Vista previa
LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

dimanche 16 décembre 2007

PIñatas

No hay autoridad moral pero esta República no la necesita


¿Quién le teme a la autoridad moral?
Carlos Monsiváis
16 de diciembre de 2007

El triste y patético “triunfo” del gobernador de Puebla, Mario Marín, en la Suprema Corte de Justicia (de aquí en adelante la Suprema), además de las consecuencias que, por ahora, favorecen levemente (o ni eso) la impunidad del góber precioso y su red de instituciones —y en cuanto a repercusiones éticas y políticas muy negativas para la Suprema y Marín— posee una virtud: ilumina a fondo la definición del desprestigio en la clase gobernante. En estos círculos consideran la mala fama política y jurídica un hecho a fin de cuentas intrascendente al depender de una entelequia, la memoria de los pueblos, y de un imposible: la retención de los hechos muy notorios más allá de un tiempo mínimo. En el futuro —ésta es la moraleja— todos los escándalos tendrán derecho a hospedarse en la memoria durante 15 minutos, no más.

* * *

El acervo de autoridad moral de un político nunca ha sido un tema en verdad significativo. A lo largo de la era del PRI (1929-2000) sólo un escándalo mayúsculo precipita la caída de un gobernador, un líder sindical, un senador o diputado, un magistrado. En tanto técnica, el cinismo es la risa que se burla a un tiempo de las pretensiones de la impunidad (la metamorfosis: “Esa mañana el gobernador Gregorio X despertó y se vio convertido en una persona irreprochable”) y de la protesta en nombre de la justicia, algo sintetizable por la burla con el nombre de una pulquería: “El triunfo de me estoy riendo”. El corolario está a la vista; en rigor, la ética o la moral, son alucinaciones de la debilidad de los opositores, la única moral que se percibe es concedida por el sistema, así de abstracto el tema y si se quiere que se le atienda necesita del sello presidencial.

De hecho, en la era del PRI el término autoridad moral no se toma en cuenta, ¿para qué? El poder no requiere de adjetivos. En el filme La Zandunga, una y otra vez el alcalde de Tehuantepec (el magnífico Joaquín Pardavé) blande el bastón de mando y grita: “A callar, yo soy la autoridad”. ¿Se requieren imágenes más justas?

Sólo la derrota del PRI le abre espacio al concepto autoridad moral, al principio una intrusión de la retórica en los terrenos de la real politik, y luego, la idea que cobra fuerza y sentido ante el atropello múltiple de la clase gobernante y el saqueo desconsiderado uno de cuyos nombres es Vicente Fox, hoy malamente defendido por un puñado de sus guardaespaldas verbales, que ven inocencia y chismes donde hay perfidia cerril. El deseo de impunidad de seres tan portentosamente elementales como Fox, Marta Sahagún y los empresarios y políticos de este tiempo, impulsa la fortuna y la necesidad del término autoridad moral.

* * *

¿Qué es a fin de cuentas la autoridad moral si no la aspiración de reglas de un gobierno alterno, así sean las normas ideales de la sociedad civil? Sin que se precise, porque el asunto es abstracto y concreto a la vez, la autoridad moral es el sello de garantía de la opinión pública, la expresión que habla de la realidad opuesta a las decisiones de la clase gobernante que califica a la realidad de rumor no verificado.

A lo más que se llega en la era del PRI es al juicio virtual: “Fulano tiene fama de corrupto” es decir, “Fulano tiene fama que sus acciones delincuenciales no le quitan lo exitoso y lo intocable”. Sin más, hablar de “tiene fama de...” es lamentar la impunidad. La exhibición de las fortunas certificaba el éxito, y esto desvanecía “los pecados del mundo”. El ex presidente Emilio Portes Gil lanza en la década de 1940 la frase: “Cada gobierno arroja su tamalada de millonarios”, y esto más que una sentencia en la pared equivale a la corona de laureles: “A mí que no me den, pónganme donde hay”, es decir, “ustedes sostengan la impunidad que yo voy y cobro mi quincena”.

* * *

La salida —muy a medias, como se ha visto— del PRI de Los Pinos, antiguo sinónimo del presidencialismo, intensifica la exigencia de autoridad moral ante el conjunto de hechos, situaciones, casos y revelaciones de la ilegalidad, que parecen no concluir ni aminorar jamás y que hoy sostienen numerosas oportunidades por el PRI y el PAN, vueltos una sola entidad de acciones de ocultamiento.

Revísese una lista parcial de victorias de lo impune: Fobaproa, IPAB, El Divino Isidoro Rodríguez, Carlos Cabal Peniche, Mario Marín, Ulises Ruiz, los gobernadores acusados de su colusión con el narcotráfico, los funcionarios panistas acusados de actos corruptos que reaparecen en la siguiente administración (Dios protege a los suyos), etcétera, etcétera. Y el cinismo si no la desvergüenza (ese cinismo que no pretende el sentido del humor), formula en los hechos una pregunta: “¿Cómo quieren seguir en política los que en verdad posean autoridad moral?”.

* * *

Véase el “expediente” de la Suprema Corte de Justicia. En el siglo XX es sinónimo de la comparsa del poder presidencial. Todo a la orden:

El presidente de la Suprema acepta de inmediato acompañar en todos sus viajes internacionales al Presidente de la República y, si se requiere, canta sus alabanzas, y si no se requiere también.

Sin tregua, la Suprema deja que se acumule el polvo de los siglos (casi literalmente) sobre los expedientes de las denuncias de, digamos, ejidatarios y pequeños propietarios despojados, y sus fallos se producen siempre en contra de los demandantes, no sólo por la corrupción de los ministros (Dios me libre de eliminar la sospecha), sino porque esa es la función de la Corte, acrecentar el infortunio de los débiles.

En los regímenes de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, la Suprema alcanza el cielo de su desfachatez y protege y bendice las represiones y los “juicios” que transforman la inocencia probada en prisión a mediano o largo plazo. Por ejemplo, a los dirigentes ferrocarrileros, acusados en 1959 de “disolución social”, se les encarcela durante 11 años y medio.

Las sentencias ignominiosas de la Suprema se suceden ritualmente, y nada acontece porque: a) los artículos en la prensa marginal y las protestas de la izquierda ni se ven ni oyen, y b) porque las instituciones no están allí para aplaudir (si algo no levita es el prestigio de la Suprema), sino para convertir la mediocridad, la corrupción y la estulticia en monumentos virtuales. No hay autoridad moral pero esta República no la necesita. ¡Ah, el Poder Judicial!

Sin embargo, en el caso de Mario Marín, cuatro ministros se oponen a la impunidad, y este precedente importa sobremanera.

Diciembre 16

Todo un experto

La polaca mexicana se hunde en el lodo por no decir peor


Instituciones endiabladas
Jorge Zepeda Patterson
16 de diciembre de 2007

Hace unos días, un reportero preguntó a Lydia Cacho si la decisión de la Suprema Corte a favor del góber precioso, Mario Marín, constituía una muestra palpable de que había que enviar al diablo a las instituciones. Lydia respondió que a su parecer el problema principal no estaba en las instituciones (aunque eran perfectibles), sino en las personas que dentro de ellas prostituyen su tarea.

En otras palabras, no son las normas, sino las personas (buenas y malas) quienes definen la calidad moral de las instituciones. Pero a la luz del hedor que desprenden órganos como el Congreso, la Suprema Corte o el IFE, uno tendría que preguntarse: ¿hay condiciones para que una o un legislador honrado, un juez honesto, un ciudadano bien intencionado pueda hacer alguna diferencia? ¿Hay condiciones, incluso, para que se mantenga en su trinchera o el sistema termina por botarlo o cambiarlo?

