas de escape permitieran respirar al sistema en su conjunto, y con ello mantener la estabilidad....y el poder.

En los años 70 acudieron a una estrategia de cooptación de cuadros de la izquierda que trataron de transformar al sistema “desde adentro” y que fue acompañada por una reforma que legalizó al partido comunista.Esta estrategia muchas veces utilizada neutralizó –aunque sea momentáneamente- el descontento. Mientras unos recibían puestos y becas, otros enfrentaban la tortura y la desaparición. Pero hay dos momentos claves para entender a las nuevas fuerzas en disputa por la hegemonía en México.En 1988 el cardenismo se alió a la pequeña izquierda partidaria y se generó un fenómeno de movilización del descontento y la disidencia nunca visto desde 1968.

A pesar de que el movimiento representaba un nacionalismo progresista moderado, para el régimen representaba una afrenta porque surgía de una disidencia interna (la corriente democrática),
porque llegaba en un momento de inestabilidad económica (después del crack de la bolsa en 1987),
porque se aliaba al movimiento estudiantil que había puesto en evidencia al régimen (el movimiento universitario 1986-1987);
porque encausaba el descontento popular en la Ciudad de México por la incapacidad gubernamental frente al sismo de 1985 (a través del movimiento urbano popular); y porque encausaba el descontento campesino, afectado ya por las reformas del modelo económico. Pero sobre todo, cuestionaba la legalidad y legitimidad del régimen como consecuencia del fraude electoral.

Todos esos elementos hacían que el grupo en el poder tuviera que reaccionar y enfrentar el peligro de inestabilidad sistémica.
Y lo hicieron.
Una vez más con una estrategia de cooptación y represión. La represión fue feroz durante seis años con la naciente izquierda institucional. Más de 600 asesinatos, múltiples fraudes electorales en elecciones estatales y municipales y el aislamiento en los medios de comunicación surtieron efecto.

El joven Partido de la Revolución Democrática en las elecciones intermedias de 1991 llegaba con un escaso 11% de la votación cuando el movimiento cardenista con el Frente Democrático Nacional en 88 tenía poco más del 35% de los votos reconocidos oficialmente.

Mientras unos recibían asesinatos, fraude y aislamiento, otros recibían las mieles del Estado. El Partido Acción Nacional, hoy en el poder, recibió el reconocimiento oficial de la victoria en algunas gubernaturas. Con ello, se reconocía el acceso al Estado de la vieja disidencia de derecha representada en ese partido. Desde entonces y hasta ahora, en numerosas ocasiones el PAN fue el mejor aliado del priísmo con abiertas y escandalosas alianzas en las distintas cámaras.

Esta historia es conocida. La intervención estatal del régimen, la incorporación real del PAN al Estado, la necesidad obligada de compartir el poder y otorgar concesiones en favor de la estabilidad y gobernabilidad general le abrieron el sendero del poder a la derecha, hasta entonces arrinconada como una disidencia marginal. El panismo venía creciendo conforme el poder del régimen se erosionaba lentamente. Pero el acceso al Estado y al poder real le dieron el impulso que consolidaría su crecimiento. El régimen en ese momento requería de una oposición a modo con la cual fortalecer la gobernabilidad y su legitimidad. Una oposición a modo que además apuntalara sus nuevas reformas económicas. Un aliado que le permitiera además aislar a la disidencia.

El régimen le había abierto la puerta del poder a un nuevo grupo que más tarde ganaría la elección presidencial.Pero si bien esta historia es conocida, lo que nos interesa es resaltar el patrón del viejo régimen para conservar su hegemonía: represión, cooptación y de vez, en vez reformas al sistema.

Nos interesa resaltar que el segundo nuevo grupo de poder en disputa surgió también por medio de una de las concesiones del viejo régimen.

En 1994 y 1996 se realizaron nuevas y mucho más importantes reformas electorales que permitieron que los partidos políticos tuvieran esencialmente dos cosas primordiales: verdaderos recursos económicos y verdadero acceso a los medios de comunicación. Pero además, se entregaba el control del proceso electoral a un órgano autónomo.
¿porqué el régimen permitía reformas que a la larga facilitarían que perdieran el poder?
¿porqué permitían reformas que le daban aliento, recursos y poder a sus oponentes?
¿porqué si el PRD había sido neutralizado y prácticamente eliminado de la contienda, ahora se reformaba al sistema en su conjunto permitiendo que esa oposición creciera?.
¿porqué si el PAN era una oposición cómoda y manejable se le daba más aliento con las reformas?

El régimen en el periodo de 1994-1996 estuvo de nueva cuenta obligado a otorgar concesiones en favor de la estabilidad y la gobernabilidad que aseguraran la cohesión del sistema político en su conjunto y por tanto la hegemonía del todavía grupo en el poder. El régimen estuvo obligado de nueva cuenta por una convergencia de coyunturas desfavorables que, reunidas, significaban la debilidad momentánea del Estado.

La primera de ellas fue la disputa interna por la sucesión presidencial que terminó con dos magnicidios al interior del otrora partido oficial.
La segunda coyuntura desfavorable fue la enorme crisis económica de 94-95 que desestabilizó al país, al sistema político y sus alianzas con la cúpula económica.
La tercera y definitiva coyuntura que determinaría además la estrategia del régimen frente a la izquierda, fue sin lugar a dudas el alzamiento indígena del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

El régimen, que con mucho esfuerzo había sorteado el peligro cardenista, tenía ahora enfrente un alzamiento armado en medio de condiciones político-económicas que acrecentaban su peligrosidad. La coyuntura obligó a que el régimen optara nuevamente, por una estrategia de cooptación y represión. Contener, aislar, neutralizar y si era posible exterminar al movimiento rebelde era una prioridad del régimen. Pero esto no era posible en medio de la contienda electoral, de la disputa interna del príismo y los signos ya evidentes de debilidad económica. La estrategia de exterminio y desarticulación del movimiento zapatista se puso en juego a partir del 9 de febrero de 1995 y el avance militar.

Desde entonces y hasta poco antes de la elección del año 2000 está claro que la decisión del régimen fue la destrucción del movimiento rebelde. Esta estrategia fracasó parcialmente. El objetivo de desarticular y exterminar al movimiento no fue posible debido a la enorme y masiva capacidad organizativa y de resistencia zapatista, a su intensa capacidad mediática, y al apoyo internacional y nacional que se había creado alrededor del zapatismo.

Pero la estrategia funcionó en un aspecto: aislar y marginar su influencia sobre el sistema consolidando lo que podríamos llamar un pacto de las fuerzas moderadas de la clase política.Esto se logró con una estrategia de incorporación de la izquierda aceptable para el sistema político. Apenas unos años antes el régimen combatió con toda su fuerza a la izquierda institucional. En 1996 sin embargo, los llamaba al diálogo y la negociación. Mientras en San Andrés el régimen simulaba el diálogo con los rebeldes para una reforma radical y estructural del Estado, en las calles de Bucareli, se negociaba el pacto para que las fuerzas políticas tuvieran las condiciones para acceder al Estado. Un año después de esas negociaciones y de una nueva reforma electoral, el Partido de la Revolución Democrática, por primera vez con recursos suficientes para enfrentar al partido oficial y por primera vez con acceso a medios electrónicos y masivos de comunicación, ganaba la elección a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Era un momento de euforia para la izquierda aglutinada en ese partido. Muchos de ellos y ellas habían enfrentado al régimen y luchado por el poder por 5, 10, 20 o hasta 30 años. Mientras en la Ciudad de México había abrazos y festejos, repartición de puestos y designaciones de asesores, en Chiapas, muy lejos de ahí, se preparaba la masacre de Acteal y el terror de la muerte y el exterminio con la guerra de baja intensidad. Una vez más, el régimen –pero por última vez- lograba sortear la crisis temporalmente con una estrategia de represión y cooptación. Para unos, acceso al Estado, al Congreso, a recursos económicos. Para los otros, una estrategia de exterminio que dejó un caudal de muertos y perseguidos.

Sin embargo, la del régimen era una victoria temporal. Había creado las condiciones que aseguraban la estabilidad del sistema político en su conjunto, pero también había permitido que dos grupos, que dos facciones que habían estado fuera de la estructura del poder entraran al Estado. Lograba sin embargo, atraer a la izquierda a las reglas del sistema democrático liberal con todos sus beneficios, pero también con todas sus limitantes. La victoria real del régimen fue integrar al PRD al sistema institucional y que paulatinamente se fuera alejando de las clases y movimientos verdaderamente peligrosos, obligándolos a someterse al marco institucional liberal-democrático y con ello alargando la vida del sistema político y permitiendo su estabilidad así como un reordenamiento de las elites DENTRO de un marco cupular, alejando las posibilidades de una fractura sistémica que permitiera que otras fuerzas más peligrosas para ellos actuaran.

La dirigencia del PRD en su conjunto acudió gustosa a esa inclusión y junta con ella una oleada de dirigentes de organizaciones y movimientos sociales que corrieron a insertarse en el recién abierto Estado abandonando a su suerte a las lucha de abajo y aislando a TODO lo que quedara fuera del pacto de los moderados de los tres partidos que integran al sistema.

El PRD convencido de una transición pactada, acudió al acuerdo sistémico de incorporación al Estado y con ello selló la última etapa del viejo régimen que había optado por incorporar a la derecha y a la izquierda institucionales. Estos dos nuevos grupos no tardarían en volverse poderosas elites políticas que buscarían a toda costa volverse hegemónicos. Se lograba con ello consolidar que la disputa política se diera entre las cúpulas partidarias y no entre los movimientos antisistémicos y la elite. Se formaba, por así decirlo una relación central al interior de las elites y marginalizaba al resto de los movimientos, condenándolos a una relación que podríamos llamar periférica. Digámoslo en pocas palabras: se pusieron de acuerdo ellos traicionando y dejando afuera a todos los demás. A eso le llamaron transición a la democracia.

Las otras cúpulas políticas recién incorporadas al Estado, no sólo se convirtieron rápidamente en poderosas elites burocráticas sino en jugosas redes de acceso al poder económico estatal. Partidos y gobiernos de derecha e izquierda son fuentes de control piramidal de una gigantesca red jerárquica burocrática pero también una red transversal para que el poder económico se reproduzca. Si antes el régimen era una red piramidal y jerárquica, ordenada, que aseguraba la estabilidad integrando y ordenando a las elites económicas y políticas en disputa, hoy el sistema político es una multiplicidad de redes –igual de jerárquicas, y piramidales- en competencia. La batalla no sólo es entre facciones en disputa sino también al interior de ellas. La nueva derecha y la nueva izquierda institucionales, así como el partido del régimen en retirada tienen profundas divisiones internas. Creer que estas son disputas doctrinarias o ideológicas es lo menos de decir, estúpido. Son batallas de poder, por articularse al grupo que pueda consolidar una nueva hegemonía.

