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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

dimanche 11 novembre 2007

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jornada

El rey está nervioso

El incidente protagonizado ayer en la clausura de la 17 Cumbre Iberoamericana por el rey Juan Carlos I y el presidente venezolano, Hugo Chávez, es reflejo fiel de la relación imperante entre el régimen español y algunos gobiernos latinoamericanos cuya visión se aleja cada vez más del antiguo centro colonial.

La insólita salida de tono de Juan Carlos, mandando callar a Chávez, dio el tono a una reunión en la cual, por primera vez en esas encerronas de altos vuelos, los empresarios españoles fueron objeto de duras críticas de los gobernantes de Argentina, Venezuela y Nicaragua.

El colofón, ayer, fue la reiteración de los calificativos que Chávez endosó el viernes al ex presidente español José María Aznar; “fascista”, lo llamó, tras decir que era el encargado de vender el discurso de Washington. También recordó el apoyo que el empresariado hispano dio al fallido golpe de Estado perpetrado en 2002 contra el gobierno de Caracas.

Cierto es que el presidente venezolano interrumpió a su homólogo español, José Luis Rodríguez Zapatero, cuando éste defendía la honorabilidad de Aznar argumentando que “no es aceptable” que en un foro democrático hubiera descalificaciones a personas que gobernaron como fruto de la voluntad popular.

Pero de ahí a que el rey español, en un foro democrático, mande callar a alguien, hay, cuando menos, un pequeño abismo conceptual. Es entendible que el monarca hispano tenga últimamente sus nervios en estado de alta tensión. Allá en su país les dio recientemente por quemar retratos de él, e incluso se hizo mundialmente famosa una caricatura del semanario El Jueves donde aparecían su hijo y príncipe heredero Felipe con su esposa Letizia en un acto sexual. El cartón, muy discutible, fue hecho célebre por la respuesta de celosos jueces que cerraron filas en defensa de la inmaculada corona, queriendo dar a entender que la realeza es una divinidad encarnada con la que nadie puede meterse.

De manera que el estado de nervios del rey se plasmó ayer en Santiago de Chile, en un país que como España vivió en carne propia los estragos de una dictadura. Y con un gesto antidemocrático, Juan Carlos I puso una pica en Flandes y envió el mensaje de que no se aceptará, al menos por parte de la corona española, que sus antiguos súbditos cuestionen a ex gobernantes y empresarios de aquel ultramarino reino.

Que Chávez tilde de fascista a Aznar no debe sorprender a nadie mínimamente informado sobre los dichos injerencistas del líder ultraderechista español. Y en efecto, que muchos españoles crean en él y voten por la opción política que representa, pues es un asunto muy de ellos. Pero que Rodríguez Zapatero diga que con ello se ofende al pueblo español…

Mayor fue el desprecio –¿democrático?– que Aznar mostró hacia millones de sus paisanos que en las calles dijeron no a la intervención del trío de las Azores (Estados Unidos, Gran Bretaña y España) en Irak, agresión ilegal, contraria a derecho, antidemocrática y, ¿por qué no?, fascista. Y ello no quiere decir que esos pueblos sean fascistas, en absoluto.

Aznar, cabeza visible de la democracia intolerante, y defendido ayer por el socialista Rodríguez Zapatero, sigue poniendo en jaque al estado de derecho español con su máxima fijación: que la voladura de trenes en Madrid del 11 de marzo de 2004 fue maquinación de ETA. Los jueces ya han dicho que no, que los etarras nada tienen que ver.

Aznar perdió las elecciones por mentiroso, por tratar de vender a su pueblo, cuatro días antes de las elecciones de 2004, que ETA era autora del criminal atentado. Y también defendió esos días y noches su nefasta alianza con Washington y Londres. Todo era una mentira. La mitad de sus compatriotas no le creyeron. Y perdió el poder.

No le correspondía a Juan Carlos I callar a nadie. A menos que quiera demostrar que en esas cumbres se hace lo que él ordena. Tal vez está cansado, y nervioso, porque en su paíscrece imparable un estado de opinión que cuestiona todo, incluyendo la vigencia de la monarquía.

Tal vez el problema estriba en que siendo que en España no dice, o no se atreve, a decir lo que realmente siente, cuando viene a sus antiguos territorios aprovecha para dictar una cátedra tan obsoleta como la misma monarquía.