Alicia Elena Pérez Duarte, la fiscal especial para la Atención de Delitos contra las Mujeres de la PGR, acaba de ofrecernos una respuesta. Renunció el viernes pasado por vergüenza profesional, luego de la decisión de la Corte. En el texto de su renuncia afirma: “La respuesta de los ministros y ministras en el caso de Lydia María Cacho Ribeiro es un atentado a la dignidad y nos deja con la amarga sensación de que todavía estamos sometidos a poderes de grupos y redes que prevalecen sobre la justicia, que tienen la capacidad de prostituirla; que, a pesar de los avances y compromisos que nuestro país ha hecho en materia de derechos humanos, los principios éticos en que éstos se sustentan, siguen sometidos a dichos poderes (…). En estos días he recibido a muchas de las mujeres a las hemos atendido y apoyado, todas, invariablemente, expresan su angustia diciendo “si a esa señora tan importante le hicieron lo que le hicieron, qué no harán conmigo”. Y añade, “frente a ello, hoy me siento impotente, no tengo respuesta, ni elementos para protegerlas, no sólo por los efectos de la decisión de la Corte. A ello se suman elementos internos que no entiendo y que debilitan nuestra presencia y autoridad”.

Esta última línea hace alusión, entre otras cosas, a las múltiples trabas de la PGR para evitar que las investigaciones de la Fiscalía terminaran en una orden de aprehensión en contra de los judiciales poblanos, pese a la acumulación de pruebas. Cuando el caso estaba consolidado para proceder en el ministerio público, el procurador decidió quitárselo a la fiscalía “de mujeres” y pasarlo al de “periodistas”, en donde duerme el sueño de los justos.

Frente a eso, a Pérez Duarte sólo le quedaba la posibilidad de un fallo favorable en la Suprema Corte como argumento moral para impulsar la ejecución de las órdenes de aprehensión. Pero luego de la decisión exculpatoria de la Corte, que a su parecer habría sido amañada, como se desprende de su carta, sólo le quedaba presentar su renuncia. Una última entrevista con Felipe Calderón la semana pasada apenas sirvió para recibir una oferta de trabajo como asesora en Los Pinos, lo cual rechazó por la obvia razón de que su noción sobre derechos humanos y justicia no es compatible con la que se ejerce en este gobierno.

Pérez Duarte es un caso extraordinario de coherencia y valentía. Pero también una muestra de que el sistema tritura a sus mejores hombres y mujeres cuando éstos obstaculizan las redes de poder. Doctora en Derecho por la UNAM, fue la mejor estudiante de su generación. Fue consejera en la Misión Permanente de México ante Organismos Internacionales, con sede en Ginebra, Suiza, encargada del área de Derechos Humanos. Fungió como directora del Ministerio Público Familiar y Civil en la Procuraduría General de Justicia y Magistrada en el Tribunal Superior de Justicia del DF. Ha sido investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y autora de diversos textos jurídicos. Delegada para América Latina de la Organización Mundial contra la Tortura. Pérez Duarte es considerada una autoridad mundial en materia de derechos humanos, y ha sido consultora de diversos organismos internacionales sobre la materia.

En resumen, Pérez Duarte es un “cuadro” profesional de primer nivel en términos internacionales con una trayectoria moral intachable. Es decir, una persona que el entramado institucional simple y sencillamente no puede digerir. El sistema necesita profesionales prestigiados para legitimar a sus instituciones, pero a condición de que no se acerquen demasiado al poder. Cuando lo hacen, termina por corromperlos o expulsarlos.

El IFE ciudadano de los primeros años dejó pasar a personajes de la talla de José Woldenberg y Miguel Ángel Granados Chapa, por mencionar a algunos. Pero los poderes se percataron de que habían perdido el control de los comicios. Pronto repararon su error. Esta semana, a propósito de la designación de nuevos consejeros del IFE por parte del Congreso, los partidos no han permitido “transitar” a candidatos como los que representan los woldenbergs o las perezduarte. Prefieren colocar a notables que tengan buenas credenciales, por supuesto, pero con los que se pueda negociar las “razones de Estado” (un eufemismo para designar situaciones en las que no se admiten consideraciones éticas).

Se anticipa que la nueva fiscal para delitos contra mujeres será Guadalupe Morfín, quien en el sexenio pasado dirigió una comisión sobre los asesinatos de Ciudad Juárez. Fue una tarea que la dejó frustrada y dolida, por la falta de apoyo y las incongruencias del sistema. Resulta sorprendente su aceptación, luego de la renuncia de Pérez Duarte. Morfín es cercana a la corriente panista que hoy gobierna, y quiero suponer que ello le hace pensar que habrá de contar con el apoyo del que careció en su anterior asignación. Ojalá que así sea. A menos, claro, que se atraviesen “razones de Estado”.

En los primeros días del sexenio, la hoy primera dama hizo una confesión en privado, “el hombre con quien me casé nunca dejaría impune una barbaridad como la que se cometió en Puebla”. Su interlocutor sólo pudo pensar “el hombre con quien te casaste entonces no era presidente”.

www.jorgezepeda.net

El mercado o la vida

Jornada

Las armas le ganan a lo verde: el mercado ha dicho

Naomi Klein

Cualquiera que esté cansado de las malas noticias de los mercados debería hablar con Douglas Lloyd, director de Venture Business Research, compañía que sigue las tendencias del capitalismo de riesgo. “Mis expectativas son que la inversión en este sector se mantenga boyante”, dijo recientemente. Su entusiasta humor se inspiró en el dinero que entra a caudales a las compañías de seguridad y defensa privadas. Añadió: “también lo veo como un sector mucho más atractivo –y muchos coinciden– que la energía limpia”.

¿Entendido? Si buscas una apuesta segura en un nuevo mercado con potencial de crecimiento vende lo solar, compra vigilancia; olvídate del viento, compra armas.

Esta observación, viniendo de un ejecutivo en quien confían clientes como Goldman Sachs y Marsh & McLennan, merece especial atención en el contexto de la Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas, en Bali. Ahí, los ministros de medio ambiente supuestamente idearán un pacto global que sustituirá al de Kyoto.

La administración de George W. Bush, que aún obstaculiza firmes límites a las emisiones, quiere que el mercado resuelva la crisis. “Estamos en el umbral de dramáticos avances tecnológicos”, aseguró Bush, al mundo, el pasado mes de enero, y añadió: “lo dejaremos en manos del mercado, que decida la mezcla de combustibles que cumple con esta meta de manera más eficaz y eficiente”.

La idea de que el capitalismo puede salvarnos de la catástrofe climática tiene un poderoso atractivo. Le da a los políticos un pretexto para subsidiar las empresas en vez de regularlas, y cuidadosamente evade una discusión sobre cómo la lógica primaria del mercado, de un crecimiento sin fin, nos llevó, en primer lugar, adonde estamos.

Sin embargo, al parecer, el mercado tiene otras ideas acerca de cómo enfrentar los retos en un mundo cada vez más proclive a los desastres. Según Lloyd, a pesar de todos los incentivos gubernamentales, el gran capital le está dando la espalda a las tecnologías de energía limpia y, en vez, le apuesta a los aparatos que prometen sellar a los países e individuos ricos en fortalezas de alta tecnología. Las áreas clave de crecimiento en el capitalismo de riesgo son las empresas de seguridad privada que venden equipo de vigilancia y las privatizadas respuestas ante emergencias. En pocas palabras, en el mundo del capitalismo de riesgo hay una carrera entre los verdes, por un lado, y las armas y las guarniciones, por el otro. Y las armas van ganando.

Según Venture Business Research, en 2006 las compañías estadunidenses y europeas que desarrollaron tecnología verde y aquellas enfocadas a “seguridad interna” y armamento iban empatadas en la competencia por nuevas inversiones: la tecnología verde recibió 3.5 mil millones de dólares, cantidad que también recibió el sector de armas y guarniciones. Pero este año, las guarniciones de pronto se incrementaron drásticamente. Los verdes han recibido 4.2 mil millones de dólares, mientras las guarniciones casi duplicaron su dinero, recolectando 6 mil millones de dólares en nuevos fondos de inversión. Y aún no termina 2007.

Esta tendencia no tiene nada que ver con la verdadera oferta y demanda, ya que la demanda por tecnología de energías limpias no podría ser mayor. Con el petróleo llegando a 100 dólares el barril está claro que estamos necesitados de alternativas verdes, ya sea como consumidores como para la misma supervivencia de la especie. El último informe del Panel Intergubernamental de Naciones Unidas, ganador del Premio Nobel, fue descrito por la revista Time como “última advertencia a la humanidad”, mientras un nuevo reporte de Oxfam deja claro que la reciente ola de desastres naturales no es casualidad: en las pasadas dos décadas el número de eventos de clima extremo se cuadruplicó. En cambio, en 2007 no hubo ningún acto terrorista importante en Estados Unidos o Europa; hay señales de una reducción de las tropas estadunidenses en Irak, y a pesar de la implacable propaganda no hay una inminente amenaza de Irán.