El candidato “ de la izquierda” utilizó al máximo esta batalla de corrientes y facciones entre la elite política y uno de los factores que influyó en el caudal de votos en la elección de julio a favor de López Obrador es haber tejido minuciosamente una red de desprendimientos del viejo régimen, haber utilizado la división entre salinistas y zedillistas, (Camacho, Monreal, De la Fuente) haberse aliado con sectores descontentos del príismo en búsqueda de poder (Zeferino Torreblanca, Jaime Sabines, Vega Galina, Guadarrama) y sectores minoritarios de poder que deseaban crecer (convergencia por la democracia). Al parecer, la estrategia fue exitosa pero no suficiente para consolidar un grupo que ganara las elecciones.

Esa integración, sin embargo, era una coalición de interés por el poder. Sin el elemento aglutinador –la presidencia- muy pronto todos sus “aliados” han comenzado a desarticularse y acomodarse en la nueva conducción calderonista. La batalla de arriba deja más débil de lo que se piensa a la izquierda institucional, deja cuestionada a la derecha gobernante y a la defensiva al partido del viejo régimen. Divididos, cuestionados entre sí y en batalla permanente por lograr la hegemonía y más espacios de poder estatal. Esa es la disputa de arriba al interior de la clase política.

III. el poder económico dominante en disputa.
El último elemento que mantenía la cohesión de la vieja hegemonía era su capacidad estratégica para complacer a la burguesía nacional a la vez que esta se mantenía aliada de la elite burocrática que dirigía al país. Esto era posible por el momento mundial que se vivió a lo largo de 50 años hacia el desarrollo endógeno, la guerra fría, y los estados de bienestar. Era posible además porque el poder económico “nativo” mexicano era lo suficientemente grande para obligar a la burocracia gobernante a darle concesiones, pero lo suficientemente débil para no insubordinarse ante la elite burocrática representada en el viejo partido-Estado.

Por lo demás, durante varias décadas el poder económico no tuvo objeciones graves a la conducción que le aseguraba su crecimiento. La estabilidad se lograba por las concesiones populares a las masas controlada por el Estado pero también por la alianza de la elite burocrática con el desarrollo capitalista mexicano que nunca se detuvo. Con una mano se daban concesiones masivas y con la otra se aseguraba la reproducción y la acumulación capitalista.Pero estas condiciones se desestructuraron, desarticularon y erosionaron a partir de la década de los 70, confluyendo con el crecimiento de los movimientos democratizadores y antisistémicos en México y con la llegada del neoliberalismo.

Primero, las condiciones de acumulación capitalista cambiaron globalmente. Después el régimen dio señales confusas sobre su relación hasta ese momento armónicas con los poderes económicos locales (la nacionalización de la banca, las crisis económicas consecutivas). Pero quizá lo más importante es que las empresas dominantes habían comenzado un acelerado proceso de crecimiento que durante los 80 y 90 se consolidaría gracias a las reformas estructurales neoliberales. La elite económica se transnacionalizó y construyó imperios oligopólicos que le dieron un poder sin precedentes. [4]

Si antes la elite guardaba silencio y era precavida en su actuación política, el poder que hoy tienen los hiperpoderes económicos dominantes les permiten ser un actor que no quiere ni tiene porqué subordinarse al poder político. Más bien hoy tienen el tamaño para subordinar al poder político a sus intereses. Los grupos económicos dominantes empezaron a jugar desde hace tiempo políticamente, pero al contrario de lo que asegura la propaganda de la izquierda institucional el poder económico en México no es un bloque homogéneo. Con la erosión del viejo régimen y con el creciente poder de la elite empresarial, existen al menos tres contradicciones al interior de la burguesía “nacional”.

La primera de ellas es la posición en la pirámide de la acumulación que juega cada grupo económico. El neoliberalismo enriquece enloquecidamente a una elite, pero los damnificados no son sólo las clases populares sino también los medianos empresarios, muchos de ellos arrasados por la apertura comercial y otros disminuidos en su capacidad y poder. Estas franjas descontentas por supuesto quieren escalar en la pirámide de la acumulación y juegan local, regional y nacionalmente frente a las facciones políticas en disputa por una nueva hegemonía. Y no juegan de sólo un lado de la“geometría política” de la clase política sino con todas las facciones en disputa incluyendo a la llamada izquierda institucional porque esta ya es parte del Estado y gobierna un enorme segmento del país.

Hay entonces una división entre el empresariado dominante y aquel que anhela serlo, este último, ávido de ser beneficiado por las estructuras partidarias de todos los colores y por los gobiernos locales y estatales de todos los partidos en todas sus necesidades publicitarias, de infraestructura, de abastecimiento. Así, este empresariado en ascenso busca a las clases políticas todas y es probable que para muchos de ellos su campo de acción sea el mercado “interno”, porque todavía no tienen el tamaño global de la elite económica en México.

El caso Ahumada representa esta vinculación “íntima” entre el empresariado en crecimiento y la clase política, que en este caso fue la izquierda. Ahumada[5] es la regla y no la excepción en toda la clase política incluyendo a la izquierda partidaria.

La segunda disputa es la disputa capitalista tradicional. Es decir, una disputa por los mercados o por acaparar monopólicamente un servicio, un sector o un producto. Es decir, la competencia, muchas veces, regulada por el Estado. La disputa que hemos visto en México en los medios de comunicación en contra de los monopolios, no es una cruzada por el libre mercado, ni contra los privilegios de la elite económica. Es una disputa comercial que es llevada al ámbito político. Los grupos que desean abrir un mercado atacan al grupo económico dominante tratando de modificar la estructura legal que le permite su crecimiento y su acumulación sin freno. Los grupos dominantes se resisten a perder su poder y también juegan políticamente. Esta es una disputa no por ser favorecidos por las clases política sino por controlar a las facciones políticas para cambiar, mantener o acelerar las reglas estatales que favorecen la acumulación de unos y no de otros. A esto debemos sumarle la disputa de burguesías “no mexicanas” y la presión de sus gobiernos por modificar las reglas estatales. La guerra verbal entre el titular del Banco de México y el magnate Carlos Slim representa esta disputa de mercados y reglas institucionales para la acumulación. [6]

Pero en la guerra por lo mercados han aparecido lo que yo denominaría empresarios radicales en ascenso. Este segmento de nuevos empresarios “radicales” en ascenso disputan sus diferencias con armas. Son la ultra del empresariado. Es el narcotráfico. Más que buscar concesiones de los gobiernos o controlar las reglas institucionales que controlan los mercados, estos empresarios radicales necesitan comprar la protección que asegure la reproducción y acumulación de sus empresas. Es decir, tienen una estrategia una tanto distinta al de empresarios en ascenso y al de los poderes económicos dominantes. Este segmento necesita comprar la protección de mandos medios y bajos de TODAS las policías donde sus empresas se desarrollan.

Así que requieren jugar políticamente con las facciones políticas en disputa de forma local, porque unas u otras son más fáciles de controlar en una zona, en un municipio, en un estado y otras en otros lugares. Así, el narcotráfico trata de controlar e infiltrarse en capas bajas, locales y regionales de la clase política toda. Y hasta ahora lo ha logrado con gran éxito. Sin embargo como cualquier capitalista los narcotraficantes buscan controlar cada vez más mercados y esto lo hacen a balazos.

En México esta disputa ha dejado más de 2000 muertos durante 2006 mientras municipios, regiones y estados gobernados por todas los partidos se cruzan de brazos porque sus mandos policiacos ya han sido comprados para que las empresas que comercian estupefacientes logren impunidad total. La narcopolítica es una necesidad del mercado.

Por último, la tercera división es el tipo de relación ideológica del empresariado dominante con las facciones políticas en disputa. Hay dos tendencias entre el empresariado. Algunos de ellos son fieles a sus alianzas con algún partido o grupo político particular. (por ejemplo el grupo MASECA con su larga lealtad al PRI y su ambigua relación con los Salinas, o el grupo Industrial Alfa, ligado a los legionarios de Cristo y al Partido Acción Nacional). Pero hay una segunda tendencia entre el empresariado, más flexible, que trata de estar por encima de las facciones políticas, incidiendo en cada una de ellas y permitiendo que gobierne uno u otro porque saben que tiene el poder suficiente para arrodillar a cualquier gobernante. Por eso es que Lorenzo Zambrano, el segundo empresario más poderoso en México[7] se pudo dar el lujo de declarar durante el proceso electoral que “López Obrador será un reto si se convierte en presidente...pero no una tragedia”.

Por eso Carlos Slim apoyó la campaña del candidato de la izquierda con una aportación de 94 mil dólares, pero entregó una cantidad similar al resto de los candidatos. Por ello Emilio Azcárraga declaró que “la democracia vende bien y hay que apostar por ella, (porque) la democracia...es un gran cliente para la televisión.

El “candidato de los pobres” sabiendo que no se puede gobernar sin estos ricos, impulsó toda una estrategia para utilizar estas divisiones y asegurar si no el apoyo, al menos la anuencia del poder económico en México. Para construir una nueva hegemonía no basta el voto de sectores populares y clases medias, se requiere necesariamente de un segmento del poder económico dominante.

