El “escudo misilístico bushiano”, una provocación, juzga Austria
En forma asombrosa, Norbert Darabos, ministro de Defensa de Austria, miembro destacado de la Unión Europea (UE), calificó al escudo misilístico de Estados Unidos (EU) en Europa oriental de “provocación” y de “reavivar la guerra fría” (Die Presse, 23/8/07). Darabos agregó que “no veía peligro alguno en los misiles de largo-alcance de Irán, por lo que EU debería buscar una solución diferente”.
Luego, un burócrata de baja escala del régimen torturador bushiano, Gonzo (sic) Gallegos, pretendió pontificar al sagaz ministro austriaco, a quien acusó a su vez de reanudar el debate caduco de la guerra fría (Defense News, 23/8/07). A estas alturas ya ni saben lo que expectoran en Washington. Lo real es que se profundizan las grietas en la OTAN y la UE, quienes serían los primeros en pagar los platos rotos nucleares de políticas ajenas, frente al “provocador” despliegue del “escudo bushiano”.
El complejo militar-industrial de EU se quedó con la única industria funcional cuando sus demás plantas fueron clausuradas o trasladadas a otros países (la célebre “deslocalización” neoliberal), lo cual mantuvo su estabilidad económica y la paridad del dólar, gracias al desarrollo de nuevos proyectos de alta-tecnología militar y sus guerras en varios rincones del planeta.
Sería muy ingenuo tragarse el cuento texano de que el sistema misilístico antibalístico, el “escudo bushiano”, servirá con fines defensivos. Todo lo contrario: constituye un estímulo para las tendencias hipermilitaristas y la resurrección de su alicaída economía.
Pese a la postura negativa de Alemania, Bélgica, Holanda, Grecia y Rusia (a quienes se suma ahora Austria), el régimen torturador bushiano bajo la presión del omnipotente lobby del complejo militar-industrial, que controla mentes y bolsillos de la clase política bipartidista, intenta construir un tercer círculo de “defensa” (sic) misilístico antibalístico en Europa oriental para incrementar las ganancias que van a ser mermadas por la ausencia de órdenes de compra debido a los descalabros en Irak y Afganistán.
Los nuevos frentes para que el complejo militar-industrial multiplique sus ganancias se centran en los magnos proyectos militares del “escudo bushiano” y su corolario: la miniguerra de las galaxias.
Los expertos afirman que el “escudo bushiano”, que ha causado fuertes tensiones en las relaciones bilaterales de EU tanto con Europa como con Rusia, tendrá consecuencias más profundas y graves en todo el sistema de seguridad internacional que Baby Bush ha flagelado con su unilateralismo provocador.
Sería un grave error de juicio creer que el “escudo bushiano” empieza y concluye en Polonia y la República Checa, quienes no aprendieron los trágicos errores de su reciente pasado y ahora sirven de carne de cañón para las futuras superganancias del complejo militar industrial de EU.
El “escudo bushiano” representa el inicio de una serie de despliegues que tienen como núcleos a todas las pletóricas bases militares que EU mantiene en el planeta (más de 700 en al menos 36 países, y tropas en 156), en particular, en aquellas naciones que se encuentran en su esfera de influencia. No será descabellado vislumbrar la instalación de otros “escudos bushianos” desde México hasta Colombia para “frenar” hoy a Venezuela y mañana a Bolivia, Ecuador y Argentina, y en un descuido, hasta Brasil, dependiendo de la evolución de las relaciones bilaterales con EU; e, incluso, los pingüinos de la Antártida.
Nada más un ciego no podrá ver la “bushinización” en curso de la “seguridad” en todos sus rubros, bajo el maquillaje de la “prosperidad” invisible durante más de dos siglos en todos en los países ocupados financieramente por EU en Latinoamérica y que han sido hipotecados bajo el pernicioso neoliberalismo.
A partir del “escudo bushiano” instalado en Europa, los expertos en la materia aseguran que EU levantará la puja tecnológica –como lo hizo exitosamente en 1982, una década después de su derrota en Vietnam, debido en gran medida a la candidez del mariscal soviético Nikolai Ogarkok–, para desplegar la célebre miniguerra de las galaxias, lo que en el plano práctico significa que en órbitas cercanas a la Tierra aparecerán nuevas armas que van a permitir el control por EU de cualquier región del mundo desde donde podrá reaccionar a todas las “amenazas” (sic) para así propinar castigos severos a los países que no obedezcan su agenda perentoria.
No representa ninguna exageración afirmar dos cosas: 1. EU intenta resarcirse de sus derrotas en el gran Medio-Oriente y Asia central mediante la puja tecnológica en el espacio cuyo primer cimiento en la Tierra lo constituye el “escudo bushiano” en Europa oriental, y 2. EU intenta dominar unilateralmente el espacio sideral para controlar el planeta, lo cual ha sido vislumbrado correctamente por los estrategas de Rusia y China, quienes no pueden quedarse de brazos cruzados al menos que deseen suicidarse y/o ser aplastados sin compasión por el complejo militar-industrial de EU.
El aumento sin precedentes del presupuesto militar de EU (más de 650 mil millones de dólares anuales; en realidad es mayor, debido al ocultamiento contable en otros rubros), la construcción de nuevas armas, y la modernización de las existentes, son fundamentales para que Bush agreda a los países que no se ajustan a sus intereses bajo el montaje hollywoodense (apto para desinformados y cándidos) de “terroristas”, “estados canalla”, “petrodictadores” y “enemigos de la democracia y los derechos humanos”, como si el régimen torturador bushiano encarnase virtud alguna.
La nueva dimensión del aventurerismo bushiano, que se eleva de la antigua Mesopotamia al espacio sideral, ha impreso un carácter impredecible a la situación internacional. Pero existe una gran esperanza: los países civilizados del planeta han tomado conciencia de los alcances del “escudo bushiano”, el nuevo caballo de Troya de la era moderna, así como de su posterior despliegue a todos los rincones del planeta (incluyendo sus feudos en Latinoamérica: básicamente el “México neoliberal” y la “Colombia narcotizada”) y luego al espacio sideral.
Los países civilizados se pronuncian en forma gradual y racional contra la nueva agresión bushiana al género humano, como es el caso inusitado de Austria.
El México eterno, el país de don Alfonso García Robles, nuestro único premio Nobel de la Paz (a despecho del acomplejado y locuaz exhibicionista, el hoy foxiano Castañeda Gutman), corre riesgo de perder su alma una segunda vez en el espacio sideral después de haberla perdido la primera vez en la Tierra neoliberal.
Es imperativo que los ciudadanos del universo nos pronunciemos categóricamente tanto contra el despliegue del “escudo bushiano” en la Tierra como contra su aventurerismo en los cielos que pretende controlar su complejo militar industrial para proseguir sus grandes negocios mancillados con hemoglobina, ahora más que nunca cuando EU se encuentra en la bancarrota financiera y se ha vuelto más sanguinariamente peligroso para el resto de la humanidad que se opone a la imposición de su nueva barbarie sideral.