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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

dimanche 13 mai 2007

BRASIL

Jornada

Advierte el Papa a los narcotraficantes: "deberán rendir cuentas a Dios"

Aborto, asunto de salud pública, no ideológico: gobierno de Brasil

Mensajes de Benedicto XVI, sin eco oficial en el tercer día de su visita al país sudamericano

Movimientos católicos se pronuncian por reorientar el trabajo de la Iglesia con los pobres

Grupos feministas protestan en varios estados por exaltación de la virginidad y la castidad

DPA , AFP , REUTERS

El papa Benedicto XVI, durante su visita al centro de rehabilitación Hacienda de la Esperanza, ubicado en el municipio de Guaratinguetá, Brasil
El papa Benedicto XVI, durante su visita al centro de rehabilitación Hacienda de la Esperanza, ubicado en el municipio de Guaratinguetá, Brasil Foto: Reuters

Aparecida, Brasil, 12 de mayo. Los mensajes del papa Benedicto XVI durante su visita a Brasil han encontrado resistencia, luego de que el ministro de Sanidad, José Gomes Temporao, recordó que el aborto es asunto de salud pública y no de ideología. La visita coincide con la discusión en el país sobre la despenalización de la interrupción del embarazo.

En ese contexto, obispos brasileños admitieron hoy que dicha resistencia es un obstáculo para cumplir la misión papal encomendada en esta visita: reafirmar la fe católica sin renunciar a los rígidos principios de la doctrina.

Aunque Brasil es el país con más católicos del mundo, esos creyentes luchan dentro y fuera de la Iglesia por cambios en la rígida doctrina del Vaticano, por lo que de entrada se mostraron reticentes a la prédica del Papa contra el aborto y sus llamados a los jóvenes a la castidad, a lo cual se sumó la determinante defensa del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva del Estado laico.

En ese contexto, Benedicto XVI se trasladó este sábado de Aparecida al municipio de Guaratinguetá, donde condenó a los narcotraficantes y dijo que "deberán rendir cuentas a Dios por el daño que están causando a jóvenes y adultos en América Latina", y pidió a 2 mil jóvenes que se recuperan ahí de adicciones a las drogas que sean los "embajadores de la esperanza".

Al visitar el centro católico de recuperación de adictos Hacienda de la Esperanza, donde se mostró efusivo y relajado, equiparó el narcotráfico con los abusos contra los "pequeñitos", en una alusión a un pasaje evangélico utilizado por la Iglesia para referirse a la pederastia. Además, aprovechó para condenar la sociedad de consumo.

Su discurso fue presenciado por unas 7 mil personas, entre ellas unas 2 mil rehabilitadas en esa finca de 250 hectáreas. La institución fue creada por el sacerdote alemán Hans Stapel en 1983, y hoy tiene filiales en Alemania, Filipinas, México, Paraguay, Argentina, Guatemala, Rusia y Mozambique.

En su visita, Benedicto XVI donó 100 mil dólares, expresaron fuentes del Vaticano. Luego, al concluir el acto, regresó a Aparecida para almorzar con los obispos de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam).

La disidencia en el seno de la Iglesia era hoy evidente en la ciudad-santuario de Aparecida do Norte, donde cientos de representantes de movimientos de base de la Iglesia católica se dieron cita para defender una actuación eclesial volcada hacia los más pobres, más cercana a la Teología de la Liberación, duramente combatida por el Papa.

En un discurso ante miembros de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, interpretado como anticipo de lo que dirá este domingo en la inauguración de la quinta conferencia, Benedicto XVI fustigó a los religiosos que dan "preferencia a las cuestiones ideológicas y políticas, incluso partidarias".

Pero la dura condena papal al aborto -que ha sido reiterada desde que llegó a Brasil, el miércoles- no logró convencer el gobierno del presidente Lula da Silva de desistir de su proyecto de abrir un debate sobre la despenalización de esa práctica, que actualmente se discute en el Congreso.

Además, las normas morales defendidas por Benedicto XVI desataron la ira de grupos feministas, que realizaron protestas en varias ciudades brasileñas. También el ministro de Sanidad, José Gomes Temporao, defendió el aborto como "asunto de salud pública" y abogó por un referéndum en la materia.

La secretaria de Derechos de la Mujer, Nilcea Freire, fue otra de las que consideró que la prédica papal de la castidad y la virginidad antes del matrimonio es "una decisión absolutamente individual", pero incompatible con los programas oficiales de prevención de las enfermedades sexualmente transmisibles.

Del mismo modo, el Movimiento de los Sin Tierra criticó las prédicas ortodoxas de Benedicto XVI. Incluso, durante la permanencia del Papa en Sao Paulo miles de fieles católicos salieron a las calles para repartir un manifiesto en el que critican la posición del Vaticano, contraria al uso de preservativos, anticonceptivos, el divorcio y las uniones entre homosexuales.

Por lo tanto, obispos brasileños admiten que las resistencias de católicos a las políticas de Roma son un obstáculo para que cumplan la misión que les encomendó ayer el Papa: evangelizar a todos y cada uno de los católicos, sin renunciar a la defensa de los rígidos principios de la doctrina de Roma.

En la asamblea general que se instalará este domingo con una misa campal, se estima que asistirán unas 500 mil personas, frente a la basílica de Nuestra Señora de Aparecida, donde la Celam, que se reúne por vez primera después de 15 años, deberá definir las prioridades de la Iglesia para la próxima década en el continente, donde viven casi la mitad de los mil 100 millones de fieles católicos.

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