Andrés Manuel López Obrador sabía desde hace mucho esto y trató de aprovechar todas las divisiones al interior de las facciones políticas en disputa y los grupos económicos en guerra por mercados, reglas estatales y favores gubernamentales impulsando toda una estrategia de acercamiento al poder económico. Les envío más de 400 cartas personales a la elite económica asegurándoles que mantendría la estabilidad macroeconómica y que no afectaría sus intereses. Impulsó varias reuniones a puerta cerrada con muchos de ellos. En una veintena de ocasiones durante su campaña aseguró que “no estaba contra los empresarios honestos”. Y hasta en su programa alternativo de nación hizo afirmaciones enteramente dirigidas al poder económico: “no sería sensato alterar el orden macroeconómico: debe haber disciplina en el manejo de la inflación, el déficit público y las deudas interna y externa, así como mantener estabilidad en otras variables…(ya que) la nueva estrategia económica debiera considerar, antes que cualquier otra cosa, el manejo técnico, no ideológico, de la política económica”.[8] Incluso para aquellos que buscan abrir al mercado energético, en su programa, les envió un guiño: “pero tampoco deberíamos descartar que inversionistas nacionales, mediante mecanismos transparentes de asociación entre el sector público y el privado participen en la expansión y modernización del sector energético”. [9]

Desde el gobierno del Distrito Federal trató de aliarse con la industria de la construcción, con el sector turismo y otros sectores medios y altos del poder económico. Todo su gobierno fue una gran campaña electoral. Todas sus acciones de gobierno estuvieron encaminadas a lograr el beneplácito del poder económico. Inclusive las populares tarjetas electrónicas destinadas a ancianos y madres solteras terminan beneficiando a las empresas de autoservicio, que son parte de la cúpula del poder económico en México.Esta agresiva estrategia, tuvo éxito. Un par de meses antes de la elección los empresarios ya comenzaban los acercamientos con el próximo presidente “de izquierda” y muchos se resignaban sabiendo que podían sortear esta conducción política bien porque tienen el suficiente poder para imponerse o bien porque el propio candidato y su programa NO SIGNIFICAN ningún peligro para su reproducción económica.

Sin embargo, el candidato conservador, Felipe Calderón, articuló a los segmentos duros (que tienen lealtad política) e impulsó una agresiva campaña que argumentaba lo contrario. Ensoberbecido por el inminente triunfo, López Obrador no aceleró sus alianzas con sectores empresariales dudosos. Su larga estrategia de alianza con los poderes dominantes se debilitó y fue insuficiente. Calderón supo aprovechar esa debilidad. Una vez que Calderón es presidente “oficial”, los sectores que siempre guardaron lealtad a la derecha brindan por su triunfo y los sectores flexibles que no veían con malos ojos a López Obrador e incluso algunos que le dieron su apoyo corren a acomodarse con el nuevo grupo en el poder, incluyendo a todos los gobernadores del PRD.

El poder económico se acomoda con todos los gobernantes, de cualquier ideología siempre y cuando no sean un obstáculo para la acumulación. Creer que las disputas entre los empresarios pueden ser una alianza para la izquierda es una posición pragmática pero también ineficaz. No hay empresarios progresistas. Creer en el acuerdo y la alianza con ellos desde la izquierda es, lo menos de decir, ingenuo y también, estúpido.

EL PRD y el candidato de los pobres centraron su estrategia de crecimiento en organizar un electorado de centro basado en las disputas entre las facciones políticas y los grupos económicos. Al perder la cohesión de la posibilidad del poder presidencial, ese electorado de centro, sumamente moderado, le da la espalda a López Obrador y se acomoda con calderonistas, príistas y perredistas que ya gobiernan.

IV. La disputa en el núcleo del sistema.
Tenemos entonces que numerosos grupos de poder han entrado en una batalla a muerte por la reproducción, conducción y hegemonización del sistema político y económico en México. Esta batalla, una vez desarticuladas y erosionadas las reglas del viejo régimen posrevolucionario, se somete a unas débiles reglas institucionales de la democracia liberal. Esta disputa por una nueva hegemonía mantiene inestable al sistema en su conjunto. Esta disputa tiene efectos y tiene dos posibles salidas.

El efecto primordial de la batalla es que esta es una disputa que está destruyendo lo que queda de Estado y de Nación. Es una batalla depredadora por mercados y fracciones del poder estatal. Esa guerra, por poder y por dinero, como cualquier guerra, destruye todo a su paso, excepto el poder de la elite. Porque esta batalla puede reordenar a las facciones en disputa pero NO AFECTA la reproducción general sistémica, es decir al sistema de depredación capitalista.

Mientras la batalla de arriba se realiza, el modelo de explotación, represión, desprecio y despojo continúa. Esta batalla entre unos y otros puede resultar de una manera u otra, pero el sistema de dominación continúa sin freno destruyendo pueblos, comunidades, ecosistemas y culturas.

Esta guerra se desarrolla al interior del núcleo del sistema y en la cúspide de las clases políticas y económicas. Es, diciéndolo ortodoxamente una lucha intra-burguesa. Poco importa si una o varias cuentan con apoyo popular. No sería la primera vez en la historia de México que masivamente se apoyara a elites que no necesariamente representan a los de abajo, con tan malas experiencias y resultados históricos. Creer que esa batalla es la nuestra, es un sinsentido. Todos los que lo creen, sólo orbitan alrededor del núcleo del sistema, a la cola de una disputa a la que no están invitados.

Esta disputa irracional, destructiva, es la prioridad de los de arriba. Para ellos dominar y controlar y ganar en la batalla de arriba es su máxima prioridad. La de todas las facciones y grupos. Consolidar una nueva hegemonía, una nueva dominación y por tanto nuevas reglas de reproducción política y económica es su necesidad más urgente. Le temen a las luchas que desde la periferia del sistema y desde abajo se vuelven cada vez más peligrosas. Pero en su balance estos son peligros secundarios, al menos por ahora. Por eso, el desprecio y la soberbia con que desde arriba se mira a las luchas de abajo. Por eso, al menos por ahora, la batalla no es frente a frente entre los de abajo y las elites.

Esta guerra de arriba, sin freno alguno, deslegitima, erosiona y golpea las propias reglas que según ellos son la forma de dirimir sus conflictos. Es decir, las reglas del liberalismo político al que todas las facciones políticas dicen supeditarse y al que todos los grupos económicos dicen subordinarse. Erosionan por tanto la legitimidad y la legalidad de lo que queda del Estado. Y si a eso sumamos que las reglas formales del viejo régimen no se han ido del todo en el aparato estatal, ello provoca la peor crisis política en México desde hace 100 años.

A esta batalla los de arriba y sus voceros le llaman democracia. Nosotros le llamamos crisis de la hegemonía dominante.Esa crisis tiene dos salidas: la primera de ellas, quizá la más factible, es que las elites logren ordenar un nuevo grupo dominante, con pequeñas reformas que estabilicen al sistema en su conjunto. Reformas lo suficientemente grandes para cohesionar y consolidar a las elites a través de reglas liberales democráticas (los intelectuales dirían democracias consolidadas), pero lo suficientemente pequeñas para no poner en riesgo la reproducción del sistema político y económico.

Por eso, los locutores, los intelectuales, los medios de comunicación, los partidos políticos, los empresarios, todos, hablan de reformas electorales y de otras modificaciones que permitan sobrevivir al sistema político dominante. Todos gritan y vociferan por volver a la estabilidad porque saben del peligro que significa que el sistema se debilite aún más. Por eso esa fuerza centrípeta es enorme y atrae ya, a casi todo el aparato de la izquierda partidaria.

Toda ideología de la obediencia a ese sistema político y económico dominado por las elites sólo ayuda a fortalecerlo. (y de ello hablaremos en la siguiente parte de este texto). Toda acción que busque reformas a ese sistema (el de ellos) puede, en efecto, lograr ciertas mejoras generales, a riesgo siempre, de perpetuar, alargar y legitimar al sistema dominante, cuyos dueños están en disputa, divididos, sin consenso y sin hegemonía.

Pero hay una segunda posibilidad. Mucho más lejana, difícil y riesgosa. A pesar de que como nunca en la historia las elites tienen más poder y dinero, quizá nunca como antes estuvieron tan divididas entre ellas – que es lo que hemos explicado en este texto- . La división hace que su propia ideología dominante se debilite. Y he aquí que en los últimos 15 años los movimientos antisistémicos y democratizadores han venido creciendo, madurando. Muchas veces silenciosamente. Muchas veces a contracorriente.

La coyuntura –temporalmente- ofrece una oportunidad, un breve intervalo de unos años en el que las elites se encuentran más divididas que nunca. Construir la(s) fuerza(s) que desde la periferia del sistema y desde abajo puedan desarticular la batalla de arriba y sus reglas, desarticulando su poder de dominación es una segunda posible salida a la crisis.

Por eso es la hora de las definiciones y las estrategias se bifurcan de forma irreconciliable. Concentrar nuestra energía, nuestra fuerza, nuestra acción en una salida desde arriba que estabilice al sistema, y a la dominación o intentar construir desde abajo y a la izquierda y desde la periferia del sistema.

Hay que desarticular al poder dominante tanto político como económico, no pactar con él. No desde una visión ideológica o una estrategia antisistémica preestablecida. Estoy seguro que la única salida para la sobrevivencia de los pueblos, del mundo y de la naturaleza es arrasar con el poder dominante, a pesar de que hoy todo nos indique que eso no es posible.

Desestructurar la dominación y no hacerla más vivible –para las clases medias- son las opciones que hay para elegir.

Todo análisis de lo posible y de lo inmediato es en realidad una ideología de la estabilidad y de la conservación. Hacer todo lo que sea posible para acercarnos a ese objetivo, por más lejano que parezca es una decisión que muchos hemos tomado a pesar que corremos el riesgo de fracasar y postergar por mucho tiempo cualquier posibilidad de emancipación.

Para muchos, el camino está claro. Es abajo y a la izquierda. El camino es desmontar la explotación, el desprecio, el despojo y la represión pero también al sistema político que lo hace posible. Desarticular al poder dominante pero también la ideología que permite su poder y su cohesión. La alternativa es abajo y a la izquierda.

Diciembre 2006.

[1] Enrique Pineda es egresado de la carrera de sociología, integrante de jóvenes en resistencia alternativa. Organización adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona e integrante de la Otra Campaña iniciativa del EZLN.

[2] Hablamos aquí de hegemonía en la vertiente de Antonio Gramsci, no sólo como la capacidad de dominación sino también por la capacidad de convencer, de establecer consensos y de generalizar la propia concepción del mundo.

[3] Véase el trabajo de Guillermo Trejo, investigador del CIDE, Las Calles, las montañas, las urnas: notas sobre la participación social y la transición a la Democracia.

[4] Los 10 grupos económicos dominantes en México son esencialmente empresarios “mexicanos” que han impulsado una agresiva estrategia de trasnacionalización y de monopolización en cada sector que actúan.

[5] Carlos Ahumada recibió obras del Gobierno del Distrito Federal, y entregó miles de dólares en la mano a varios colaboradores cercanos a López Obrador, que fueron grabados por él mismo y luego entregados a los medios masivos de comunicación en lo que se conoce como videoescándalos durante 2004.

[6] La reciente disputa entre el Director del Banco de México, el empresario Carlos Slim y hasta el saliente secretario de hacienda Gil Díaz, apareció en todos los medios de comunicación en México.

