Villa del terror
Las monjas censuran clases y temas ''no convenientes'' Villa de las Niñas, en manos de ''fanáticos'': ex profesorAfirma que varias alumnas tuvieron desmayos y amenorrea Las estudiantes que salieron del internado Villa de las Niñas deben exponer por escrito las razones por las cuales dejaron la institución y luego solicitaron su reingreso. El documento debe ser firmado por la alumna y sus padres Foto: Mario Antonio Núñez López Madrid, 10 de abril. Oscar Santiago Salinas, profesor mexicano de 30 años que cursa un doctorado en Madrid, conoció de primera mano la realidad ''espeluznante'' y ''extraña'' del internado Villa de las Niñas, administrado por la congregación religiosa Hermanas de María, en Chalco, estado de México. A pesar de tener ''miedo'' a posibles represalias de ese ''grupo de fanáticos'', Santiago Salinas habla sobre su experiencia de seis meses como profesor, indignado al enterarse de los malestares que padecen sus ex alumnas. En entrevista, este joven oriundo de Nezahualcóyotl acusó a la congregación de monjas de someter a las niñas a duros castigos, a una disciplina férrea y a tratamientos con medicamentos no avalados por la Secretaría de Salud, que, dice, hacían que las adolescentes dejaran de menstruar. -¿Cómo llegó a Villa de las Niñas? -Gracias a la bolsa de trabajo de la UNAM, donde cursaba clases. Me ofrecieron trabajo como profesor de la materia de estructura socioeconómica de México en el último grado de bachillerato. Impartí clases en el primer semestre de 2004 con un salario muy bajo, inferior al que suelen pagar en las escuelas públicas. -¿Cuál fue su primera impresión? -Lo primero fue cierta sorpresa, pues yo sabía que era un colegio, pero desconocía sus condiciones, así que el primer día que di clases fue muy duro, a tal punto que ya no quería ir al día siguiente. No comprendía por qué los profesores teníamos que estar las ocho horas de clases de pie ni por qué las monjas nos vigilaban permanentemente. Después descubrí otras muchas cosas que no me gustaron. -¿En sus clases había monjas? -Sí, todo el día estaban en la ventana observando y escuchando lo que hacía o se sentaban entre las alumnas. Cuando había algo que no les gustaba interrumpían la clase y llamaban la atención a las alumnas o a los propios profesores. -¿Recibió usted algún tipo de directriz de la dirección del colegio? -Cuando llegué no me dijeron nada, pero sobre la marcha me indicaron una serie de cosas que no les gustaban. Por ejemplo, no me podía salir del espacio delimitado para el profesor ni me podía acercar a las niñas a menos de metro y medio. Tampoco podía hablar de temas de política o de historia de México que tuvieron como protagonista la Iglesia católica. Por ejemplo, cuando expliqué la fundación del Estado mexicano me tenía que referir a la aportación de Benito Juárez, pero no me dejaron porque dijeron que ese era un tema polémico. Y cuando les enseñé a calcular el producto interno bruto el subdirector me dijo que no enseñara ese tipo de cosas porque cuando las niñas vuelvan a sus pueblos no las necesitarían. ''Otra cosa que me prohibieron fue mostrarles folletos de varios museos europeos. Recuerdo que les molestó en especial que les enseñara La maja desnuda, de Goya, porque tenía una carga de erotismo. Igual ocurrió con las esculturas griegas. ''Lo que sí les enseñaban las monjas era a admirar a Vicente Fox y a su esposa (Marta Sahagún). Les decían que era el prócer de la patria y que además iba a misa. Por eso las niñas los consideraban sus padrinos. Y la mayoría lo creía. -¿Quién ordenaba esas restricciones? -A mí me lo decía el subdirector de departamento, al que conocíamos como subdirector Cruz, pero éste recibía órdenes directamente de la madre superiora, Margie Cheong. Por ejemplo, para explicar la historia contemporánea de México llevé videos, entre ellos algunos de la movilización estudiantil de México en 1968, otro sobre el terremoto de 1985 y uno más acxerxca del movimiento zapatista. Me dijeron terminantemente que eso no podía mostrarse porque no era conveniente. -¿Qué le hizo sospechar que algo raro pasaba en el internado? -Sobre todo, el aislamiento total de las niñas. No tenían contacto con el exterior; vivían prácticamente en un reclusorio, o peor, porque en las cárceles pueden recibir visitas una o dos veces a la semana y tienen un teléfono público para comunicarse con sus familiares. En Villa de las Niñas ni siquiera eso. No tenían periódicos ni revistas. -¿Cómo definiría las instalaciones? -Por fuera tienen buen aspecto, pero por dentro no tanto. A los profesores, sobre todo a los hombres, la zona donde viven las niñas nos estaba prohibida. De lo poco que llegué a ver me llamó la atención el hacinamiento de camas. También había unos lugares que funcionaban como talleres, donde las niñas pasaban muchas horas del día haciendo tarjetas para que las vendieran las monjas. Se puede decir que las niñas pagaban con trabajo lo que les daban las monjas -¿Usted se enteró de si las monjas sometían a las niñas a castigos por mala conducta u otras razones? -Sí, como la disciplina era la principal preocupación de las monjas muchas veces castigaban a las niñas. Por ejemplo, cuando una jefa de grupo no dedicaba tiempo suficiente a sus actividades la dejaban de pie un día entero. Muchas veces tuve que dar clases con algunas niñas en esa situación. También las castigaban con trabajos