Así, ¿por qué la “seguridad interna”, no la energía verde, es el nuevo sector en auge? Quizá porque hay dos diferentes modelos de negocios que pueden responder a nuestra crisis climática y energética. Podemos desarrollar políticas y tecnologías que nos desvíen de este rumbo desastroso. O podemos desarrollar políticas y tecnologías para protegernos de aquellos a quienes hemos enfurecido debido a las guerras por los recursos y desplazado debido al cambio climático, mientras, a la vez, nos protege de lo peor de la guerra y el clima. (La máxima expresión de esta segunda opción son los nuevos anuncios televisivos de Hummer: se ve al traga-gasolina llevando su carga a un lugar seguro en varias zonas de desastre, seguido por el lema “esperanza: los dueños de los Hummer, preparados para las emergencias”*. Es un poco como si el hombre Marlboro ofreciera terapia de consolación en una sala de oncología.) En pocas palabras, podemos elegir reparar o fortificarnos. Los activistas del medio ambiente y los científicos claman por reparar. El sector de la seguridad interna, por otro lado, cree que el futuro yace en las fortalezas.

Si bien el 9/11 lanzó esta nueva economía, durante los desastres naturales, muchas de las originales tecnologías contraterroristas son actualizadas como respuestas privatizadas ante las emergencias. Blackwater se presenta como la nueva Cruz Roja, los bomberos trabajan para las grandes aseguradoras –ver mi reciente artículo– (publicado en La Jornada: www.jornada.unam.mx/2007/11/04/index.php?section=opinion&article=024a1mun). Por mucho, el mayor mercado es la fortificación de Europa y Norte América: el contrato de Halliburton para construir centros de detención para un influjo migratorio no especificado, la “virtual” valla fronteriza de Boeing, las credenciales de identificación biométricas. El blanco principal de estas tecnologías no son los terroristas, sino los migrantes, un creciente número de quienes han sido desplazados por eventos de clima extremo, como las recientes inundaciones en Tabasco, o el ciclón en Bangladesh. Conforme el cambio climático deje más gente sin tierra, el mercado de las fortalezas drásticamente se incrementará.

Claro, todavía hay dinero por ganar a través de lo verde; pero hay mucho más verde –al menos en el corto plazo– por ganar si se vende escape y protección. Lloyd lo explica así: “la tasa de fracaso de los negocios en seguridad es mucho menor que las de las tecnologías limpias e igual de importante la inversión de capital requerida para construir un exitoso negocio de seguridad es mucho menor”. En otras palabras, resolver problemas reales es difícil, pero obtener ganancia de éstos es fácil.

Bush quiere dejar nuestra crisis climática al ingenio del mercado. Bien, pues el mercado ha dicho: no nos desviará de este desastroso rumbo. De hecho, el dinero inteligente apuesta porque nos quedemos ahí.

* En inglés, esta frase empieza con hope, o sea, esperanza. N de la T.

Copyright 2007 Naomi Klein. www.naomiklein.org.

Es autora del recién publicado libroThe shock doctrine (la edición española –Paidós– fue traducida comoLa doctrina del shock).

El texto fue publicado en The Nation.

Traducción: Tania Molina Ramírez.

La decadencia imperial, lenta e inexorable

http://www.iusiero.org/local/cache-vignettes/L160xH160/arton109-aa0fb.jpg


La irresistible decadencia del imperio americano

Por: Raúl Zibechi (IRCAMERICAS)

El sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein, en su visita al Cono Sur de Sudamérica habló sobre uno de sus temas favoritos: el fin de la hegemonía de los Estados Unidos que, estima, será definitiva en la próxima década. Pero deslizó, además, que en dos o tres décadas más viviremos en un mundo poscapitalista, que puede ser algo mejor o mucho peor que el actual.

La decadencia imperial, lenta e inexorable desde la ’revolución mundial de 1968’, se está acelerando de modo vertiginoso desde 2003, ante el previsible fracaso de la invasión estadounidense a Irak. Un país que no puede someter a una pequeña y desgastada nación, luego de una terrible década de bloqueo mundial, no puede estar en condiciones de poner orden en los asuntos globales. A grandes rasgos, esta es una de las principales conclusiones que esbozó Wallerstein a su paso por Montevideo.

Estados Unidos pasó de imponer ’el 95%’ de su voluntad al mundo, entre 1945 y 1970, a una situación de impotencia que se manifestó en la llegada al poder de los neoconservadores con George W. Bush en 2001. Fue esa una muestra de debilidad y no, como suele creerse, de fortaleza. Para los neocons sólo la fuerza militar puede revertir la decadencia de una potencia que ya no es temida y, por ello, enfrentará cada vez más y mayores desafíos.

Las causas de esta decadencia las encuentra Wallerstein en tres desafíos que confluyeron entre fines de los 60 y comienzos de los 70: la competencia económica de Japón y Europa, la descolonización y el rechazo del tercer mundo al orden bipolar USA-URSS, y la emergencia de una nueva generación de movimientos antisistémicos. Los tres desafíos fueron exitosos y erosionaron la hegemonía de la superpotencia que impuso el Consenso de Washington, el modelo neoliberal y la globalización como forma de recuperar el poderío perdido.

Sin embargo, la ’revolución mundial del 68’, o sea el desafío lanzado por los nuevos movimientos, es para Wallerstein un hecho decisivo que está en la base ya no de la crisis hegemónica del imperio sino de la propia sobrevivencia del capitalismo como sistema-mundo. En un texto luminoso, ’1968: el gran ensayo’1, sostiene que fue lo sucedido ese año fue más importante aún que las revoluciones francesa y rusa, y que por su trascendencia fue la única revolución mundial junto a la de 1848. Asegura que las dos fracasaron pero las dos cambiaron el mundo, porque no fueron planeadas sino ’espontáneas en el sentido profundo del término’.

La ’revolución del 68’ minó la capacidad del Norte de vigilar e intervenir en el Sur; produjo cambios ’en las relaciones de poder entre los grupos de estatus (los grupos de edad, de género, y las minorías ’étnicas’)’ que si bien se registran ’en los espacios ocultos de la vida cotidiana’ son duraderos y suponen insubordinación permamente; y la sociedad civil y los trabajadores asalariados se muestran menos dispuestos que antes a aceptar pasivamente la dominación y a recibir órdenes.

Finalmente, la intervención en Irak fracasó en sus tres objetivos básicos: frenar la creciente autonomía de Europa, a los países que pretenden tener armamento nuclear como Irán y Corea del Norte y a los regímenes árabes moderados, como Arabia Saudí, que eran reticentes a una paz duradera con Israel. Luego de cuatro años sucedió todo lo contrario, pero además se produjo un viraje en un punto neurálgico, en lo que Wallerstein denomina como el ’machismo militar unilateral’. ’Lo que fue durante 30 años un declive lento se ha trasnformado desde 2003 en un declive veloz. La última baza de la hegemonía fue una superioridad militar tan fuerte que no podía ser desafiada por los diez o 20 países siguientes juntos. Pero en Irak quedó en evidencia que Estados Unidos no puede utilizar su superioridad militar’.

Por último, señaló que el ’espítiru de Davos’, en referencia al Foro Económico de Davos, y ’el espítiru de Porto Alegre’, donde se reunió por primera vez el Foro Social Mundial, son los dos grandes caminos que se presentan ante la humanidad a la hora de pensar el poscapitalismo. ’Que puede ser peor que el sistema actual, o menos jerárquico y más igualitario; pero eso depende de todo nosotros’, concluyó.

La entrevista estuvo centrada en la emergencia de un mundo multipolar y en la coyuntrua que vive América Latina.

RZ: Usted asegura que en los próximos años habrá una decena de polos que sustituirán el actual mundo unipolar, pero además señala que Rusia será aliada de Europa y Estados Unidos se aliará con Japón y China.