Ojalá el monarca y Rodríguez Zapatero entiendan de una vez por todas que deben hablar de igual a igual hasta con los que se expresan, según ellos, en términos “políticamente incorrectos”. Máxime si se tiene en cuenta que algunos empresarios españoles, apoyados silenciosamente por su gobierno, alientan asonadas como la de Venezuela. Y sin olvidar el trato humillante que regularmente reciben los emigrantes latinoamericanos que recalan en la península ibérica. De ahí también el reclamo del presidente de Ecuador por la brutal agresión xenófoba sufrida por una conciudadana en el Metro de Barcelona. Claro, su homólogo colombiano Álvaro Uribe nada dijo de la golpiza que días después le propinaron en Madrid a un emigrante colombiano.

¿Estará de más exigir que Juan Carlos I de España y Rodríguez Zapatero, con todo y su talante, entiendan y asuman que la democracia es para todos y en toda su expresión?

***

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Calentamiento

Luna tan PANdeja

Asi se las gasta fecalin, el gastroenterologo, metereologo y ahora.... vidente, o sepa la bola!
Echenle la culpa a la luna, al cabo que. Y si mejor la demandamos por abusiva????
Aunque usted no lo crea, estamos en el siglo XXI con un "gobiernito" medieval.
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Insiste Calderón en que la luna y las lluvias provocaron las inundaciones

Ángeles Cruz Martínez

Al solicitar a organizaciones civiles e instituciones de asistencia privada que continúen trabajando para apoyar a los damnificados por las inundaciones en Tabasco, el presidente Felipe Calderón Hinojosa reconoció que “todavía falta mucho para superar la situación, pero la estamos enfrentando con decisión y determinación”.


Durante una reunión de evaluación que se realizó en la residencia oficial de Los Pinos, Calderón Hinojosa y los funcionarios que lo acompañaron fueron insistentes en atribuir a las lluvias el problema que hoy viven los tabasqueños. Incluso, hizo suyo el argumento que hace unos días planteó el secretario de Medio Ambiente, Juan Rafael Elvira, respecto a que la luna de octubre ocasionó la marea alta, lo que junto con el frente frío número cuatro ocasionaron el “taponamiento hidráulico” que impidió que el agua de los ríos llegara al mar.

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Calderon y el cambio "climatico". Pero tomele la foto


Los desniveles de las promesas
Carlos Monsiváis
11 de noviembre de 2007

¿Quién les cree y a qué horas? El poder de convencimiento de la clase gobernante se agota, y ya no lo renueva como antes la falta de alternativas tan resumible en una frase: “En algo tiene uno que creer, aunque sea en la capacidad de autoengaño”. ¿Qué queda de las llamadas a la resignación (así, literalmente) del inefable Ernesto Zedillo, que les pedía sacrificio a las clases populares porque, y esto lo omitía, faltaba poco para que les demandara más sacrificio? ¿En dónde se alojan las promesas del multicomplotista Carlos Salinas de Gortari que, con la gallardía previsible, exigió que la población (de pie naturalmente salvo los inválidos) cantara el Himno Nacional ante el televisor porque, oh dioses de la Solidaridad, el peso de la deuda externa se había levantado en definitiva de los hombros de los mexicanos?

¿Y qué comentar sobre ese gigantesco trapiés, para darle algún nombre, Vicente Fox, el poseedor del inconsciente moral más rapiñoso que se recuerde, que se permitió todos los días promesas que no respondían a nada, no iban a lado alguno, no tenían asideros, pero le fomentaban la egolatría desde la cual aseguraba que había liberado al pueblo de sus cadenas, iniciado la independencia nacional, inaugurado la ruta de la prosperidad? Sólo en el caso de Fox, que trasciende toda lógica (¡ríndete Descartes!) es posible afirmar que las certezas eran más abominables que las promesas. Y la señora Marta, que se prometía a sí misma (cada miembro de la clase gobernante es, en primera instancia, su propio pueblo crédulo) que sería la presidenta de la República.

* * *

El estilo personal de prometer... Carlos Salinas extraía del refrigerador su voz más untuosa, solícita, almibarada, y la lanzaba con arrojo y a propósito del Programa Nacional de Solidaridad, decía (varias veces) frases como la siguiente: “Nadie podrá decir de ahora en adelante que hay un solo mexicano olvidado en México”, y al concluir la frase usaba su sonrisa notarial para certificar que de los presentes física o espiritualmente el 99% confiaba en él con desbordamiento (el 1% se extravió en la bruma de las encuestas).