[7] Accionista mayoritario de CEMEX, una empresa cementera que primero se adueño de una buena parte de las productoras mexicanas, para luego saltar a una expansión dominante en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos con una acelerada renovación tecnológica.

[8] López Obrador Andrés Manuel. Un proyecto alternativo de nación. Pag. 30.

[9] Ibidem (pag. 42)

JOVENES

la jornada 23 de diciembre de 2006

Arturo Alcalde Justiniani
Nuevas respuestas a viejos problemas

La Navidad y el final de año conllevan un mensaje de revista de acciones y renovación. Si tuviéramos que definir el ambiente habría que reconocer la sensación generalizada de incertidumbre, encono social, creciente desconfianza hacia las instituciones públicas por su incapacidad para superar la pobreza, temores de represión y, en contraste, también el surgimiento de nuevas formas de expresión y organización que reclaman justicia y equidad.

La incertidumbre permea todos los espacios, incluye la inseguridad personal y familiar con motivo de la creciente delincuencia e impunidad, cotidianamente narrada por sus víctimas, así como lo más estructural, relacionado con la ausencia de empleo y salario dignos, degradando el presente y futuro de la mayor parte de la población. El tradicional esfuerzo de los padres por apoyar a los hijos en obtener un título universitario no garantiza, como en los viejos tiempos, la posibilidad de lograr un espacio en el mercado laboral; el escenario más probable para los jóvenes de hoy es convertirse en víctimas de la precariedad, la informalidad y el changarrismo. Por tanto, los padres deben incluir hoy en sus preocupaciones el futuro de sus vástagos adultos.

Estas condiciones que abarcan al país en su conjunto son agravadas por el desprestigio de las instituciones políticas, incluyendo los partidos, legisladores y órganos electorales, sometidos todos a la lógica de la consigna, de la cuota, de la autoprotección y complacencia, cada vez más lejanos de los intereses de aquellos que dicen representar. Preocuparse en serio por el bienestar de los demás parece tarea de ingenuos o despistados.

La incertidumbre se amplía cuando se observa que la salud, la seguridad social, las instituciones de educación pública y la cultura quieren ser sometidas a presupuestos raquíticos con obvias tendencias a la privatización, lo que por definición conlleva la exclusión. En contraste, un pequeño sector privilegiado engorda sin límites sus alforjas como resultado de la especulación y de negocios protegidos por sus "relaciones", incrementando así los niveles de polarización social y falta de equidad. En esta materia nos destacamos, a grado tal que los organismos internacionales que dieron la receta para llevarnos a los resultados actuales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, advierten irónicamente sobre la necesidad de un cambio de rumbo: "Tanta injusticia es peligrosa y asusta a los inversionistas", dicen. El progreso y la modernización son postulados vacíos de los interesados en convencernos que no debemos variar el paso. A su juicio y conveniencia, sólo este mundo es posible.

No aparece en el panorama presente alguna institución con liderazgo moral suficiente para favorecer los cambios; no sólo las instituciones políticas están desprestigiadas, corren la misma suerte los órganos de justicia, incluyendo la Suprema Corte, cuyos integrantes se ven identificados con compromisos políticos demasiado ocupados en temas superfluos. La misma condición agobia a la justicia de barandilla que el ciudadano sufre cotidianamente, cuando debe acudir ante una agencia del Ministerio Público o a desahogar un juicio normalmente condenado a largos años de duración. Sería muy fácil levantar un listado de instituciones cuestionadas. Los sindicatos son otro ejemplo evidente, 90 por ciento de ellos son falsos; jamás será posible una reforma laboral que valga la pena si se pretende el aval de los viejos liderazgos; alguien decía que es como pretender reformar el Código Penal al gusto de los delincuentes. Las formas tripartitas de representación, incluyendo tribunales y comisiones nacionales, entre ellas la de salarios mínimos, se reducen a meras simulaciones; el vergonzoso incremento pactado por debajo de la inflación es muestra de ello. No hay árbitro confiable.

En otros países, en época de crisis, las iglesias actúan como promotoras de valores y los medios de comunicación coadyuvan para elaborar el diagnóstico y el diálogo colectivos. En México nuestras instituciones religiosas son en general conservadoras, no tienen agenda social y carecen de liderazgo intelectual para promover cambios de fondo. Los medios de comunicación libres son objeto de acoso; se ha impuesto la voluntad de las corporaciones, como el duopolio televisivo, con la complacencia del Estado, y para muestra tenemos la ley Televisa, aprobada este año, sello ruin de esta complicidad. Hoy, los pocos medios independientes y los periodistas que ejercen su oficio con libertad navegan a contracorriente, convirtiéndose en verdaderos gigantes en favor de la democracia y los derechos humanos fundamentales, aquellos que creíamos alcanzados desde hace un siglo.

Pese a todo lo anterior, frente a la incertidumbre y la desconfianza, se ven luces de salida expresadas en formas colectivas y autogestivas de organización que no responden al esquema tradicional de acción; es el caso de las movilizaciones populares contra el de- safuero, la defensa de los trabajadores mineros en contra de la intromisión estatal y patronal, las luchas regionales en defensa de los recursos naturales, especialmente del agua; las redes sociales con reclamos propios, con gran capacidad de sorprender, como la movilización oaxaqueña. No está claro aún la forma en que esta efervescente energía social logre traducirse en alternativas a los problemas de nuestra sociedad, lo que es evidente es que nos obligan a actuar con base en nuevas categorías. La refundación de una izquierda moderna, progresista, tolerante y viable debe ser parte de esta necesidad de cambios. Especialmente los jóvenes están construyendo estas nuevas respuestas a los viejos problemas.

vendredi 22 décembre 2006

RESISTENCIA

La jornada del 22 de diciembre de 2006

La resistencia es el camino más esperanzador, sólo los ingenuos discuten proyectos para mejorar las estructuras, quien no asume la inautenticidad de las instituciones abona a la continuidad. Hay quienes tenemos pretensiones de autonomía y expectativas de autenticidad, no tanto a través de mecanismos de interlocución gubernamental o del diálogo formal con la familia, la Iglesia o las instituciones estatales, sino mediante actos de resistencia, de desobediencia civil y de estilos de vida contemporánea que se reconstruyen cada día. La vida como experimentación permanente es lo que algunos entendemos como ejercicio de las libertades.


El ideal de la solidaridad puede montarse sobre redes, organizaciones de la sociedad civil y movilizaciones de resistencia. Porque la igualdad cobra sentido de identidad, y no tanto de no discriminación. Pero en el reconocimiento de los otros como "uno mismo" también aumenta la aceptación de lo diferente: el que reconoce a otro presidente, el que habla una lengua indígena, el que viste distinto, el de otras preferencias sexuales, el que tiene otro código moral. La diversidad podría aparecer como un ideal de vanguardia política, un insumo del siglo XXI que puede acompañar a los de libertad, igualdad y solidaridad, si hubiera necesidad de profanar lo sagrado y configurar una Santísima Cuadridad.

Pero el descrédito a las instituciones y la indiferencia a las normas han convertido a la movilizacion social y a la desobediencia civil en puertas privilegiadas de la libertad y de la realización de los deseos, ilusiones para el año nuevo: que lo ideal se vuelva real y la mentira, verdad.

Y si de eso se trata.......

Dividir para vender.....?

La jornada l 22 de diciembre de 2006

Luis Javier Garrido
La militarización

El proceso de militarización de la vida nacional, que está anunciando como una de sus primeras decisiones el gobierno ilegítimo de Calderón, está condenado al fracaso porque va en contra de los derechos fundamentales de los mexicanos, pero no por eso no está ahondando la crisis institucional.

1. La debilidad del gobierno de facto de Felipe Calderón se manifestó al haber tenido que asumir espuriamente su cargo el 1º de diciembre en un Palacio Legislativo tomado por las fuerzas armadas y cuando anunció ese día que el primer acto de su gobierno sería aumentar los sueldos de los miembros de las fuerzas armadas al mismo tiempo que supuestamente se reducirían los del resto del personal del gobierno, y se confirmó al empezar a utilizar al Ejército de manera anticonstitucional, lo mismo como policía preventiva y judicial que como autoridad política en un descabellado operativo "de seguridad" decretado en Michoacán, que no fue más que una operación de propaganda, pero que tiene graves consecuencias políticas.

2. Las señales ominosas que se ciernen sobre el país luego de la usurpación son múltiples, pues desde los primeros días se ha confirmado lo que ya se sabía, y es que la misión encomendada a Calderón, al contrario de lo que éste dijo una y otra vez en su campaña, es proseguir cancelando los derechos sociales históricos de los mexicanos y desmantelando a la nación entregando sus riquezas estratégicas a las trasnacionales. Y para ello pretende consolidar las bases políticas a fin de que los grupos de la derecha fascistoide, que ahora se identifican con el PAN, y a los que él sirve, se enquisten en el gobierno durante varias décadas, objetivo para el cual le resulta imprescindible, mucho más que a sus predecesores, el control ideológico a través de radio y televisión y el control material por conducto de las fuerzas armadas.

3. Un gobierno que tiene que recurrir al Ejército para que le ayude a resolver problemas que no son de su competencia ha sido siempre un gobierno débil, y el de Calderón lo es en extremo por más que la mayoría de los medios masivos de comunicación se esfuerzen en señalar lo contrario. El gobierno de facto, a pesar de sus pretensiones, carece de toda autoridad moral por su origen espurio y por estar sustentado en la corrupción institucional y el tráfico de influencias y no tiene más autoridad política que la derivada de su control del presupuesto.

4. El operativo militar de Michoacán, presentado en los medios como el inicio de una gran lucha contra el narco y la delincuencia organizada, que no fue más que un espectáculo televisivo, se saldó tras de una semana como era de suponerse por un gran fiasco, ya que la presentación de unos cuantos campesinos pobres y de dos o tres traficantes de medio pelo no pudo paliar la imagen que dio el ejército buscando someter a la inconformidad social por la vía del amedrentamiento y respaldando a un gobierno ilegítimo que, además de su origen ilegal, está sostenido por el salinismo y el narcopoder real, con el que hay evidencias de que tiene una alianza estratégica, y por las mafias de cárteles vinculados a los intereses de Washington.