IW: Lo que veo es que el fin de la hegemonía estadounidense llevará a que surjan unos cuantos centros regionales de los cuales el Mercosur puede ser uno de ellos. Pero tendremos además Rusia, China, India, Sudáfrica y su entorno, además por supuesto de Europa y Japón. Y probablemente centros menores. Además, pienso que habrá tres grandes agupaciones a escala global, que serán los polos más dinámicos, los que estarán en condiciones de marcar el rumbo del mundo: Estados Unidos, Europa y Japón. Pero no creo que pueda mantenerse mucho tiempo una realidad de tres grandes agrupamientos, de modo que el más débil de los tres va a aliarse con uno de los dos más fuertes. Para mí el más débil va a ser Estados Unidos, y por razones geoestratégicas creo que va a aliarse con Asia oriental, donde China y Japón seguirán jugando un papel relevante. Por su parte, Rusia que siempre tuvo relaciones importantes con Europa puede aliarse con ella.

RZ: No ve la posibilidad de una alianza Rusia-China como la que está emergiendo a raíz de la Organización de Cooperación de Shangai.

IW: En un mundo que será cada vez más caótico, todo esto es posible. Pero no veo a Rusia aliada con Japón, creo que no va a ser posible.

RZ: Brasil parece impulsar una alianza con Estados Unidos en torno a la producción de etanol de caña de azúcar. ¿Cree que esa política puede contribuir a reforzar la hegemonía de Washington en la región?

IW: Creo que el interés de la política exterior de Brasil es fortalecer la autonomía sudamericana para jugar su papel dentro de un mundo multipolar. En ese escenario Brasil apuesta a ser un polo muy serio y veo que sus acuerdos con Estados Unidos no van más allá de lo que está haciendo Rusia o China, es decir acuerdos puntuales pero sin compromisos mayores, con reservas importantes. Pienso que es una política inteligente y posible. Más aun, aunque llegue la derecha al poder en Brasil esa política no va a cambiar. Ahora los militares están recuperando la vieja política del régimen militar de volver a fabricar armamento nuclear y aunque eso no le gusta nada a Estados Unidos no puede hacer nada. En Brasil la política ha girado al centro, no hay partidos de ultraderecha o ultraizquierdistas de peso, por eso pienso que la política exterior va a ser muy estable. En la política interior, los cambios serán pequeños y con reformas muy graduales como está sucediendo en Uruguay también. Estas políticas de pequeñas reformas son clásicas de la socialdemocracia mundial y pienso que va a ser la tónica en toda la región.

RZ: ¿Cree que la política intervencionista de Washington va a cobrar fuerza en el futuro? ¿Pueden expandirse situaciones como el Plan Colombia?

IW: Si Bush pretende enviar tropas a Colombia no va a poder hacerlo porque el Congreso se lo va a impedir. Alvaro Uribe es el último aliado serio en la región. Pero está facilitando el papel de Hugo Chávez como intermediario en la negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en un esfuerzo que si tiene éxito va a suponer un crecimiento de su figura a escala mundial. Aunque a Estados Unidos no le guste no puede hacer nada, tampoco en este escenario.

Creo que la política de intervención que duró un siglo es ya cosa del pasado. Porque el ejército de Estados Unidos es poderoso pero la sociedad civil le ha puesto límites a raíz de la guerra de Vietnam. Antes era un ejército de conscriptos y ahora es un ejército profesional, además de que buena parte de las tropas en Irak son mercenarios de empresas privadas. Las clases medias ya no se integran a las fuerzas armadas y los únicos que lo hacen son los pobres. Para aumentar la tropa habría que reimplantar el servicio militar obligatorio, y eso llevaría a un nuevo levantamiento de los estudiantes y de otros sectores. Uno de los frentes decisivos en los que Estados Unidos perdió la guerra de Vietnam fue el frente interno.

RZ: ¿Es posible una intervención militar en Cuba?

IW: No. Si como todo indica ganan los demócratas, va a producirse un cambio importante en las relaciones. Por un lado hay intereses comerciales importantes, sobre todo en el sector agrícola que quiere aumentar el comercio con la isla. Por otro, los cubanos derechistas de Miami, la generación de los 60, está en declive y tiene cada vez menos peso en la política estadounidense. Las nuevas generaciones de cubanos en Estados Unidos prefieren un deshielo que les permita volver a Cuba o establecer relaciones normales.

Lo que quiero decir es que hay un vacío de poder de Estados Unidos en América Latina que permite que los gobiernos tengan mayores grados de autonomía. Creo que el Mercosur tiene la gran oportunidad de establecer una alianza con la Comunidad Andina que va a suponer un cambio muy importante del papel que pueda jugar la región en el mundo.

RZ: Para los movimientos sociales la situación es muy compleja. Por un lado, tienden a sentirse defraudados con lo que están haciendo los gobiernos progresistas y de izquierda, pero, por otro, no tienen margen como para hacer una oposición frontal que favorecería a las derechas.

IW: Sí, la situación es así. Vengo de Brasil y veo que el movimiento sin tierra ( mst) está muy desconforme con Lula porque la reforma agraria no avanza, pero lo apoyó en las elecciones porque sin duda es mejor que Fernando Henrique Cardoso. Es el problema tradicional cuando el partido de izquierda vinculado a los movimientos llega al poder. Se abre un interrogante sobre qué hacer. Ir a un choque frontal es un problema, pero no hacer nada también lo es. A mi juicio los movimientos deben tomar una posición clara: apoyar a los partidos menos malos pero sin esperar que vayan a hacer cambios de fondo. Es una posición defensiva, pero se trata de mantener la autonomía.

RZ: ¿Este tipo de problemas están influyendo en el Foro Social Mundial?

IW: Si claro, hay posiciones muy diversas ante estas nuevas realidades. Pero tengo la esperanza que el Foro siga siendo un espacio abierto, horizontal, en el que no se construyan relaciones jerárquicas y donde puedan convivir las más diversas opiniones. Para eso es necesario tener muy claro que el enemigo no está en la izquierda.

RZ: De alguna manera está diciendo que la posición más madura es la de los sin tierra de Brasil.

IW: Sí. Pero también es muy importante la posición de los Zapatistas, porque ellos han trabajado muy seriamente la cuestión de la autonomía, no como algo declarativo sino una construcción real. Creo que las buenas relaciones que ahora mantienen los sin tierra y los Zapatistas es un paso adelante muy importante. Sería muy positivo para el Foro que en los próximos años se integran los Zapatistas.

Notas:
G Arrighi, TK Hoptkins, I Wallerstein, ’Movimientos antisistémicos’, Madrid, Akal, 1999.

Nota original

Decadencia

Otro articulo relacionado:

La decadencia del imperio Yankee

MARZO 2004


Durante años nos vendieron las bondades del "American Way of life", ejemplo de progreso, democracia y libertad. Pero el sueño americano se agota. Su modelo económico resulta insostenible, las libertades personales se reducen día a día y los valores que exportan no convencen. El mundo no quiere mirarse en el espejo americano.
Texto: Carolina Fernández

Actualmente cualquiera puede estar siendo investigado sin saberlo. Entre otras cosas, el FBI adquirió la posibilidad de espiar los hábitos de los ciudadanos: qué compran, qué leen, qué guardan en los cajones.

La tierra de las libertades, el paraíso de las oportunidades, el oasis de la libertad de expresión, el país de vanguardia que ensalzaba el valor potencial del individuo por encima de su clase social, su religión o su sexo, el lugar donde triunfar por uno mismo era posible... todo forma parte del mito sobre Norteamérica. Hoy, Estados Unidos es un ejemplo de represión. Ha establecido la cultura del terror dentro y fuera de sus fronteras. Después de haber convertido los atentados del 11-S contra sus Torres Gemelas en un asunto de incumbencia internacional, ha puesto el terrorismo en la primera fila de de los problemas que atenazan el planeta, por mucho que en el ranking de muertes, las causadas por atentado terrorista están muy por debajo del hambre, el sida, las enfermedades cardiovasculares y hasta los accidentes de tráfico. Sin embargo han establecido una cultura del miedo global contra un enemigo demasiado impreciso: el terrorismo internacional, y han trazado una raya para dividir al mundo en dos: o con nosotros o contra nosotros.