La voz de Zedillo no variaba. ¿Para qué? ¿Para qué concederle a esa errata de las estadísticas, la sociedad, la cortesía de las atenciones? Si no le creían, ellos se lo perdían, y si le creían era cosa suya. A un tecnócrata o, como hubiese preferido que se le conociera, a un estadista informático siempre le llegan tarde las adhesiones o las críticas. Lo fundamental —la decisión y el aplauso impersonal— ya ocurrieron, y esa fe acentuaba en Zedillo la monotonía que era fracaso de la vocalización y triunfo de la indiferencia. ¿Para qué esforzarse si la voz es en toda circunstancia la traidora de los hechos? “No te calientes granizo”.

* * *

La voz de Fox es y sigue siendo, Señor Presidente de la Eternidad, inseparable del movimiento de los ojos, a punto del desorbitamiento, Fox, un desconocedor del valor de las palabras, del sentido rítmico de las palabras, y de las palabras en general, usa en su caso del desencuentro de la mirada y la expresión verbal, al subrayar algo que no está diciendo. Es patético su esfuerzo por exhibirse como un orador de masas, y es lamentable el rumbo de su dicción que se extravía, tropieza, vuelve a la acción con inflexiones como de puñalada trapera, se levanta de la lona y se sube al ring equivocado. Todo, supongo, para desconcertar al enemigo, a la cruel y voraz sintaxis. Y luego del trasiego verbal, las promesas se esfuman. Algo dijo pero la crítica se desató mucho antes, porque todos ya están al tanto: lo que haya dicho no tiene que ver con lo que cree estar diciendo.

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Felipe Calderón no acaba de persuadirse de lo obvio: la voz monótona, la más usual en cualquier sociedad no compuesta por gente de teatro, puede ser y lo es con gran frecuencia, sincera y si no transmite emociones altisonantes sí logra llevar a los interlocutores la promesa del compromiso: esto que digo sin emoción audible, lo creo y no se fijen en mi voz sino en mis actos. Pero no, el presidente Calderón se cree al mando de su resonancia auditiva, y se siente capaz de sensibilizar al auditorio, el presente y el virtual, con sus arrebatos, sus gajos de temperamento iracundo, sus promesas de distinta índole, su “caiga quien caiga”, su “no nos dejaremos amedrentar”. Al hacerlo, no repara en lo obvio: alzar la voz sin entrenamiento previo conduce a la falsificación del discurso, porque el énfasis no se ajusta a las frases, las obliga a salirse de cauce, a la intrepidez montañista, a lo que se quiera menos a la relación directa y racional entre lo escrito y lo pronunciado.

Con la ansiedad que le autoriza al gasto inaudito en su autopromoción, con la seguridad de que su voz está a punto de ser un utensilio hogareño de tanto que se oye en radio y televisión, Calderón promete, amenaza, halaga, ignora la crítica, subraya su propia, inmanente, notable perfección. ¿Por qué no? En su campaña para evitar que López Obrador llegara a la Presidencia, lo que por supuesto lo beneficiaría de paso, Calderón se comparó con el Señor Increíble del filme de animación, que —así lo expresó— de día es un empleado más, pero de noche sale a la calle a combatir el mal acompañado de su familia. ¿Qué agregar a lo anterior? Que el levantamiento airado de la voz equivale a la levitación anímica, todo grito inesperado surca el cielo con capa y máscara y traje rojo.

* * *

En mayo de 2007 Calderón, con energía que sacudió los sismógrafos, se opuso a la falacia: “ese determinismo del calentamiento global”. Bien por Bush. Ahora, en ocasión de esta temporada cinegética de la fotogenia (la caza de fotos, don Vicente, a eso me refiero), Calderón culpa directamente de la catástrofe al calentamiento global, de seguro un peligro para México. ¿Qué lo hizo cambiar? Como no lo oí sino lo leí, y me falta en el testimonio del alza o la disminución guturales, no sé si se rindió ante el determinismo o si incluyó la autocrítica en un giro contrito de la voz, pero, supongo, más bien se blindó (uno habla con el vocabulario de la época para que no lo acusen de apátrida) con el mensaje de Al Gore para prevenir lo que no consiguió evitar: la crítica a la corrupción inmensa de priístas y panistas (los buenos discípulos), a la impreparación y a la ineficiencia que alcanzan a su gobierno.