5. El proyecto de los yuppies que controlan el aparato burocrático del gobierno de instaurar en México, con el pretexto de la seguridad pública, un Estado de corte cada vez más policiaco-militar no ha sorprendido, sin embargo, por reflejar una vez más el menosprecio que tienen estas gentes por los principios que sustentan el orden legal del país y por los derechos fundamentales de los mexicanos reconocidos en la carta constitucional, sino porque evidencia el nulo respaldo social que asumen tiene el gobierno de facto y el temor a lo que pueden ser las respuestas populares frente a las políticas que pretenden imponer.

6. El descabellado proyecto, abiertamente anti- constitucional, no se ha escondido, pues el gobierno de facto de Calderón, luego de haber decretado el fracasado operativo militar en Michoacán, anunció el 13 de diciembre que se habilitaría a 10 mil miembros del Ejército y de la Marina nacionales como integrantes de la Policía Federal Preventiva (PFP), el 15 de diciembre un boletín de prensa de la PGR hizo saber que se había decidido la unificación de la PFP y de la AFI bajo un solo mando a cargo de Ardelio Vargas, y el 20 se filtró la información de que se pretendía en pocos meses crear una nueva agrupación policiaca de corte militar, a la que se intenta llamar Cuerpo Federal de Policía, la cual estaría integrada por la PFP, la AFI, la Policía Fiscal Aduanal y agentes de migración (Reforma, 21/12/06), medidas todas ellas que contravienen los fundamentos constitucionales del país y que se suman a la información que ya se conocía desde hace semanas de que Calderón estaba auspiciando la creación de grupos paramilitares en las regiones más marginadas de México.

7. La anticonstitucionalidad del proyecto calderoniano de "mano dura" no puede llevar por consiguiente más que a ahondar la grave crisis institucional por la que atraviesa el país. La utilización de las fuerzas armadas en tareas policiales preventivas o judiciales contraviene el texto del artículo 129 que prohíbe a éstas en tiempos de paz ejercer funciones que no tengan "exacta conexión con la disciplina militar". La fusión de la PFP y la AFI (como se denomina ahora a la Policía Judicial Federal) contraviene los artículos 19, 20 y 21 constitucionales, que establecen una división entre prevención y persecución de los delitos: entre la seguridad pública y la administración de justicia. La creación de un Cuerpo Federal de Policía, como el que se pretende, vulneraría de manera flagrante el régimen federal.

8. El combate a la inseguridad ha ido de la mano en América Latina de una contradicción fundamental: los gobiernos corruptos y que hacen de la violación a las leyes una práctica constante no tienen autoridad, ni razón alguna, para combatir a la delincuencia organizada: ellos son la expresión de esa delincuencia organizada. ¿Cómo puede Calderón, que ha violentado el marco constitucional al encaramarse ilegalmente en el poder, que encabeza a un gobierno de facto sustentado en el tráfico de influencias y en el pago de favores a multinacionales y que está subordinado a Salinas y al salinismo, es decir, al narcopoder y a la corrupción institucionalizada, preconizar el respeto a la ley? ¿Con qué autoridad moral y política?

9. Disfrazar a contingentes del Ejército de paramilitares o de policías federales preventivos no implica, por otra parte, no violentar la Constitución, ni le quita tampoco a las fuerzas armadas su responsabilidad en toda esta parafernalia de incompetencia ilegal.

10. Los problemas del país no se pueden enfrentar con una visión militar y un autoritarismo primario, ése que los medios insisten en llamar "la mano dura", pues lo único que se va a lograr es ahondar la crisis nacional.

Mas del sendero del peje

21-12-2006
Estados Unidos y Latinoamérica: resumen de 2006Perspectivas para 2007.

James Petras
Rebelión

Traducido para Rebelión por Félix Nieto y revisado por Caty R.

INTRODUCCIÓN: Escalada de los conflictos militares.

Para entender las relaciones entre EEUU y Latinoamérica en el año que se acaba y la previsible trayectoria que seguirán el año entrante, es obligatorio tener en consideración tres aspectos:
El contexto global de dichas relaciones,
las dinámicas internas de los EEUU y
las consecuencias prácticas y reales politicoeconómicas de las elecciones celebradas en Latinoamérica en 2006.

La política imperialista estadounidense continúa persiguiendo victorias militares en Iraq y en Afganistán, dando apoyo incondicional a Israel en su guerra contra el gobierno democráticamente elegido de Palestina y amenazando con atacar a Irán (por sí mismo o a través de Israel).

En otras palabras, las interminables y costosas guerras en Iraq, Afganistán, Líbano y Palestina continuarán en 2007. Una escalada militar, incluyendo aumento de tropas estadounidenses y gastos para guerras en Oriente Próximo; 800 millones de dólares que se suman a los 3.000 millones anuales para los planes israelíes de atacar Líbano, Palestina y especialmente Irán.

Los comentaristas que interpretan la política estadounidense a través de encuestas públicas de opinión, procesos electorales (la victoria de los demócratas), informes recomendados (Grupo de Estudio sobre Iraq, de Baker), los índices de bajas en Iraq y una predecible retirada gradual, no entienden la lógica de la estrategia política de la Casa Blanca. Para el régimen de Bush, los fracasos militares se deben a la aplicación de una fuerza insuficiente; lo que hace falta, argumentan, son más tropas y más dinero en los presupuestos militares (BBC 16/12/06).

Polarización
En EEUU, Latinoamérica y en el mundo en general se están produciendo divisiones profundas que están conduciendo las políticas y provocando cada vez más conflictos. Las líneas divisorias en EEUU entre los dos partidos sobre el asunto de la confrontación o negociación en Oriente Próximo están muy marcadas.

Por un lado la Casa Blanca, secundada por demócratas que apoyan la guerra, republicanos, presidentes de las principales organizaciones judías, grupos de veteranos derechistas, intelectuales neoconservadores y la mayoría de los medios de comunicación.

En el otro lado se encuentran las minorías de los dos partidos y de los medios de comunicación, la mayoría de la opinión publica, sectores de oficiales del ejército (retirados y en activo) intelectuales y críticos prominentes del lobby sionista y políticos de guerra como Brzezinsky, James Carter y James Baker entre otros.

Divisiones similares aparecen con respecto a la política en Latinoamérica. La Casa Blanca apoyada por los cubanos de Miami, el Pentágono y una minoría de ideólogos derechistas y grupos de empresarios propugna una presión por medio de la fuerza y la intervención en Cuba, Venezuela y Bolivia, apoyando al presidente ilegítimo [de México] Calderón, a los separatistas de Santa Cruz en Bolivia y a otros extremistas autoritarios de la zona.

Con varios grados de oposición, los congresistas liberales y conservadores tienen el respaldo de exportadores del sector agrícola, agencias turísticas, la mayoría de la opinión publica y sectores del Departamento de Estado encabezados por el secretario para los Asuntos Latinoamericanos, Shannon, que apoya un mayor énfasis diplomático, más negociaciones y un acercamiento de las posiciones.

Dentro de Latinoamérica también se han producido divisiones profundas que se recrudecerán en 2007. En México, el régimen minoritario de Calderón se enfrenta a una oposición sin cuartel por parte de la coalición del AMLO, las asambleas populares de Oaxaca, los sindicatos y los movimientos sociales. Cuando lleve a cabo la profundización de la liberación de la economía y la militarización del país para implementar su programa, la polarización se hará aun más grande.

En Bolivia, las elites de empresarios derechistas y los empresarios agrícolas se reagrupan, aprovechándose de las políticas conciliadoras de Evo y su incapacidad para llevar a cabo sus políticas distributivas (de tierras y de salarios) y han consolidado una base de poder en Santa Cruz que ha obligado a Morales a retroceder en sus reformas, aumentando el descontento popular.

Algo parecido ha ocurrido en Ecuador entre los campesinos indígenas de la región andina y los barones de las tierras y banqueros de la costa.

En Colombia la división entre las fuerzas paramilitares aliadas del presidente Uribe y las organizaciones populares civiles (y la guerrilla) se ha incrementado (Boston Globe, 14/12/06).

En Venezuela la polarización entre los socialistas y los social-liberales chavistas (y sus aliados de la oposición 'moderada') saldrá a la luz en 2007 cuando Chávez implemente los cambios en el partido y en el gabinete en su persecución de una agenda socialista.

Estas divisiones internas en EEUU y en Latinoamérica se llevan a cabo dentro de un contexto internacional que radicaliza las confrontaciones nacionales y de clase.

Contexto internacional
Hay dos procesos históricos mundiales que afectan a la política estadounidense con Latinoamérica:
las largas guerras en Oriente Próximo y
la dinámica de crecimiento de los 4 poderes asiáticos, encabezados por China.

Las guerras de Oriente Próximo y del sur de Asia han extendido en demasía a las tropas estadounidenses, lo que ha hecho más difícil el apoyo doméstico a nuevas guerras y han hecho que el presupuesto militar tenga “pocos recursos”.

Estas consecuencias han debilitado la capacidad de EEUU para intervenir en Latinoamérica apoyando un golpe militar y mucho menos para una invasión militar. Como resultado EEUU depende de sus clientes en Latinoamérica para que defiendan allí sus intereses (Calderón, los barones terratenientes de Santa Cruz, García, Uribe).

La dinámica de crecimiento de Asia, principalmente China e India, y su demanda de materias sin procesar (hierro, cobre y petróleo), alimentos y productos agrícolas (como la soja) ha resultado en una competición más grande con EEUU y la UE para el acceso de exportadores y proveedores latinoamericanos, aumentando el precio y los ingresos para los tesoros de Latinoamérica (más excedentes en comercio y presupuestos).

Asia aumenta la diversidad de mercados e inversores para las exportaciones latinoamericanas. Estos cambios reducen la dependencia de la financiación externa (especialmente del FMI) y de los mercados estadounidenses, lo que significa que Washington pierde poder diplomático y político sobre los regímenes latinoamericanos, incluso sobre regímenes neoliberales como los de Lula, Bachelet, Kirchner y Vázquez.

Enfrentado a una pérdida de capacidad militar y al declive de influencia política, Washington se está posicionando en un compromiso entre la línea dura militarista de la Casa Blanca y los negociadores (de mercado) del Departamento de Estado.

La esencia de ese compromiso es aplicar una “política de dos vías”, combinando el apoyo a la oposición subversiva en países donde ésta es poderosa (Bolivia) y negociación donde la oposición es débil (Venezuela). Con respecto a los regímenes neoliberales, que tienen cierto nivel de autonomía (Brasil, Chile y Argentina), Washington pondrá énfasis en las relaciones bilaterales e intentará maximizar las oportunidades económicas, mientras que no hará ninguna concesión hacia los movimientos de masas, especialmente cuando demanden una vuelta atrás en las políticas de privatización.