EL 11-S
El fin de las libertades

Puede señalarse como fecha simbólica. A partir de entonces el gobierno norteamericano se siente legitimado para casi todo, desde cercenar las libertades personales de sus propios ciudadanos, hasta invadir un país sin el consentimiento de las Naciones Unidas. La concepción maniquea del mundo que EE.UU. quiere imponer tiene graves consecuencias, porque no es tan sencillo dividir el mundo en buenos y malos pasando por encima de las características de los pueblos, su cultura, historia, sus aspiraciones. Sin embargo, todos los países, en mayor o menor medida, siguen el criterio que marca el gigante americano.
¿Qué más nos queda por ver?
A raíz de los atentados del 11-S la población norteamericana se vio sometida a un bombardeo, esta vez desde instancias gubernamentales, para convencer a la opinión pública de la necesidad de limitar los derechos democráticos con el objetivo de ganar en seguridad. Los medios de comunicación, que en su gran mayoría actuaron como agencias del gobierno, apoyaron esta política y contribuyeron a crear el clima mediático apropiado para que, llegado el momento, la población recibiese con los brazos abiertos los recortes. El New York Times, en un artículo publicado poco después de los atentados, predice la transformación de los EE.UU. "en un nuevo tipo de país, donde la identificación electrónica podría convertirse en lo normal, donde a los inmigrantes se les investigaría regularmente y donde el espacio aéreo sobre las ciudades quede fuera de los límites de la aviación civil."
Dos días después de los atentados, el senado estadounidense aprobó una ley antiterrorista con el nombre de Combating Terrorism Act of 2001. Algunos senadores la tuvieron en sus manos media hora antes de que comenzara su debate, de modo que ni siquiera pudieron leerla. El gobierno de Bush pedía una ampliación de poderes: intervenir en los teléfonos de personas bajo sospecha, legalizar el espionaje policial en Internet, controlar las transacciones financieras, y vigilar, detener y expulsar a inmigrantes y extranjeros que visitan el país. Fue sólo el comienzo. Actualmente cualquiera puede estar siendo investigado sin saberlo. Entre otras cosas, el FBI adquirió la posibilidad de espiar los hábitos de los ciudadanos: qué compran, qué leen, qué guardan en los cajones. Pueden entrar en una casa, revisar efectos personales, sacar fotografías, pinchar el teléfono e introducirse en el ordenador de una persona sin que el "presunto" delincuente lo sepa. Además, podrán interceptar los sitios web visitados por cualquier ciudadano, los nombres y las direcciones de los usuarios con los que se comunica mediante correo electrónico. En poco tiempo, para enviar una carta desde Estados Unidos podría ser necesario presentar un documento de identidad con foto. También puede ser una imprudencia llevarse a casa un libro por ejemplo sobre el islam, porque el control sobre los registros de las bibliotecas nos convertiría automáticamente en sospechosos. Recién comenzado el 2004 entraron en vigencia nuevas normas de seguridad que obligan a la mayoría de los visitantes extranjeros a registrar sus huellas dactilares y sacarse fotos al llegar a los aeropuertos estadounidenses. Las quejas no han tardado, pero sólo algunos han pasado a la acción. Es el caso de Brasil, que ha respondido con medidas similares hacia los ciudadanos norteamericanos que entran en su país a través de los principales aeropuertos internacionales. En resumen, el gobierno amplía su derecho a espiar a los ciudadanos, crece la brutalidad policial, la pena de muerte se consolida en algunos territorios, y aumenta el personal dedicado a la seguridad. No deja de ser significativo que EE.UU. tenga más policías que todos los países industriales juntos.
Algunas de estas medidas habían formado parte de la cartera del gobierno de Clinton, pero no pudieron ser puestas en práctica porque se resolvió que constituían una violación de los derechos civiles. La caída de las torres fue la oportunidad perfecta para imponer ese estado policial por el que los sectores más conservadores llevaban tiempo suspirando.
Se respira desde entonces un clima de sospecha permanente. Los musulmanes son especialmente mal acogidos. Pronunciar la palabra bomba en el aeropuerto o en el interior de un avión, puede ser motivo suficiente para provocar una detención o la apertura de un proceso. Y recientemente se estaba contemplando la posibilidad de que pudiese viajar personal armado dentro de los aviones comerciales.

La caída de las torres fue la oportunidad perfecta para imponer ese estado policial por el que los sectores más conservadores llevaban tiempo suspirando.


El pueblo americano, en principio, acepta de buen grado estas limitaciones porque entiende que son por un bien mayor. "Si renunciando al derecho de que no lean mi correo electrónico pudiera haber evitado la tragedia, diría: Mundo, lee mi correo electrónico", escribe un internauta. Según una encuesta realizada los días 13 y 14 de septiembre de 2001, el 72% de los estadounidenses son partidarios de las nuevas leyes para prevenir nuevos ataques terroristas, a pesar de que atenten contra las libertades individuales garantizadas por la primera enmienda de la Constitución.
Pero ya son muchas las voces, tanto dentro como fuera de EE.UU., que disienten de estas políticas y proclaman que el terrorismo no se combate con el miedo, ni con medidas de dudosa legalidad que recortan las libertades públicas y las garantías individuales, pilares de la democracia.
Tanto algunas autoridades locales como intelectuales, actores y otros personajes de la vida pública, se han rebelado contra estas imposiciones y contra la pérdida de libertades de expresión y reunión. También reclaman el derecho de igualdad ante la ley y el derecho a la privacidad.
En este contexto, no hay que olvidar que el actual presidente llegó a la Casa Blanca de forma claramente irregular, después de un proceso mal esclarecido y un penoso recuento de votos en Florida. Se puede decir que el gobierno de Bush es ya resultado de un deterioro democrático previo en los EE.UU. Otro dato importante que hay que valorar es que no acudieron a las urnas ni siquiera el 40% de los ciudadanos que tenían derecho a hacerlo. Los acontecimientos posteriores, y la política de Bush de embarcar a su país en una guerra y una posguerra de gravísimas consecuencias sin ningún diálogo o debate público, es más de lo mismo.

EXPORTADORES DE inCULTURA

Estados Unidos es la primera potencia del mundo en capacidad tecnológica. Y en un mundo donde la necesidad de estar al día en sistemas de telecomunicaciones, en redes de información, en equipamiento informático, quien exporta tecnología exporta cultura... si la tiene.
La diversidad cultural es un concepto en vías de extinción, gracias a la presión unificadora que ejerce EE.UU. sobre todos los ámbitos de la vida de un país. Las idiosincrasias, de continuar por este camino, tienen los días contados. El pensamiento único no afecta a un terreno concreto y delimitado, sino a todos los campos del vivir cotidiano que nos podamos imaginar, y otros tantos en los cuales ni siquiera reparamos, pero que nos afectan irremediablemente. El pensamiento único se respira, todos los días, seamos o no conscientes de ello.
Cómo hablamos, qué comemos, cómo estructuramos nuestros tiempos de ocio... Hay que tener un coche propio y acercarse a pasar todo el sábado por la tarde al centro comercial, a ver en el cine la última película de Schwartzenegger y a comerse una hamburguesa en Mc Donald´s. Vestir Levi's y beber Coca Cola. Celebrar Halloween y recibir regalos de Papa Noel, en vez de nuestros Tres Reyes Magos. Todo tiende hacia la imitación del American way of life, en detrimento de las costumbres de cada cultura, de cada pueblo. Y ni siquiera se puede decir que sea un cambio para mejor, puesto que los valores que vende al mundo el gigante norteamericano no resisten un análisis crítico. De hecho, están pagando ya la factura de su propio sistema de vida.

EE.UU. tiene cuarenta millones de analfabetos, más que ningún otro país. Veinticinco millones de personas no tienen acceso a la seguridad social y unas tremendas bolsas de pobreza. El mayor consumo de antidepresivos de pastillas está en Estados Unidos.

