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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

dimanche 2 décembre 2007

“México, con Calderón, no representa ninguna esperanza para AL”

Ericka Montaño Garfias (Enviada)

Guadalajara, Jal., 30 de noviembre. Latinoamérica es un subcontinente que de nuevo está en movimiento, las cosas están cambiando, pero México –con Felipe Calderón– no representa ninguna esperanza para la región por su dependencia de Estados Unidos, afirmó el escritor, historiador y analista político Tariq Ali, quien ofrecerá el domingo la conferencia Literatura mundial y compromiso.

repudio al FeCal en el primer aniversario de espuriato
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rémora del sendero

Ilusionismo laboral

Falto de argumentos para explicar los pobres resultados en materia de empleo durante su primer año de gobierno, el presidente Felipe Calderón se vale de la retórica para magnificar logros, minimizar problemas y abusar de las verdades a medias: No pierde la oportunidad de presumir, casi cada mes, cómo aumenta el número de empleos nuevos en el país, publica el número 1622 de Proceso.

La última se le presentó el 16 de noviembre pasado, en Acapulco, en un congreso sobre comercio exterior: “Tengo el gusto de compartirles que al 15 de noviembre se han registrado en el Seguro Social, es decir, empleos formales, más de 950 mil nuevos empleos, del 1 de enero al 15 de noviembre”.

Y eso –se jactó, comparó– que al principio de año los pronósticos más optimistas, tanto de especialistas del sector privado como del público, indicaban que cuando mucho se crearían 600 mil nuevos empleos en todo el año.

El mensaje implícito y recurrente es:
El país no podía estar mejor que bajo la conducción de quien desde la campaña electoral se autodefinió como el “presidente del empleo”.

Pero la realidad es como es.Felipe Calderón sólo toma en cuenta el número de trabajadores asegurados en el IMSS, que al 31 de octubre sumaban 14 millones 856 mil 60 personas, es decir, 136 mil 566 más que al 31 de septiembre, al término del tercer trimestre del año. Nada despreciable el aumento. Pero los trabajadores afiliados al IMSS son sólo una parte, apenas la tercera, del total de quienes trabajan en el país.

Economista al fin, Calderón conoce el arte de manipular cifras, ocultarlas y, en suma, trampear datos estadísticos para hacerle creer a los mexicanos que en su gobierno hay cientos de miles de empleos más que en el pasado. Ciertamente el Calderón de hoy no es el Calderón de antes, en cuyos tiempos de diputado puso al descubierto las trampas con que el priismo hacía lo que él hace ahora: crear la ilusión de que en México hay empleos de sobra, destaca el reportaje que aparece en la edición 1622 de Proceso.

Secuestro


Angel Boligan



Un año de espuriato

Jornada

Desfiladero

Jaime Avilés
jamastu@gmail.com

Beltrones, salvador del futbol y las telenovelas

El PRIAND y el IFE, adelante con Peña Nieto

Que Villahermosa fue quizá el 9/11 de Calderón


(...)

Desde los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, Pemex no realiza trabajos de exploración. Sin embargo, las superpotencias cuentan con información detallada acerca de lo que todavía queda en nuestro subsuelo. Si en verdad tuviéramos reservas nada más para los próximos 10 años, Wall Street y George WC, J.M. Aznar y M. Vargas Llosa, The New York Times y la prensa ibérica no habrían apoyado con tanto ahínco el fraude electoral del 2 de julio. Sabían que si Andrés Manuel López Obrador hubiera llegado al poder, Repsol y los texanos habrían tenido que esperar al menos otros seis años para adueñarse de nuestro petróleo. Y, obviamente, para eso, con la torpe ayuda de Vicente Fox y de los empresarios nativos, incrustaron en Los Pinos a Felipe Calderón.

Hoy la vida cumple un año desde que ese individuo incompetente y boquiflojo entró en la Cámara de Diputados como un ratoncito a través de un hoyo en la pared, para colocarse él mismo la banda tricolor y salir huyendo. Durante este lapso ha ocurrido con exactitud todo lo que la ultraderecha panista vaticinó que sucedería bajo el gobierno de López Obrador: subió como nunca el precio de la tortilla, se encarecieron todos los productos de la canasta básica así como la gasolina y la electricidad; se agudizó el desempleo, creció la inseguridad, aumentó la deuda externa, y la represión y el autoritarismo se tradujeron en muertos, heridos y presos políticos, e incluso desaparecidos, en una proporción equiparable a la de la guerra sucia, con la pequeña diferencia de que esta catástrofe sólo puede atribuirse a Calderón y sus cómplices.