La política de dos vías se combinará en los casos de Cuba y Venezuela con promesas de diálogo y acuerdos condicionados a importantes concesiones en diplomacia, propiedad e inversiones combinadas con un continuo apoyo financiero a los agentes desestabilizadores.

Latinoamérica: Cambios políticos y respuesta estadounidense.
La respuesta de EEUU, un tanto débil, a los cambios de régimen en Latinoamérica tienen una explicación sencilla: el hecho de que estos cambios no producirán ninguna variación importante en las estructuras socioeconómicas, al menos en un futuro cercano.

La manifestación más nítida de estos efectos marginales de las victorias de centro izquierda es el caso de Lula, que dejó claro, incluso a sus más fervientes intelectuales (Frei Betto, Emir Sader, Joao Pedro Stedile) que consideraba “el izquierdismo como un desorden infantil” (La Jornada, 14/12/06), una reseña muy apreciada en los círculos de empresarios de todo el hemisferio.

Sin duda Wall Street se sintió complacida de que el Partido de los Trabajadores de Brasil votara para que se duplicasen los sueldos de los congresistas, que pasaron de 6.500 a 12.000 dólares mensuales (también se duplicaron los presupuestos mensuales de cada congresista, hasta 75.000 dólares) mientras que aumentaba el salario mínimo 7 dólares, de 159 a 166 (un 1,7% después de la inflación) (Financial Times, 16/17-12/06).

Uno de cada 5 congresistas brasileños (bastantes de la coalición de Lula) están siendo investigados por delitos de corrupción. Especuladores de Wall Street investigados por fraude, a pesar de todo, han recibido cuantiosos bonos de fin de año; se sentirán identificados con los que hacen las leyes en Brasil, quienes se doblaron los sueldos, mientras esperaban los cargos criminales que les fueron imputados.


Contrario a las expectativas de la Casa Blanca, aunque bastante de su agrado, el régimen de Evo perseguía políticas fiscales ortodoxas y austeras encaminadas a los excedentes de presupuestos, evitando cualquier política redistributiva (prácticamente sin expropiaciones de tierra, minas o energía).

Mientras Evo desbarataba los movimientos sociales y se centraba en procedimientos legales interminables, la oligarquía se reagrupaba extendiendo su base de poder en Santa Cruz y amenazando con derrocar al gobierno.

Mientras los oligarcas bolivianos clientes de Washington avanzaban hacia el poder (La Jornada, 16/12/ 2006), Evo Morales continuaba con sus políticas autodestructivas de retórica populista simbólica y más concesiones a las elites. Washington ha mantenido un pie en ambos campos, proveyendo más de 60 millones de dólares en ayuda exterior a Evo e incontables millones a la posición de Santa Cruz, que ha organizado masivas manifestaciones separatistas (HoyBolivia.com, 16/12/06).

La línea blanda de los negociadores (Shannon) reforzó su posición frente a la línea dura de Washington en la política con Venezuela, señalando la victoria electoral de Chávez (63% de los votos) como motivo de reproche (La Jornada, 14/12/06). Shannon ha planteado en Washington que un sector significativo del gobierno de Chávez esta abierto a negociar un pacto que implica congelar el statu quo, atenuar su crítica a las políticas imperialistas de EEUU, consolidar los acuerdos del gas y del petróleo y bloquear cualquier paso encaminado a la socialización de la economía.

Perspectivas para 2007.
La posición internacional de EEUU en 2007 continuará deteriorándose. La próxima escalada militar masiva en Iraq, la transferencia a gran escala de armamento hacia Israel para la amenaza de atacar a Irán, Siria, Hezbolá o Hamás (o a todos a la vez) no disminuirá la resistencia armada en Iraq. Un ataque Israelí a Irán (apoyado por EEUU) extendería la guerra a todos los estados del Golfo Pérsico, incluyendo Arabia Saudí.

El 15 de diciembre de 2006 Bush entregó la “medalla presidencial de la libertad” al extremista israelí Natan Sharansky -que aboga por el genocida “traslado” de todos los palestinos del Gran Israel- simbolizando el encuentro de las mentes del imperialismo militar de Estados Unidos con el brutal colonialismo expansionista israelí. La total ignorancia de nuevas iniciativas diplomáticas (como las recomendaciones del Grupo de Estudio para Iraq de Baker), es el resultado de una combinación de fuerzas del poderoso lobby proisraelí y el de Bush-Cheney y Rice en la Casa Blanca.

Washington, a causa de su enorme presencia militar en Oriente Próximo, seguirá su política de las dos vías en Latinoamérica. La Casa Blanca apoyará a sus clientes en el poder (como Uribe, Calderón y García); el Estado, el Tesoro y los departamentos de comercio llegarán a acuerdos comerciales con los regímenes neoliberales más 'autónomos' como el de Lula, Bachelet, Vázquez y Kirchner, para distanciarlos de Cuba y Venezuela y estrechar sus relaciones con EEUU.

Con respecto a Bolivia, Washington continuará presionando a Evo para que aplique más concesiones a la coalición cívico-oligarca de extrema derecha con base en Santa Cruz, permitiendo a las elites locales enarbolar la bandera de los intereses imperialistas estadounidenses.

En Venezuela la política de las dos vías intentará agrandar las diferencias políticas entre el movimiento chavista, con el fin de bloquear nuevas iniciativas de Chávez hacia una mayor socialización y para promover una nueva configuración política de opositores moderados y chavistas liberales.

El punto más flojo en la estrategia de Washington hacia Latinoamérica es el resurgimiento de movimientos sociopolíticos como los que estallaron a finales de los 90 y principios del nuevo siglo: el MST en Brasil, los trabajadores, campesinos e indígenas en Bolivia y en Ecuador, el levantamiento popular en Oaxaca y las protestas en las elecciones en México, están en proceso de reagrupamiento y todos ellos sin haber sufrido una sola derrota. Los principales movimientos populares mantienen sus estructuras organizativas y han recuperado su independencia política. Pronto volverán a ser capaces de provocar nuevos levantamientos y confrontaciones políticas con las oligarquías en el poder o con las tropas de choque en las calles.

El año nuevo no promete más de lo mismo; comenzará con una considerable escalada militar en Oriente Próximo pero es muy probable que acabe con una debacle de mayores proporciones, asegurando una mayor crisis política y aumentando la inestabilidad económica en Oriente Próximo, Latinoamérica y EEUU.

El debilitamiento del régimen político estadounidense abrirá nuevas oportunidades para una ruptura decisiva con el imperio estadounidense, con la condición de que los resurgentes movimientos sociopolíticos puedan sobreponerse a los obstáculos que les pondrán las nuevas elites políticas formadas por antiguos izquierdistas y las oligarquías tradicionales.

Félix Nieto es traductor de Rebelión. Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.

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ESPURIO FECAL PELELE
PRESIDENTE DE MEXICO

Del sendero del peje

MESÍAS TROPICALES, INTELECTUALES DESHONESTOS Y PROFETAS NEOLIBERALES BOREALES

* El temor al trópico peligroso
* Krauze: descalificaciones ad hominem, no a la discusión de ideas
* Krauze y sus contactos con la derecha internacional: Su colaboración con los promotores del Miedo del CPD, el Comité Para el Peligro Actual, sus acciones en el pasado, el presente, y en esta ocasión, su futuro incierto, para bien de la humanidad.
* Los Amigos de Krauze: Paul Wolfowitz, Richard Peerle, José María Aznar...
* Milton Friedman: El Hombre que escribió las reglas del Neoliberalismo, maestro de los Chicago Boys,el promotor de la "libertad" que aplaudió a Pinochet
* El fracaso neoliberal en Chile. El verdadero milagro socialdemócrata Keynesiano.


Para repasar, un extracto del excelente artículo de Víctor Toledo en la edición de la Jornada del pasado 15 de diciembre:

TODOS SOMOS MESÍAS TROPICALES
Nada peor para las elites, tras 24 años de aplicación continua de recetas neoliberales a los males del país (sin que estos cedieran), que la aparición de un dirigente tropical nacido entre las selvas, identificado con un pez de los pantanos de una región indígena, entrenado en las escuelas públicas y enrolado como profesionista con las luchas sociales de los más necesitados, para encabezar una opción electoral alternativa y crítica.

Quizás por ello, ningún otro candidato presidencial de la historia reciente ha sido tan furiosamente estigmatizado por la acción orquestada de sus opositores que Andrés Manuel López Obrador (AMLO): partidos políticos, medios masivos de comunicación, organizaciones empresariales, círculos religiosos, periodistas, intelectuales. El linchamiento ha sido, para decirlo con decencia, desusado. He registrado en vivo la rabia descomunal, incontrolada, contra el dirigente tropical en los rostros, palabras o letras no solamente de ciudadanos comunes y corrientes, sino especialmente de miembros de los sectores más privilegiados y exquisitos: profesionistas exitosos, empresarios, ex rectores, periodistas bien habidos. ¿Por qué desquicia tanto la figura de quien ideológicamente es un socialdemócrata más?

La clave está en la que sin duda es la obra maestra dentro de esta cruzada: el texto de Enrique Krauze Kleinbort, "El Mesías Tropical" (Letras Libres 90, junio del 2006). El ensayo, que trató de aparecer como un análisis objetivo e intelectualmente legítimo, es en realidad un complejo montaje ideológico dirigido a generar reacciones de temor entre las elites ilustradas (y no tanto), invocando una vez más los peligros de lo tropical.

El ensayista no sólo adoptó una clara posición ideológica y política (y el pecado no está en el atrincheramiento sino en la validez de sus argumentos), sino que instrumentó una pieza literaria en donde el mensaje final es de nuevo la exacerbación de la "pasión tropical" como causa de los males, en este caso la supuesta destrucción de la democracia o, para decirlo en sus propias palabras: "el descarrilamiento del tren de la democracia". Pieza ejemplar en la manipulación subliminal de una percepción inconciente construida a través de la historia, el ensayo de Krauze Kleinbort está a la altura de las nuevas creaciones psico-políticas generadas desde el Pentágono norteamericano o desde las nuevas y poderosas iglesias para influenciar y dirigir las mentes ciudadanas.