La inseguridad que se respira en EE.UU. no hay que achacarla sólo a la amenaza terrorista. La crisis económica hace que la cotidianidad de miles de personas se desarrolle en una permanente cuerda floja. En el año 2000 la pobreza en EE.UU. llegó a su nivel más bajo en 25 años. Pero a partir de 2001, esta tendencia cambió. Los economistas señalan al desempleo como la causa principal. El plan económico de presidente George W. Bush ha ocasionado el recorte de programas de educación, vivienda y asistencia social. Es el país desarrollado con mayor índice de desigualdad, y donde los programas sociales y el seguro social tienen una cobertura cada vez menor. Los salarios medios no dejan de caer, a la vez que crecen los de las clases empresariales. Aumentan desorbitadamente los parados y las personas sin techo. La inmensa mayoría pierde poder adquisitivo y se distancia cada vez más de una minoría próspera.
Y esto sucede en un país con un gasto militar desorbitado. El proyecto que el presidente de EE.UU. ha presentado a comienzos del 2004 ante el Congreso, incluye un aumento presupuestario para la defensa del país, que supone un incremento del 7% con respecto a los gastos militares del pasado año. La propuesta llega en un clima de gran preocupación por la cuantía del déficit fiscal, que ya sobrepasa los 500.000 millones de dólares.
La política de la Casa Blanca se vuelca claramente hacia fuera de sus fronteras, buscando consolidar la hegemonía de USA ante el resto de los países del mundo, mientras en sus ciudades aumenta alarmantemente el número de ciudadanos que viven bajo el umbral de la pobreza.

Nadie hay con más ignorancia que ellos mismos acerca de las culturas indias norteamericanas. Lo único que conocen es Buffalo Bill y la conquista del Oeste, etc. Han perdido todas sus señas de identidad".

Miedosos y acomplejados

En el documental Bowling for Columbine, el cineasta Michael Moore presenta la "otra" historia del pueblo americano, en una versión bien distinta a la que nos venden los medios de comunicación. Desde su perspectiva crítica, estamos ante un pueblo históricamente atemorizado que proyecta sus propios miedos al exterior en forma de agresividad, violencia, desconfianza, rechazo a quien es distinto, y vocación de convertirse en el policía mundial. La imagen estereotipada del superhéroe americano esconde en realidad un complejo de inferioridad que tiene su origen, muy posiblemente, en la falta de raíces históricas.
Y es que el pueblo americano no tiene actualmente donde asentar sus pilares. Se formó a partir de retales de otros países. El continente fue poblado por quienes llegaban del antiguo mundo: ingleses, irlandeses, italianos, holandeses, españoles. Podrían haber construido un país con una fortísima base cultural propia, la que le habrían podido aportar los pueblos indígenas que habitaban las tierras de América del norte, pero sencillamente los exterminaron. Se renegó de su cultura y su conocimiento, y todo vestigio de sus tradiciones fue borrado concienzudamente por los conquistadores. Perdieron la posibilidad de construir una sociedad rica en cultura, forjada en los valores antiguos y fortalecida por el posterior mestizaje. A cambio, optaron por una reaccionaria y violenta defensa del terruño particular de cada conquistador. "Los norteamericanos son una sociedad formada por pueblos de aluvión -comenta José Carlos García Fajardo, profesor de Pensamiento Político y Social en la Complutense-. Los pioneros que llegaron venían huidos, y con la mentalidad, profundamente religiosa, de exterminar a quienes se encontrasen en la tierra prometida que un dios determinado les dio a ellos. A partir de ahí siempre se han sentido el eje del mundo. Siempre fueron personas tremendamente conservadoras, religiosas y con un concepto de la vida que sobre todo se reducía al ámbito familiar. Consideraron al resto del mundo como si fueran bárbaros".

El decoro es un valor en alza. Los sectores ultraconservadores no han perdido minutos para imponer nuevas normas de censura después de ver por televisión el pecho desnudo de Janet Jackson.

Efectivamente, el mundo de Río Grande hacia abajo era el vacío absoluto, el hogar de los salvajes. Y cometieron el error de despreciarlo. "Nadie hay con más ignorancia que ellos mismos acerca de las culturas indias norteamericanas, lo único que conocen es Buffalo Bill y la conquista del Oeste, etc. Han perdido todas sus señas de identidad", añade el profesor Fajardo. El viejo continente, que envió durante décadas habitantes para nutrir las ciudades americanas, quedaba reducido a la simplicidad más absoluta. "Europa era París y poco más -continúa-. Afirmaron un modelo de vida idílico, ingenuo y terriblemente ignorante de lo que sucedía en el mundo. Todo se fue simplificando hasta el extremo de que el 58% de los congresistas y más del 60% de los senadores de los Estados Unidos jamás han tenido un pasaporte para viajar al extranjero". Desde el otro lado del Atlántico, no deja de ser preocupante que más de la mitad de los dirigentes del imperio más poderoso del mundo jamás hayan sentido la necesidad de conocer otro país que no fuera el suyo, ni interesarse por otras culturas con las que su país tiene relación, ni siquiera han mostrado interés por conocer sus raíces europeas.
De modo que América se fue construyendo de pinceladas de uno y otro lado, sin normas, sin directrices, sin origen. "Lo que era antes el pueblo americano se fue diluyendo a través de los medios de comunicación masiva. Hoy no conocemos país en el mundo que vista con mayor desaliño, sus casas parecen de plástico, de quitar y poner, todo tiene colores estridentes; para comer tienen hamburguesas y Coca-Cola, porque si quieren algo más tienen que recurrir a la comida china, italiana... pero no americana. Los índices de lectura están por los suelos. La televisión está plagada de comedias enlatadas en las que se ríen para avisarles a ellos de cuándo se tienen que reír. En las universidades hay jóvenes que no podrían decir los nombres de los países de la UE y que no distinguen Paraguay de Brasil. Esto es una ignorancia que aterra. Triunfa la banalización, lo más vulgar", apunta García Fajardo.

Los productos norteamericanos están distribuidos por todo el mundo. Su manera de comer, su manera de informar, de disponer del tiempo de ocio, sus modas, sus gustos, etc., dan la vuelta al globo en cuestión de horas.


En un mundo globalizado, quien tiene capacidad de distribuir sus imágenes es el que más vende. Los productos norteamericanos están distribuidos por todo el mundo. Su manera de comer, su manera de informar, de disponer del tiempo de ocio, sus modas, sus gustos, etc., dan la vuelta al globo en cuestión de horas. Las mismas teleseries que triunfan en Norteamérica se pueden ver en todos los continentes. Su modelo de cine triunfa, y las pantallas globales se llenan de su visión del mundo, de sus guerras, de héroes americanos, de escenarios suntuosos, de mujeres de melena larga... Un mundo inalcanzable para la mayoría.
Pero la realidad de la vida cotidiana americana es bien distinta. Según indica el profesor Fajardo, "EE.UU. tiene cuarenta millones de analfabetos, más que ningún otro país. Veinticinco millones de personas no tienen acceso a la seguridad social y unas tremendas bolsas de pobreza. El mayor consumo de antidepresivos de pastillas está en Estados Unidos. Es una sociedad decadente, que a pesar del crecimiento económico, de los gritos de invasión y de la mayor fuerza militar, tiene los pies de barro, como le pasó al imperio romano, porque el pueblo ya no participa de los ideales de sus dirigentes".
¿Qué podría entonces exportar Estados Unidos al mundo? Responde Fajardo:
"Lo que sí podrían exportar es el pensamiento de los primeros padres, de la Constitución americana. El prólogo que dice que los derechos fundamentales del ser humano son el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad; el valor del trabajo y del esfuerzo por encima de la sangre, el apellido, la religión, o el sexo; su sentido profundo de la igualdad y la libertad. Eso lo tenían los americanos y fueron un ejemplo para el mundo. Pero ya no se sienten conectados con el gran pensamiento de Lincoln, de Adams, de los que fueron sus gestores."
...Y llegó George W. Bush, "un ex-alcohólico, un hombre sin cultura, sin estudios, un hombre que cuando llegó a la presidencia nunca había pisado Europa, a pesar de ser hijo de un Presidente de los Estados Unidos".