Pero si del Poder Ejecutivo se adueñó una banda de tal calaña, en el Judicial continúa en funciones una pandilla de delincuentes de toga y birrete que cumple con la horripilante función de legitimar lo abominable: la pederastia, el secuestro, la tortura sicológica (en el caso de la periodista Lydia Cacho, y pronto, en el caso de Oaxaca), el asesinato, el terrorismo de Estado y la brutalidad contra un pueblo que lucha por la vía pacífica.

Mientras tanto, en el Poder Legislativo se ha consolidado la alianza de los diputados y senadores del Partido Revolucionario Institucional de Acción Nacional Democrática (PRIAND), que en este primer año del espuriato dio pasos muy importantes para preparar el relevo de Calderón mediante un nuevo fraude, ahora en beneficio de Enrique Peña Nieto. No puede entenderse de otro modo la reforma que llevaron a cabo para arrebatarle el control del Instituto Federal Electoral a la profesora Elba Esther Gordillo, echando a la basura a Luis Carlos Ugalde para remplazarlo por un personaje tan deshonesto como Jorge Alcocer o alguien de la misma estofa.

Lo más gracioso es que al redactar las nuevas reglas del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales los senadores atenuaron las sanciones que sacarían del aire, hasta por 36 horas, a las televisoras que violaran la prohibición de difundir espots políticos. Y en este sentido fue milagrosa la intervención de Manlio Fabio Beltrones, quien tuvo la atingencia de introducir un inciso para garantizar la transmisión de los espectáculos deportivos y sentimentales más vistos por el público. Beltrones, en sus propias palabras, “salvó el futbol y las telenovelas”, una hazaña que lo hace merecedor a una estatua de mármol en la glorieta del Ángel, y a que ahora en Navidad las masas llenas de gratitud le canten: “Jingle Bel, Jingle Bel, Jingle Bel-tro-nes…”. Porque no es para menos.

Con las instituciones públicas en manos del hampa, algunos lectores han escrito al buzón de esta columna para preguntar si acaso la inundación de Tabasco no fue provocada por el “gobierno” federal con el afán de permitirle a Calderón llegar a la tierra de López Obrador en calidad de héroe que entrega despensas y reparte vales de 10 mil pesos para que la gente, la que sea, la que los agarre en el tumulto, pueda ir a las tiendas Elektra, de Ricardo Salinas Pliego, a canjearlos por muebles y aparatos electrodomésticos.

Bush, escribe por ejemplo El Caníval Rodríguez, “era un presidente sin legitimidad, pero después de los ataques del 11 de septiembre cobró un rol protagónico”. Si son ciertos –y conste que el “gobierno” no ha refutado– los datos técnicos que explican cómo la Comisión Federal de Electricidad y la Comisión Nacional del Agua abrieron las compuertas de la presa Peñitas para inundar Villahermosa, “lo lógico sería pensar que se trató de una acción deliberada para que se luciera el pelele”.

Es una hipótesis, desde luego, y muy respetable. Desde los tiempos de Zedillo el manejo de escándalos mediáticos ha formado parte de los usos y costumbres de los gobernantes neoliberales. Queda clarísimo que eso fue lo que sucedió hace dos domingos tras la doble jugada consistente en tocar las campanas de Catedral con propósitos provocadores, para que personas, manipuladas o no, entraran a protestar en el templo. Este era un requisito indispensable y premeditado para que luego el bombardeo propagandístico en radio y televisión aturdiera al país más de una semana. ¿Y para qué? Para evitar que se discutiera la propuesta de López Obrador en defensa del petróleo, y se ignorara la denuncia contenida en la película de Luis Mandoki, Fraude: México 2006.

