Maquiavelo de rancho
El miedo, arma políticaEs Maquiavelo quien con toda objetividad, sin emitir juicio de valor, en El príncipe, analizó cómo se hacen obedecer los gobernantes; hay dos formas, decía, haciéndose amar por sus súbditos -ahora diríamos por los gobernados-, o haciéndose temer. La obediencia, el sometimiento de los más a los menos, era el objetivo de aquellos príncipes crueles, refinados y absolutos, que Nicolás Maquiavelo tomó como modelos y describió en su conocida y brillante obra, precursora de la ciencia política. No desdeñó, por supuesto, describir que junto al temor podían usarse el engaño, la simulación, la traición, como instrumentos de quienes mandan, y luchan entre ellos por el mando. Al florentino no le interesaba si los fines perseguidos fueran válidos, socialmente positivos, buenos para los pueblos o si fueran tan sólo buenos para el tirano y su camarilla de amigos y aduladores, de sirvientes y guerreros; el punto de la validez de los fines, así como el de la validez de los medios, quedó siempre fuera del enfoque intelectual de Maquiavelo, deslumbrado por la realidad que conoció a fondo y describía. Hay, por supuesto, otra forma distinta de hacer política, en la que los valores y el interés social iluminan y orientan por igual fines y medios. No sólo las metas de una acción política deben ser constructivas y positivas, socialmente hablando, sino que -y esto es fundamental- también deben serlo los medios empleados; con ello preservaremos a la sociedad de su degradación. Lo anterior, porque es evidente que el gobierno actual, formado por panistas y priístas en lazo estrecho, está empleando cada vez más, para imponer sus medidas legislativas a favor del injusto neoliberalismo y para obtener respeto y obediencia, medios y métodos descalificados, como el temor, y aun el terror. En esto, como en el amasar fortunas de la noche a la mañana y ligar grandes negocios, los panistas han resultado aprovechados alumnos del priísmo. Un extremo alcanzado es al que llegó Miguel Angel Yunes, quien consciente del efecto de sus palabras, se atrevió a lanzar la amenaza en contra de quienes se amparen contra la Ley del ISSSTE, advirtiéndoles que pondrían en riesgo los servicios que este instituto -que el conocido veracruzano dirige- debiera prestarles. La simple mención de la posibilidad de perder derechos, dicha por quien encabeza la institución, puede hacer dudar a muchos en su intención de defenderse de un atropello. La amenaza encubierta y ladina aumentó su efecto intimidatorio con la inmediata repetición por el eco automático de los comunicadores adictos al sistema (algunos a sueldo) que, con diversos matices y comentarios, y a veces en broma y otras con apariencia de serias y sesudas y voz engolada, se hace por radio y televisión. A la amenaza que encierra la inclusión en el Código Penal del delito de terrorismo, a los retenes, cateos, desalojos, disparo de armas de guerra en ciudades habitadas, vuelos rasantes, grupos de elite, armas por dondequiera, uniformes camuflados y otros instrumentos militares, se suma hoy una aberrante acción maquiavélica (de un experto en el tema) que consiste, en concreto, en decir: si peleas por tus derechos, si reclamas, si acudes a un recurso jurídico, te puede ir muy mal: no sólo no alcanzarás lo que buscas, sino que puedes perder lo poco que te hemos dejado. Por supuesto que esta amenaza no tiene fundamento: los servicios, especialmente los de salud, no pueden suspenderse, pero la advertencia quedó hecha, y nos indica a qué clase de gobernantes se enfrenta la ciudadanía que lucha por sus derechos, su libertad y la justicia social. |