Leer completo
aqui

Sueño guajiro

Jornada

La caída del imperio

Morris Berman

Hay una escuela de pensamiento que argumenta que la solución a la situación actual en Estados Unidos puede venir del propio interior. En ocasiones se le ha llamado la “teoría del péndulo” de la historia americana, y entre sus defensores se cuentan sofisticados académicos como Anatol Lieven de la New American Foundation y Geoffrey Stone de la Universidad de Chicago. Ellos argumentan que existen ciclos autorreparadores, así como la idea de que el ritmo de la historia americana es de acción/reacción o tesis/antítesis. Esta idea consiste en pensar que sí, es cierto, nos metemos de vez en cuando en un embrollo, pero entonces se desatan fuerzas en sentido contrario y logramos alejarnos del abismo. Lieven, por ejemplo, en America Right or Wrong, afirma que existe un patrón alternante de pluralismo tolerante y nacionalismo militante en la política exterior de Estados Unidos. Si hay una tradición mesiánica-idealista, también hay una pragmático-realista, y vamos de una a otra. Sobre esta base, piensa con optimismo que Estados Unidos logrará por fin corregir sus excesos actuales, y alejarse del actual sendero de militancia nacionalista. De igual forma, en Perilous Times, Stone vuelve su atención al terreno doméstico, en concreto al asunto de la constitucionalidad y las libertades civiles, y observa que la pérdida de las segundas por lo general tiene lugar durante una época de guerra, pero que la represión se levanta y la libertad se restablece cuando termina la guerra.

Está claro que estos argumentos no son una especie de pensamiento optimista; no se proponen soluciones “mágicas”. Lieven y Stone tan sólo revisan los antecedentes históricos. Para refutar la teoría del péndulo, entonces, tendríamos que mostrar que hay razón para pensar que las cosas han cambiado en un grado tal que lo que funcionó en el pasado no lo hará en el futuro; que, en efecto, se ha cruzado un Rubicón, y que hay un buen número de elementos cruciales irreversibles. Como los argumentos de la “escuela del péndulo” no me parecen convincentes, permítanme señalar brevemente por qué creo que “eso fue entonces, esto es ahora”.

Pudiera dar la impresión de que buena parte de la refutación de la teoría del péndulo ya está contenida en las páginas de este libro. Permítanme resumir algunas de las cuestiones que ya he afirmado:

– Estamos en un estado de avanzada desintegración cultural, o lo que podría llamarse muerte espiritual. Dado el vacío, la alineación, la violencia y la ignorancia que hoy predominan en este país, es difícil imaginar de dónde vendría una recuperación. La teoría de la autorreparación se basa, al menos en parte, en la reacción popular de una ciudadanía informada. En este sentido, la naturaleza del pueblo americano hoy no es una fuente de inspiración o esperanza.

– En cuanto a las libertades civiles, el desarrollo y proliferación de tecnologías de vigilancia extremadamente sofisticadas cambia el panorama de manera considerable. Comprometen la privacidad del individuo hasta amenazarla con desaparecer, y la tecnología llegó para quedarse. Una vez empleada, es muy difícil retraerse; la observación cercana de la ciudadanía por parte del gobierno e incluso de las empresas, junto con la recolección masiva de datos, se han convertido en lo normal. Todo esto hace que la represión sea fácil y el cambio difícil.

Fragmento del capítulo final de Edad oscura americana, libro del autor, publicado por el sello independiente Sexto Piso

No se puede mostrar la imagen “http://deteines.bitacoras.com/img/pinky.jpg” porque contiene errores.
Dominar al mundo

Los nuevos jinetes del Apocalipsis

“Cámara fuerte de semillas” en el Ártico

Bill Gates, Rockefeller y los gigantes de la biogenética saben algo que ignoramos
F. William Engdahl

“Bill Gates invierte decenas de sus millones junto con la Fundación Rockefeller, Monsanto Corporation, Syngenta Foundation y el gobierno de Noruega, entre otros, en lo que llaman ‘el banco semillero del día del juicio final.’ Oficialmente, el proyecto se llama la Cámara Semillera Global Svalbard en la isla noruega de Spitsbergen, parte del grupo de islas Svalbard.”

Proyecto apocalíptico, racista y manipulador. Aterrador desde todos los puntos de vista, ya que contiene el germen del nazismo (financiado por los Rockefeller), por medio de la exterminación de “linajes indeseables” como los negros y los indo-americanos si no es que de todos los mexicanos. Por medio por ejemplo de vacunas contra el tétanos modificadas para provocar la infertilidad femenina y aplicadas por la OMS, o bien por medio de la manipulación genética del maíz para causar el mismo efecto sobre la fertilidad masculina.

El proyecto es que los USA y cuatro trasnacionales lleguen a controlar la alimentación a nivel mundial, ya lo dijeron los Rockefeller : si controlas el petróleo se controla al país, si se controla la alimentación se controla al pueblo.

Además de crear semilla genéticamente modificadas OMG para ser utilizadas como armas bacteriológicas, contra poblaciones que se subleven a los dictados de los imperialistas.

Así por medio de la pseudos revolución verde otra vez impulsada por los Rockefeller en los años 70, se hicieron estragos en los sistemas de producción agrícola, por medio de la utilización de pesticidas y abonos químicos altamente nocivos tanto para la salud humana como contra el ambiente, y ahora los OMG prometen peor.

“El tiempo dirá si, Dios no lo quiera, el banco de semillas del día del juicio final de Svalvard de Bill Gates y la Fundación Rockefeller forma parte de otra Solución Final, involucrando la extinción del difunto, gran planeta Tierra.”

Leer original

http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7529

No se puede mostrar la imagen “http://www.legrandsoir.info/IMG/png/usa_amerique.png” porque contiene errores.

El “patio trasero” se emancipa

Version en espanol


¿Washington perdió a América Latina?

Janette Habel
Le Monde Diplomatique (Edición francesa)

Traducción del francés para Rebelión de Rocio Gajardo F., revisada por Gloria Verges


¿Por qué abrió la embajada estadounidense una serie de “consulados satélites” en cinco estados de Venezuela productores de hidrocarburos? ¿Por qué intenta el Pentágono reactivar el aeropuerto militar Mariscal Estigarribia, en el Chaco paraguayo, a unas decenas de minutos de vuelo de Bolivia? Desde fines de los años 90, viene siendo puesto en apuros en América Latina. El proyecto del gran mercado que va desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, la Zona de Libre intercambio de las Américas, no tuvo éxito. En su lugar aparecieron gobiernos de izquierda, moderados y radicales, una alianza energética Venezuela-Bolivia-Argentina, el Banco del Sur que pone en jaque al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, la Alternativa Bolivarina de las Américas (Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela), el esbozo de un socialismo del siglo XXI en Caracas, La Paz y Quito… Washington intenta encauzar esta iniciativa promoviendo numerosos tratados de libre comercio, legitimando un “derecho de ingerencia democrático” y reforzando la cooperación militar en nombre de la guerra contra el terrorismo y el narcotráfico, en defensa de… la democracia de mercado.

“América Latina es un continente perdido”. La afirmación pertenece a Moises Naim, director de la revista Foreign Policy. Menos categórico, el presidente del Inter-American Dialogue, Peter Hakim, no formula en menor grado la misma inquietud cuando se pregunta : ¿Washington está perdiendo a América Latina?[i]. Desde hace un decenio los Estados Unidos tuvieron que soportar varios reveses en este rincón del mundo. El rechazo de las políticas neoliberales llevó al poder a coaliciones de izquierda, radicales o moderadas, marcando en diferentes grados su independencia. En abril 2002, fracasó el golpe de Estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez. Luego, a pesar de las presiones del departamento de Estado, la fuerza del movimiento indígena llevó a Evo Morales al poder en Bolivia. A pesar de haber ejercido presiones de todo tipo, Estados Unidos no pudo impedir la elección de Daniel Ortega en Nicaragua o en Ecuador la de Rafael Correa[ii].

¿Entonces será necesario intervenir de forma más enérgica? El fracaso de la expedición en Irak hace poco probable, al menos por un tiempo, una envestida militar directa en otro frente.

Sin embargo, a pesar del rechazo generalizado que sufre, lo esencial del marco neoliberal permanece instalado. No es menos cierto que, lanzada con gran pompa por William Clinton durante una cumbre de las Américas realizada en Miami a fines del año 1994, la zona de libre comercio de las Américas (ALCA), el gran mercado americano, no ha podido ver el día. No obstante, según Carlos Gutiérrez, secretario estadounidense de comercio, las empresas estadounidenses invirtieron 353 mil millones de dólares en América Latina y el Caribe en el año 2005. Sus filiales emplean a 600 mil personas. En el 2006, las exportaciones estadounidenses aumentaron un 12,7% y las importaciones un 10,5%.