Su mayor virtud es que, como agudo intelectual de la derecha, supo captar con gran destreza aquellos rasgos de la historia y de la personalidad de AMLO que más inquietan, irritan y atemorizan a las minorías del país: "Tengo desconfianza de AMLO ­afirmó durante un seminario en el Centro Woodrow Wilson de Washington DC- y lo encuentro perturbador por razones de su personalidad y las razones no son razones morales sino razones psicológicas".
¿Cómo descalificar a un candidato presidencial mediante un análisis supuestamente psicológico, en vez de ofrecer argumentos, tesis o razonamientos sobre propuestas políticas o posiciones ideológicas? ¿No resulta extraño que la larga lista de artículos de opinión aparecidos en los últimos meses contra AMLO estén centrados justamente en sospechosos aspectos personales y casi nunca sobre sus planteamientos políticos contra el neoliberalismo? Uno lee serenamente el último discurso de AMLO (20 de noviembre) y lo que menos se observa, en el contenido y en la intención, es el desbordante "mesías tropical" construido por la imaginación de Krauze Kleinbort.

La validez del "mesianismo tropical" como categoría sociológica (y política), como fuente de una conflictividad que impide el desarrollo de la democracia y alienta la violencia humana es prácticamente indemostrable. Por un lado difícilmente pueden encontrarse temperamentos agresivos en las culturas originarias tropicales (en México destacan los tratos delicados y hasta elegantes de huastecos, totonacos, zoques, chontales o mayas yucatecos). Por el otro no puede soslayarse el hecho de que la palabra genocidio se inventó en 1944 en las tierras nada tropicales de Europa, donde tuvo lugar la etapa más violenta y destructiva de la especie: 103 millones de muertos en dos guerras mundiales. No son pues los temperamentos de la jungla, del calor, de los tambores y del baile los que esconden y acumulan energías destructoras de lo civilizado sino justamente sus contrapartes.

El ensayo de Krauze fue ampliamente difundido por su autor a través de puntuales entrevistas por cadenas de radio y televisión y en la prensa (véase Diario Monitor, junio, 13, 2006 y Milenio, junio, 11, 2006), reproducido en innumerables blogs de la derecha (incluyendo el proto-fascista "México en Peligro, 2006"), y alcanzó su cenit cuando fue enviado de manera gratuita a miles de clientes por el gerente de Banamex. Dicho con suavidad, no fue un texto digamos "intelectualmente neutro", como tampoco lo fue el manifiesto de 126 intelectuales confirmando la limpieza de las elecciones que fue usado por el PAN como parte de sus pruebas fehacientes en el Tribunal Electoral.

La lección develada es que hoy en día buena parte de las fuerzas intelectuales conservadoras y reaccionarias perviven ocultas (están disfrazadas) entre aquellos que mejor representan la "objetividad científica", el "triunfo de la racionalidad civilizatoria", la razón instrumental, el control de la pasión, la sujeción de lo incivilizado o, en suma, la "modernidad templada". Y esta manipulación epistemológica, que encarna una poderosa violencia sutil, es la heredera de una percepción geográfica e histórica que derivó en la sujeción de las regiones y poblaciones tropicales del mundo (Africa negra incluida) por sus contrapartes templadas.

Por todo lo anterior, habremos de ver cómo las elites atemperadas de los altiplanos centrales y nortes de México serán asediadas y sacudidas por la pasión política de quienes reclaman una vida digna y un país justo. AMLO será o no rebasado, pero la catarsis de tantas décadas de injusticia provendrá de las regiones más cálidas y húmedas de la República: Chiapas, Oaxaca, Veracruz, las costas del Pacífico, la "tierra caliente" de Guerrero y Michoacán, la plataforma yucateca, las Huastecas, las junglas de Quintana Roo. Y probablemente, quién lo puede negar, entre los gritos de la muchedumbre uno será especialmente vigoroso: ¡Todos somos mesías tropicales!

Pero vamos escarbando un poco más en la hipocresía intelectual de Krauze, que se desgarra las vestiduras aquí por las supuestas "tendencias antidemocráticas" de López Obrador, pero se alía con los promotores de la democracia del terror de Norteamérica, de este excelente artículo del Asia Times, se nota la función que hace Krauze como promotor internacional del "Partido de la Guerra", el Comité sobre el Peligro Actual, (CPD por sus siglas en inglés, y cualquier similitud con la campaña del peligro para México no es coincidencia) que ha dejado con las acciones que ha promovido cientos de miles de muertos en Irak y el Medio Oriemte, millones de pobres en Norteamérica:

USA: Peligro, peligro en todas partes
Así se define a sí mismo el CPD moderno:
"Dos veces antes en la historia americana, el Comité sobre el Peligro Actual se ha alzado ante este reto. Emergió en 1950 como una organización bipartidista de educación y promoción dedicada a construir un consenso nacional para la política de la administración Truman de "contenimiento" al expansionismo soviético (política que creó la Guerra Fría y la carrera armamentista, así como el apoyo norteamericano a las dictaduras militares en Latinoamérica y Asia) En 1976, el Comité sobre el Peligro Actual renació, con liderazgo desde el movimiento laboral, representantes bipartidistas de la comunidad de política exterior, académicos, todos ellos preocupados por un cambio estratégico en la política de seguridad de EU y determinó apoyar políticas encaminadas a llevar la Guerra Fría a una conclusión exitosa.
En ambos períodos, la misión del Comité fue clara: crear conciencia de la amenaza a la seguridad norteamericana; comunicar el riesgo inherente en aplacar el totalitarismo; y contruir el apoyo para una política asertiva de promoción de la seguridad de los Estados Unidos, aliados y amigos. Como la Guerra Fría, asegurar nuestra libertad contra el terrorismo organizado es una lucha de largo tiempo. El camino a la victoria empieza con una clara identificación de la amenaza cambiante y la consecución vigorosa de políticas para contenerla y vencerla."
(La segunda versión, con su influencia sobre el gobierno norteamericano, creó las milicias islámicas para luchar contra los soviéticos que terminaron transformándose en Al-Qaeda, negoció con los iraníes en la crisis de los rehenes en 1979, financió y dotó de armas de destrucción masiva al Irak de Hussein en su guerra con Irán, armó a la Contra Nicaragüense, dio su apoyo a los escuadrones de la muerte en Sudamérica, Guatemala y El Salvador)
"¿Tendrá este nuevo partido de la guerra éxito, como sus predecesores tuvieron, en ganar nuevos apoyos del público y los políticos para lo que este último CPD describe como IV Guerra Mundial? ¿O los Estados Unidos rechazarán las políticas de miedo y odio esta vez, y se moverán hacia un más mesurado, menos militarista curso en las relaciones internacionales -uno que garantice la seguridad nacional sin lastrar a Estados unidos con nuevas guerras y un egoísta complejo militar industrial?"

Lo que se decía del primer CPD:

"Un senador rechazó la campaña de miedo del grupo de internacionalistas republicanos y de ciertos Demócratas clave. "El Comité para el Peligro Actual, es el mismo viejo negocio, el mismo cuento de vendedores, la misma vieja determinación para poner a América en el camino del desastre".
"El congresista John T. Wood tiró el guante: "Es tiempo de pensar y hablar y actuar como americano y llamar a esos internacionalistas por lo que son - traidores potenciales a los Estados Unidos".
"Al final, los militaristas y liberales se salieron con la suya. Tuvieron éxito en provocar un extenso miedo entre el público estadounidense de que "ahí vienen los rusos. Pero la campaña de miedo y las evaluaciones exageradas de la amenaza soviética tendrían consecuencias indeseadas en las siguientes décadas que colocarían una cuña divisora en la vida pública y política de los Estados Unidos."

El segundo CPD:

"...formado en 1976, fue una escisión de la Coalición por una Mayoría Demócrata (CDM) que era un grupo de halcones (militaristas agresivos) del partido Demócrata que estaba en desacuerdo con la influencia creciente de progresistas y activistas pacifistas dentro del partido."
"El CPD libró batallas de "evaluación de amenazas" con la CIA y otras agencias gubernamentales, y sus campañas de "educación pública" para promover su mensaje de "Paz a través de la Fuerza" tenían implicaciones financieras para las corporaciones que habían sufrido ganancias decrecientes desde mediados de los 60's. CPD II fue parte de una amplia movilización de los negocios a finales de los 70's que promovió una agenda conservadora para impulsar las ganancias de los fabricantes de armas y proveedores de servicios al complejo militar-industrial."
"A 4 años de la fundación del CPD II, 46 de sus miembros se unieron a la fuerza de tarea consultiva de política exterior del presidente electo Ronald Reagan. El mismo Reagan era miembro del CPD II. Para el final del primer período de Reagan, 32 miembros del CPD se habían unido a su administración, y para 1988 más de 50 miembros del comité habían servido en la cúpula del aparato de seguridad Nacional".
"...neoconservadores como Paul Wolfowitz, Richard Perle, Elliot Abrams, Gaffney, Feith, Charles Horner y Ben Wattenberg... Entre 1981 y 1985, los gastos militares brincaron al 32% en términos reales -haciendo la expansión militar de Reagan la más grande en tiempos de paz de la historia norteamericana."

Paul Wolfowitz es ahora el director del Banco Mundial. Además, fue el autor intelectual de la actual Guerra de Irak y de la política de agresión de Israel hacia los palestinos y el Líbano. En México, uno de los hombres más ligados a este siniestro personaje es nada más y nada menos que Luis Téllez, flamante Secretario de Comunicaciones y Transportes, que representa poderes mucho más grandes de lo que su puesto representa, al ser representante en México de los intereses de la extrema derecha norteamericana y de los intereses directos de la familia Bush, además de representar los intereses de las televisoras mexicanas. Con ese respaldo, es un hombre mucho más poderoso que Calderón, y su inclusión en el gabinete es simple reconocimiento de ese poder. Georgina Kessel, al igual que Calderón, es una figura decorativa para cubrir formalidades, Téllez efectivamente, es quien mueve los hilos en el gobierno pelele actual.