forzados en la huerta o la cocina. Tampoco discriminaban por edad. Las niñas tenían un temor tremendo a las monjas. -¿Supo de algún maltrato físico? -No personalmente, pero varias profesaras me comentaron que habían visto que las monjas que cuidaban los pasillos le pegaban a las niñas, y que algunas estudiantes se habían quejado con ellas por el sufrimiento que les provocaban. Las niñas tenían más confianza con las maestras. También les contaron que no tenían toallas sanitarias y les preguntaban cosas sobre su ciclo menstrual. Pues muchas que ya lo habían tenido en sus casas, dejaban de tenerlo al volver al colegio. Las maestras sospechaban que era por medicamentos o por los menjurjes coreanos que les daban, pues era frecuente ver frascos de medicina vacíos en las ventanas de las habitaciones, todos con inscripciones en coreano o chino, no lo sé. -¿Le sorprende lo que está saliendo a la luz sobre la Villa de las Niñas? -No, lamentablemente era algo de esperar. No sé cuáles son las razones de las enfermedades que padecen las niñas, pero yo recuerdo cosas muy extrañas. Por ejemplo, a veces la comida que les daban a las alumnas y a los profesores estaba caduca, como los pasteles que enviaban de El Globo. Otra cosa extraña es que, sin ninguna razón aparente, las niñas se desmayaban de repente. En el tiempo que yo estuve recuerdo al menos cuatro desmayos. ''También creo que la disciplina férrea las hacía vivir en un ambiente insoportable, a tal punto de que las niñas que estaban a punto de salir de esa cárcel contaban los días, pues ni siquiera podían ver a sus familias, salvo cuando las monjas lo autorizaban, una o dos veces al año.'' Lo que comenta Julio Hernandez al respecto Astillas Roger Ibarra comenta que la Villa de las Niñas "tenía acceso directo a Los Pinos, más exactamente a Marta Sahagún, gozó de muchos privilegios durante ese sexenio y era prácticamente intocable por autoridad mexicana alguna". El lector recuerda que la esposa de Fox visitó en 2005 la Villa de los Niños en Pusan, Corea, en el contexto de la reunión de líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). En efecto, el 18 de noviembre de ese año, como parte de la agenda diseñada para esposas de esos dirigentes, la señora Marta fue recibida en Pusan por Michaela Kim, superiora general de las Hermanas de María, y por Margie Cheong, directora general de la Villa de las Niñas de Chalco, según la información difundida mediante un boletín oficial de Los Pinos. En esa ocasión, Sahagún "recordó que en agosto de 2004, el presidente Fox y ella recibieron en la casa presidencial a un grupo de niños y niñas coreanos y mexicanos que integran el coro, la orquesta sinfónica y el ballet del musical La niñez de México y Corea unidas por la música"... Con una experiencia de 12 años como médico de servicios de urgencias de un hospital de segundo nivel, Bartolo Núñez González escribe desde Zihuatanejo para expresar su convicción de que en la Villa de las Niñas "existen condiciones altamente favorables para desencadenar un problema sicógeno colectivo como el que hasta hoy refieren las autoridades". Núñez advierte que no es católico y que está "en contra de toda religión en el poder", pero le parece "muy superficial" el comentario hecho ayer aquí en relación con lo sicogénico. El médico menciona algunos factores que podrían propiciar esas alteraciones en adolescentes: "están en la edad con mayores fluctuaciones de índole emocional, la disciplina no es algo que se acostumbre enseñar en los hogares mexicanos y en cualquier internado es obligatoria, los padres mexicanos son sobreprotectores, en la adolescencia se despierta el deseo sexual que, si es reprimido o manejado con mala o nula información, aumenta los riesgos de desequilibrios emocionales, les afecta la ausencia de familiares, no tienen factores de distracción (televisor, Internet, videojuegos, revistas de espectáculos) y sólo cuentan con Biblias y libros de texto, y están confinadas a lo que son los terrenos del internado"... Cuando no pueden ofrecer mejores resultados, los políticos suelen recurrir a innovaciones lingüísticas en busca de que generen polémica y ayuden a distraer la atención de lo esencial (la incompetencia de esos políticos). El crónicamente ineficaz Fidel Herrera ahora ha calificado de "hiperpropagandización" el hecho de que los medios de comunicación difundan los hechos violentos relacionados con el narcotráfico que cada vez más suceden en esa entidad mártir. Con un tufo caciquil de viejos tiempos, Herrera pretende llamar a sus oficinas a los directivos de esos medios malcriados para que, simple y sencillamente, le bajen a la información que el gobierno de Veracruz no quiere ver reproducida... Y, mientras algunos diputados federales no encuentran mejor manera de acercarse a los ánimos populares que proponiendo la creación de una medalla al mérito que llevaría el nombre de Pedro Infante (que, según información confidencial llegada a esta columna, "no ha muerto"), ¡hasta mañana, en esta columna que se entera de que Giovanni Sartori ha dicho en México que es recomendable, si se quiere combatir la corrupción, encarcelar a alguien y castigarlo con severidad (es evidente que el politólogo italiano no necesariamente se estaba refiriendo a Vicente Fox, Marta Sahagún ni los hermanos, hijos y allegados de estos personajes)! Fax: 5605-2099 * juliohdz@jornada.com.mx * www.juliohernandez.com.mx |