El fracaso del ALCA no debe ocultar los avances en acuerdos bilaterales o multilaterales, el particular a través de los tratados de libre comercio (TLC). Puesto que la atracción del mercado estadounidense constituye una poderosa ventaja “nuestro país debe encontrar en las relaciones con todos los países del mundo, y particularmente con los EE.UU., la fuerza que su tamaño no le otorga” afirma el ministro uruguayo de economía, seducido por un TLC con los EE.UU., del cual una de las consecuencias sería un conflicto con el MERCOSUR, lo que no dejaría de agradar a los EE.UU. Aun clasificadas de centro izquierda, las élites latinoamericanas están dispuestas a capitular frente a la ofensiva neoliberal.

Con el tiempo el campo político de los TLC se amplió. Una nueva etapa en la integración continental – versión norteamericana- fue superada el 23 de marzo del 2005 en Waco, Texas. La Asociación para la Seguridad y la Prosperidad norteamericana consagra la creación de una comunidad económica de seguridad entre los EE.UU., Canadá y México. Para el jurista Guy Mazet, “la novedad de este acuerdo radica en la introducción de la noción de seguridad en la lógica de los procesos económicos y comerciales, y en la institucionalización del poder de las empresas y del sector privado que se imponen a las políticas públicas”[iii].

Podemos preguntarnos cuál legitimidad jurídica tiene este acuerdo negociado al margen de los parlamentos nacionales. “El sector privado utiliza el marco internacional para obtener una influencia más importante sobre las políticas nacionales” constata Mazet.

El investigador estadounidense Craig Van Grasstek ha establecido que todos los países que integraron la coalición de voluntarios (coalition of the willing) en Irak benefician de un TLC con los EE.UU. También es el caso de países de América latina que, como Colombia, Ecuador antes de la elección de Rafael Correa, Perú, Costa Rica o Guatemala se retiraron del grupo de los 20 (G20)[iv]. La publicación por el periódico El País del proceso verbal de las conversaciones entre George W. Bush y José Maria Aznar[v], en febrero del 2005, reveló la brutalidad del chantaje del presidente estadounidense hacia los países reticentes a apoyar una intervención militar en Irak. “Lo que está en juego es la seguridad de los Estados Unidos, declaraba entonces Bush. Lagos (el presidente chileno) debe saber que el TLC con Chile espera su confirmación en el senado. Un actitud negativa podría poner en peligro su ratificación”
Leer completa

America latina unida

http://www.galizacig.com/imxact/2007/05/mural_america_latina_520.jpg
Na América Latina posterior á implantación do modelo neoliberal e a aplicación dos seus “plans estruturais de axuste”, desatáronse intensos procesos de resistencia popular protagonizados -no fundamental-, por actores sociais que repudiaron a realidade na que os situou o sistema; deles emerxeron anovados, numerosos e diversos movementos sociais: o dos Sem Terra de Brasil, o dos cocaleiros do Chaparé, o dos indíxenas de Chiapas, de Ecuador, de Bolivia… o dos desocupados e xubilados de Arxentina, o dos barrios populares na República Dominicana, Colombia, Brasil e México. Recoñecéndose autónomos, os movementos sociais foron formulando –en dimensións e ritmos diferenciados entre os diversos actores que os integran- a necesidade de afondar na participación dos sectores populares organizados, e a necesidade de articular os procesos de resistencias e loitas sociais sectoriais-reivindicativas con procesos transcendentes encamiñados á transformación integral da sociedade capitalista.

imagen de aqui: www.galizacig.com/actualidade/200705/rebelion...

L’« arrière-cour » s’émancipe

Le monde diplomatique

Washington a-t-il perdu l’Amérique latine ?

Pourquoi l’ambassade américaine à Caracas a-t-elle ouvert une série de « consulats satellites » dans cinq Etats du Venezuela producteurs d’hydrocarbures ? Pourquoi le Pentagone tente-t-il de réactiver l’aéroport militaire Mariscal-Estigarribia, dans le Chaco paraguayen, à quelques dizaines de minutes de vol de la Bolivie ? Depuis la fin des années 1990, Washington est bousculé en Amérique latine. Le projet de grand marché de l’Alaska à la Terre de Feu, la Zone de libre-échange des Amériques, n’a pas abouti. En lieu et place sont apparus des gouvernements de gauche, modérés ou radicaux, une alliance énergétique Venezuela-Bolivie-Argentine, une Banque du Sud faisant pièce au Fonds monétaire international et à la Banque mondiale, l’Alternative bolivarienne des Amériques (Bolivie, Cuba, Nicaragua, Venezuela), l’ébauche d’un « socialisme du XXIe siècle » à Caracas, La Paz et Quito… Washington tente d’endiguer cette émancipation en promouvant de nombreux traités de libre commerce, en légitimant un « droit d’ingérence démocratique » et en renforçant la coopération militaire au nom de la guerre contre le terrorisme et le narcotrafic, en défense de… la démocratie de marché.

Par Janette Habel

« L’Amérique latine est un continent perdu. » L’affirmation est de Moises Naim, directeur de la revue Foreign Policy. Moins catégorique, le président de l’Inter-American Dialogue, Peter Hakim, n’en formule pas moins la même inquiétude lorsqu’il se demande : « Washington [est-il] en train de perdre l’Amérique latine ? » Depuis une décennie, les Etats-Unis ont essuyé de nombreux revers dans cette partie du monde. Le rejet des politiques néolibérales a porté au pouvoir des coalitions de gauche, radicales ou modérées, marquant à des degrés divers leur indépendance. En avril 2002, le coup d’Etat contre le président vénézuélien Hugo Chávez a échoué. Depuis, la force du mouvement indigène a porté M. Evo Morales au pouvoir en Bolivie malgré les pressions du département d’Etat. Bien qu’exerçant des pressions de toute sorte, les Etats-Unis n’ont pas davantage pu empêcher l’élection de M. Daniel Ortega au Nicaragua ou, en Equateur, celle de M. Rafael Correa . Alors, intervenir de façon plus musclée ? L’échec de l’expédition irakienne rend peu probable, au moins pour un temps, un engagement militaire direct sur un autre front.

Pourtant, en dépit du rejet croissant dont il est l’objet, l’essentiel du cadre néolibéral demeure en place. Certes, lancée en grande pompe par M. William Clinton, lors d’un Sommet des Amériques tenu à Miami, fin 1994, la Zone de libre-échange des Amériques (ZLEA, en espagnol ALCA), grand marché américain prévu de l’Alaska à la Terre de Feu, n’a pu voir le jour. Mais, d’après M. Carlos Gutierrez, secrétaire américain au commerce, les entreprises américaines ont investi 353 milliards de dollars en Amérique latine et dans les Caraïbes en 2005. Leurs filiales y emploient un million six cent mille personnes. En 2006, les exportations américaines ont augmenté de 12,7 % et les importations de 10,5 %.

L’échec de la ZLEA ne doit pas masquer les progrès des accords bilatéraux ou multilatéraux, en particulier à travers les traités de libre commerce (TLC) (lire « Fraude médiatique au Costa Rica »). Car l’attrait du marché américain (...)

Race and Hispanic Origin Population Density of the United States: 1990

(by County as a Percentage of Total Population)

1 [American Indian] [Asian] 2

3 [Black] [Hispanic] 4

  1. [ American Indian, Eskimo, and Aleut Persons] (1.17MB)
  2. [ Asian and Pacific Islander Persons] (1.21MB)
  3. [ Black Persons] (1.18MB)
  4. [ Hispanic Origin Persons] (1.24MB)

Des tensions raciales préoccupantes

Courrier international

Selon un récent sondage publié par le New York Times, les tensions raciales sont un sujet de préoccupation majeure pour les différentes minorités américaines : 93 % des Hispaniques, 92 % des Africains-Américains et 73 % des Asiatiques sondés estiment en effet que les tensions raciales constituent un grave problème. Par exemple, 51 % des Africains-Américains considèrent que les immigrés latino-américains leur prennent leurs emplois et les concurrencent sur le plan politique, tandis que 44 % des Hispaniques avouent avoir peur des Africains-Américains. Enfin, les communautés ne se sont jamais aussi peu mélangées. Les trois quarts des Asiatiques et des Hispaniques ainsi que 61 % des Africains-Américains avouent n'avoir jamais eu de relations avec un membre d'une autre communauté que la leur.