El actual CPD:
"El nuevo comité "está dedicado a proteger y expander la democracia apoyando políticas encaminadas a ganar la guerra global contra el terrorismo y los movimientos e ideologías que lo impulsan". Aunque la membresía del CPD se ha incrementado desde mediados de 2004, sigue siendo un grupo mayoritariamente Republicano con un puñado de halcones demócratas y con una gran membresía judía. Nominalmente apartidista, CPD III incluye varios halcones liberales, notablemente Joseph Lieberman, Stephen Solarz y Dave McCurdy, pero es mayoritariamente un comité de neoconservadores, ex-oficiales republicanos, ricos ejecutivos y figuras del complejo militar-industrial."
"El tercer CPD apunta a elevar el nivel de miedo entre los norteamericanos declarando que los Estados Unidos están inmersos en la IV Guerra Mundial, pero no ha dedicado suficientes recursos para la batalla global. Pero después de 5 años de declaraciones de amenazas exageradas por los neoconservadores y la administración Bush-muchos de los cuales han sido públicamente exhibidos, como las supuestas armas de destrucción masiva y las conexiones entre Saddam Hussein-Osama bin Laden que se comprobaron sin fundamento en Irak- el CPD enfrenta un reto mayúsculo en ganar aceptación a su llamado para que el gobierno norteamericano expanda su mal encaminada "guerra contra el terrorismo" y su cruzada misionera para extender la "libertad".
"El nuevo Comité para el Peligro Actual tal vez sea el primer CPD que sea incapaz de vender su versión alarmista del "Peligro Actual".

"Los miembros internacionales del CPD son:José María Aznar (ex-primer ministro de España), Edmon Aphandery (presidente de Caisse Nationale de Prevoyance), Vaclav Havel (ex-presidente de la República Checa), Akbar Atri (miembro del comité central de Takhin Vahdat, descrito por el CPD como "la organización democrática de estudiantes más grande de Irán), Saad al-Din Ibrahim (presidente del Centro para el Desarrollo de Egipto), Enrique Krauze (historiador mexicano), Helen Szamuely (científica política británica) y David Pryce-Jones (editor jefe de National Review)".

Como ven la jugada de Krauze en las pasadas elecciones, fue principalmente encaminada a promover el terror entre los mexicanos, a descalificar con falsos argumentos a López Obrador, a promover el voto del miedo, como había sido difundido por sus compinches extranjeros, con especial dedicatoria de Aznar. Tal entregismo y traición es tan conocido de la derecha mexicana histórica, que no de balde, el PAN no quiere para nada ser identificado como un partido de derecha, porque sabe que al ser reconocido como tal necesariamente habría de reconocerse en este partido a los vendepatrias y traidores históricos que fueron el Partido Conservador del siglo XIX, que con su rebelión contra el gobierno liberal permitieron la pérdida de más de la mitad del territorio en la invasión norteamericana, la imposición del imperio de Maximiliano con su política apátrida y entreguista, la polarización social y miseria que promovió en su tiempo el Partido Científico de los porfiristas, y la imposición de las políticas neoliberales en México con el gobierno de Salinas y la "victoria cultural del PAN" que representó el salinismo y que tanto celebrara Carlos Castillo Peraza, padre político de Calderón.


Y sobre Milton Friedman, fallecido recientemente, hay que ver lo que se dice de su herencia en el mundo:
EL HOMBRE QUE ESCRIBIÓ LAS REGLAS
Por Walden Bello

Mientras los economistas alaban al recientemente fallecido Milton Friedman por ser "un campeón de la libertad cuyo trabajo transformó la economía y cambió el mundo", como un anuncio a página completa en el New York Times lo puso, la gente en el mundo en desarrollo va a recordar al profesor de la Universidad de Chicago como el ojo de un huracán humano que dejó una estela de destrucción a través de sus economías. Para ellos, Friedman va a ser asociado con dos cosas: la reforma de libre comercio en Chile y "ajustes estructurales".

Poco después del golpe contra el gobierno de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, los graduados chilenos del departamento de economía de Friedman, que después fueron apodados "los Chicago Boys", tomaron el mando de la economía y lanzaron un programa de transformación económica con una venganza ideológica. Friedman fue citado comúnmente diciendo que la libertad política va mano a mano con la libertad de mercados. La ironía de que las bayonetas de una de las más sangrientas dictaduras latinoamericanas impusiera un paraíso de la libertad de mercados en Chile no pudo haberle escapado al gurú.

Aún así Friedman visitó a Chile durante la dictadura, dando su bendición al libre mercado radical, al empuje a las exportaciones del régimen, alabando al dictador chileno Augusto Pinochet por su "libre mercado como cuestión de principios" y dando conferencias como "La fragilidad de la Libertad" que sonaba irónica en el contexto chileno.

En tanto él acusaba a sus críticos de "estorbosos y agitadores" con las denuncias de los abusos a los derechos humanos del régimen, Friedman se enorgullecía de haber proporcionado la inspiración doctrinal para lo que él describía como el "Milagro Chileno". Después de que terminaran con ello, ciertamente Chile fue transformado radicalmente- para empeorar.

Las políticas de libre mercado causaron al país dos depresiones mayúsculas en una sola década, primero en 1974-74, cuando el producto interno bruto (PIB) se desplomó el 15%. Contrariamente a las espectativas ideológicas acerca del libre mercado y el crecimiento robusto, el crecimiento promedio del PIB en el período 1974-89 -la fase radical Jacobina de la revolución Friedman-Pinochet- fue sólo del 2.6%. En comparación, con un mayor rol del estado en la economía durante el período 1951-71, la economía de Chile creció 4% anualmente.

Al final del periodo del libre mercado radical, tanto la pobreza como la inequidad se habían incrementado significativamente. La proporción de familias viviendo debajo de la "línea de miseria" se había incrementado del 12% al 15% entre 1980 a 1990, y el porcentaje viviendo debajo de la línea de pobreza, pero sobre el nivel de miseria, se incrementó del 24% al 26%. Para el final del régimen de Pinochet, alrededor del 40% de la población chilena, o 5.2 millones de una población de 13 millones, era pobre.

En términos de distribución de la riqueza, la combinación del crecimiento errático con la liberación radical del comercio resultó en una "desindustrialización en el nombre de la eficiencia y evitar la inflación", como lo describió un economista. La participación de las manufacturas en el PIB declinó de un promedio del 26% a finales de los 60's al 20% a finales de los 80's. Muchas industrias metalúrgicas y relacionadas se hundieron en una economía orientada a las exportaciones que favorecía la producción agrícola y la extracción de recursos.

MITIGANDO EL FRIEDMANISMO
La fase radical Friedman-Pinochet de la contrarrevolución económica Chilena llegó a su fin a principios de los 90's, después de que la Concertación de Partidos por la Democracia llegara al poder. En violación del Friedmanismo clásico, esta coalición de centro-izquierda incrementó el gasto social para mejorar la distribución de la riqueza en Chile, disminuyendo la proporción de la gene viviendo en la pobreza del 40% al 20% de la población. Esta cautelosa modificación "Keynesiana", que incrementó el poder adquisitivo interno, contribuyó al crecimiento anual promedio post-Pinochet del 6%.

Sin embargo, sin deseos de confrontar a la clase alta, el régimen social-demócrata mantuvo los contornos neoliberales básicos de la política económica, continuando con los altos niveles de pobreza, desempleo y desigualdad. También, el continuo énfasis en las exportaciones agrícolas y de recursos naturales ha creado tremendas tensiones ambientales. La sobre-pesca a lo largo de las costas chilenas ha ido mano a mano con la desestabilización ecológica por la extensión tierra adentro de las granjas de salmones frescos y mejillones.

Una boyante industria de exportación de maderas ha producido el crecimiento de las plantaciones de árboles a expensas de los bosques naturales, con el resultado de que Chile se convirtiera en el segundo país más deforestado de Latinoamérica después de Brasil. La administración ambiental es ampliamente reconocida como inefectiva, siendo consistentemente subvertida por los imperativos del crecimiento orientado a las exportaciones.

EXPORTANDO LA "REVOLUCIÓN"
Chile fue el conejillo de indias del paradigma del libre mercado impuesto en otros países del Tercer Mundo.

Empezando en los principios de los 80's, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial sometieron alrededor de 90 naciones en vías de desarrollo y economías post-socialistas a los "ajustes estructurales" del libre mercado. De Ghana a Argentina, la participación del estado en la economía fue drásticamente bloqueada, las empresas del gobierno pasaron a manos privadas en el nombre de la eficiencia, las barreras proteccionistas en las importaciones fueron eliminadas totalmente, las restricciones en inversión extranjera fueron retiradas y, a través de políticas de prioridad a las exportaciones, las economías domésticas fueron integradas más ajustadamente en el mercado capitalista mundial.

Las políticas de ajuste estructural (SAP, por sus siglas en inglés), que pusieron el escenario para la acelerada globalización de las economías de los países en desarrollo durante los 90's, crearon la misma pobreza, desigualdad y crisis ambiental en la mayoría de los países que las políticas de libre mercado en Chile, sin el crecimiento moderado de la fase post-Friedman-Pinochet. Como admitiera el economista en jefe del Banco Mundial para África,"no imaginamos que el costo humano de estos programas pudiera ser tan grande, y que las ganancias económicas tardaran tanto en llegar." Las SAP quedaron tan desacreditadas que el Banco Mundial y el FMI pronto cambiaron sus nombres a "Manuales de Estrategias de Reducción de la Pobreza" a finales de los 90's.

A pesar de haber sido universalmente visto como disfuncional, el libre mercado y las políticas de ajustes estructurales han sido tan profundamente institucionalizadas que continúan reinando. El legado de Milton Friedman estará con el mundo en desarrollo por un largo tiempo. Ciertamente, la inscripción más apropiada para la lápida de Friedman viene del Julio César de William Shakespeare: "El mal que hacen los hombres vive después que ellos, el bien es comúnmente enterrado con sus huesos"

Walden Bello es profesor de Sociología en la Universidad de Filipinas y director ejecutivo del Instituto Enfoque en el Sur Global basado en Bangkok.

COMENTARIO: Una de las más dramáticas manifestaciones de las nefastas consecuencias del neoliberalismo se puede observar en la ex-Yugoslavia. En los 3-4 años previos a su sangrienta guerra civil, Yugoslavia fue sometida a la "terapia de choque" neoliberal que terminó generando un elevadísimo porcentaje de desemplados, el 70% de la población económicamente activa; la gente desesperada y hambrienta fue presa fácil de líderes demagogos, desde el neofacista Franco Tudjman al "comunista" Slovodan Milosevic, desencadenando una guerra fraticida en la que la gente se exterminó bajo en el nombre de las diferencia religiosas o étnicas, pero en el fondo el motor de la matanza fue la gran miseria fruto del neoliberalismo. Testigo presencial fue Epigmenio Ibarra, por lo cual no son sorprendentes sus semanales condenas a nuestra estúpida clase política y egoístas oligarquías, que siguen con su lira mientras las llamas de la división y la miseria empiezan a devorar al país.

posted by Tlan2007 at 12:10 AM | 0 comments
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PRESIDENTE DE MEXICO