¡Ah, el calentamiento global! No nos amedrentará, no permitiremos que circule libremente por nuestro territorio, ya libramos la orden de arresto, las fuerzas del orden lo presentarán en tribunales. La voz del mandatario se calma por el momento, él llena el saco de arena, le toman las fotos y videos, los damnificados se saben ante un líder y el coro de aprobación que lo sigue de lejecitos lo aprueba. A las grandes catástrofes la voz enardecida. Y que le tomen otras fotos.

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Noviembre

Tabasco, diplomacia y vulnerabilidad

jorge carrasco araizaga México, D.F. (apro).-

La crisis de Tabasco ha puesto en perspectiva la vulnerabilidad en la que se encuentra el Estado mexicano, no sólo por tratarse de una de las entidades que más recursos aporta al país a través del petróleo, sino por la manera en que se ha conducido la política exterior de Felipe Calderón.

Considerada como uno de los pilares en que se funda la seguridad nacional de cualquier país, la política exterior no sólo es la manifestación de la doctrina y las políticas de una nación en el exterior. Es también la expresión de cómo actúa un país ante los hechos o intentos de intervención en los asuntos internos.

Durante décadas, el régimen autoritario del PRI tuvo la habilidad política de presentar como una virtud la defensa del principio de no injerencia en los asuntos internos, aunque la relación con Estados Unidos, de forma especial, diera muestra de lo contrario.

Ante casos de desastres, en esa época la ayuda internacional era controlada de tal manera que se evitaba la actuación directa de aquellos países que más allá de la buena voluntad pretendieran tener presencia en la zona devastada.

En el ámbito de la seguridad nacional, el control de la información es clave. Para un diplomático no hay nada más ganancioso que actuar libremente en la recolección de información para su cancillería.

En días recientes, bastó una simple llamada a la Secretaría de Relaciones Exteriores desde la embajada de Alemania en México, para decir que esa representación diplomática entregaría de forma directa ayuda a la población afectada en Tabasco.

Además de la ayuda oficial que desde Berlín se anunció la semana pasada, la embajada de Alemania en nuestro país hizo una colecta entre las poderosas empresas alemanas asentadas en México.

Obtuvo no sólo dinero en efectivo –50 mil euros–, sino bienes que llenaron tres tráileres. De acuerdo con la información proporcionada a la cancillería, la ayuda se despachará desde Mérida y se entregará de forma directa a los damnificados.

Es decir, la embajada alemana no quiere dejar su ayuda en manos de autoridades de México, ni del gobierno federal ni del estatal.

Sin que esté en duda el sentido humanitario, lo que está detrás de ese comportamiento representa un verdadero desafío al Estado mexicano.

La pasividad de la cancillería –que es tratada sólo como una simple oficialía de partes– puede dar paso a que otras legaciones diplomáticas sigan el patrón alemán ante esta tragedia.

No sólo un gobierno extranjero y sus empresarios le están diciendo al Estado mexicano que no confían en él, sino que esa pasividad abre una enorme ventana de vulnerabilidad con la complacencia de los encargados del Ejecutivo federal, en especial de Calderón y su secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa.

El propio Calderón le abrió la puerta a Estados Unidos para que se meta de forma directa en el desastre. El viernes saludó que el embajador de Washington en México, Tony Garza; su esposa, la influyente empresaria María Asunción Aramburuzabala; y el presidente de la Cruz Roja estadunidense, Mark Everson, se trasladaran a Tabasco.

Los tres sobrevolaron las zonas afectadas y, a diferencia de los alemanes, no llevaron ayuda más allá de la anunciada por el gobierno de George Bush.

Lo que sí lograron fue obtener información de primera mano del gabinete de seguridad nacional que está operando en la entidad.

La pregunta es si los militares mexicanos –celosos como son en asuntos de seguridad nacional– están igualmente dejando pasar el comportamiento de su comandante en jefe en relación con el exterior ante la tragedia de Tabasco.( 9 de noviembre de 2007)

jcarrasco@proceso.com.mx