En ese documental extraordinario –que si usted no ha visto debe hacerlo ya, porque a pesar de su éxito de taquilla los exhibidores le quitaron ayer la mitad de las 300 funciones que tenía en la ciudad de México–, aparece el arzobispo Norberto Rivera Carrera bendiciendo a Salinas de Gortari y “a nuestros empresarios”, en una escena que explica su lealtad a los que defienden las peores causas. Ahora bien, ¿cuál es el balance final de este episodio? López Obrador –todo hay que decirlo– perdió la batalla de las campanas y necesita emprender un nuevo esfuerzo para que el movimiento que encabeza escuche y adopte su programa de acción en defensa del petróleo. La política es así. Cosa de tercos.

Un carton de Julio 2, pero que para el caso sirve........

Para poder celebrar

Nada que celebrar

Jornada

Con el festejo, previsto para hoy, en Palacio Nacional, por el primer año de gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, concluye una semana de análisis acerca de los logros y deficiencias de la presente administración, con un balance que, en lo general, dista de ser favorable.

Durante la campaña electoral y, posteriormente, al inicio de su mandato, Calderón se comprometió a fortalecer la economía mexicana con la finalidad de hacerla competitiva y creadora de empleos. Sin embargo, durante estos 12 meses la actual administración ha deambulado sin demostrar un rumbo claro y coherente en materia económica. Eso se ha visto reflejado en la puesta en marcha de medidas que constituyen un agravio sostenido contra los bolsillos de la mayoría de la población, como el llamado gasolinazo, un auténtico revés a la economía popular si se toma en cuenta el alza que su solo anuncio causó en los precios. No obstante, su aplicación ha sido postergada por el propio titular del Ejecutivo federal para principios del año entrante.

En materia laboral, las cifras que maneja el gobierno federal –850 mil empleos formales creados– resultan por demás inverosímiles a la luz del crecimiento económico alcanzado y de las cifras acerca de la desocupación que ha proporcionado el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Lo que sí se percibe es un aumento exponencial de empleos informales y un incremento sostenido en el número de connacionales que emigran a Estados Unidos. Por tanto, no hay elemento de juicio que permita pensar que el país pueda salir adelante por sí solo; por el contrario, la economía mexicana continúa exhibiendo una fuerte dependencia de la estadunidense, como señaló ayer el escritor y analista político Tariq Ali, al grado de que la recesión que ésta padece ha repercutido de manera desfavorable en el crecimiento de nuestro país y persiste el riesgo –reconocido por el Banco de México, aunque desestimado por el propio Calderón– de que esta situación se mantenga.

Respecto del programa estelar del actual gobierno en materia de seguridad pública, la llamada “guerra contra el narcotráfico” –que consistió en el despliegue del Ejército en las calles del país–, cabe decir que éste no ha arrojado los resultados esperados y que, antes bien, ha contribuido a sembrar zozobra entre la población y a exponer a las fuerzas armadas al encono popular debido a los atropellos que algunos de sus integrantes han cometido contra la gente.

Felipe Calderón ha desatendido el llamado del Poder Legislativo y de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que demandan devolver el Ejército a los cuarteles. Por lo demás, el número de ejecuciones relacionadas con el narco no disminuyó, y las cifras sobre decomisos, erradicación de plantíos y detenciones de presuntos delincuentes confirman que el trasiego ilegal de estupefacientes sigue operando con normalidad.

A estos desalentadores datos habrá que añadir la firma del acuerdo binacional de asistencia en materia de combate al crimen organizado, nombrado oficialmente Iniciativa Mérida, pero conocido popularmente como Plan México por sus similitudes con el Plan Colombia. Este acuerdo no garantiza una disminución en la actividad de los grupos delictivos, pero sí prevé una mayor dependencia tecnológica y operativa de Estados Unidos por parte de las instancias de seguridad pública. Su suscripción, por cierto, ha sido rechazada por amplios sectores de la opinión pública, e inclusive por algunos círculos castrenses.

En suma, el saldo del primer año de gobierno de Felipe Calderón no parece proporcionar elementos para celebrar: la fiesta anunciada para hoy en Palacio Nacional parece obedecer, en todo caso, a una intención de posicionar al jefe del Ejecutivo federal en los medios de comunicación, práctica por demás común durante estos 365 días, acaso para paliar la crisis de legitimidad que la actual administración padece de origen.

Brindis por la impunidad