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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

mercredi 3 septembre 2008

Economía mexicana, inviable sin Pemex
Nancy Flores

Mientras que, en 2008, el gobierno de Calderón condonará impuestos por más de 770 mil millones de pesos a grandes corporaciones, a Pemex le quitará 800 mil millones de pesos por este concepto. Sin reforma fiscal, la economía mexicana no resistiría la apertura de la paraestatal a la iniciativa privada, coinciden académicos.

Naranjo: México prometido

Un hombre llamado fracaso
Álvaro delgado MEXICO, D.F.,

1 de septiembre.-

La decisión de Felipe Calderón de enviar a Juan Camilo Mouriño a la Cámara de Diputados para entregar al Congreso el informe del segundo año de gestión gubernamental es una muestra de desprecio a quienes con sinceridad se manifestaron, el sábado, justamente contra la delincuencia y la impunidad.

Sólo por ignorancia, complicidad o simulación --esa enfermedad nacional que ahoga a la sociedad-- puede soslayarse que Mouriño es un delincuente confeso de usar sus influencias como servidor público para beneficiar a los negocios familiares, y ya hasta panistas reconocen que ese comportamiento es un ejemplo más de la ruptura de carácter ético del partido de la derecha.

Por supuesto, la multiplicación de las conductas delincuenciales desde el poder --esas que soslayan los histéricos locutores y amanuenses oficialistas-- no se explica sin la impunidad, sello de la casa con Calderón, tal como lo expresó Germán Martínez, presidente del Partido Acción Nacional (PAN), en una declaración que se enmarca en la galería de las desvergüenzas: “Que quede muy claro: En Acción Nacional lo respaldamos, lo hacemos con orgullo. Él es una muestra de la nueva clase política que está construyendo el país, una buena muestra de profesionalismo, de decencia pública y capacidad. ¡Eso representa Juan Camilo Mouriño!”.

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Narcomanta

Recuento de fracasos


Jornada

El segundo Informe de gobierno de Felipe Calderón, entregado anteayer al Congreso de la Unión en el inicio del periodo ordinario de sesiones, refleja, a pesar de la tradicional enumeración de “logros” y el tono triunfalista característicos del género, circunstancias alarmantes en todos los rubros, principalmente en los ámbitos económico, social, administrativo y de seguridad pública.

Ciertamente, el fracaso más visible del calderonismo se manifiesta en el último de esos terrenos, y ello ha dado pie a una indignación ciudadana justificada y comprensible, pero que no logra percibir la relación de causalidad entre el auge exasperante de la delincuencia y los desastres sociales y económicos causados por gobiernos anteriores y profundizados y agravados por el presente.

Sin ignorar que el auge de la delincuencia es, parcialmente, producto de los errores cometidos por la autoridad al combatirla, sería ilógico que el incremento del desempleo, la desigualdad, la pobreza, la marginación, la desarticulación social y las carencias de educación y de salud no se hubieran traducido en un deterioro tan grave de la seguridad pública como el que ha tenido lugar en lo que va de la administración en curso.

El país padece los estragos del estancamiento económico, acompañado de un ascenso en las tasas de desempleo y una inflación galopante que se complementa con una contención salarial implacable. Desde el poder público se persiste en el empeño de eliminar las conquistas sindicales y sociales y desbaratar los sistemas de seguridad social, y la enseñanza pública, devastada por décadas de restricciones presupuestales, ha sido dejado en manos de un cacicazgo sindical corrupto y patrimonialista que basa su poder no en la obtención de logros laborales para los educadores, sino en favores electorales y de control político para la institución presidencial. Por lo demás, se mantiene intacto, en las cúpulas institucionales, el binomio de corrupción e impunidad que caracterizó a las presidencias priístas, y el caso más lamentable, por visible, es la opacidad con la que se resolvió el presunto tráfico de influencias en el que incurrió el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.

Para colmo, se ha puesto de manifiesto la profunda indiferencia gubernamental frente a la grave situación de amplias franjas de la sociedad: lejos de atenuar el impacto de fenómenos como la carestía –embestida contra la economía popular que favorece la concentración de riqueza–, el grupo en el poder se ha limitado a suscribir acuerdos inservibles de control de precios con las cadenas de tiendas y a eliminar los aranceles a las importaciones de alimentos, lo que beneficia a los grandes exportadores foráneos, así como a los distribuidores y a los intermediarios privados. Adicionalmente, y como principal ejemplo del sentido antinacional y antipopular con que se gobierna, se porfía en el intento de privar al país de su principal fuente de recursos públicos: la industria petrolera nacional, que, a pesar de los problemas financieros que padece y de la corrupción que impera en el seno de su administración, continúa aportando recursos para educación, salud y gasto social.

En suma, las cuentas entregadas por el gobierno de Felipe Calderón en su segundo informe decepcionan a una población que, en general, hubiera querido leer buenas noticias en ese documento. Pero el balance de estos 21 meses de gobierno no contiene un saldo favorable digno de mención, y acaso el único dato positivo del periodo sea el hecho de que los sectores depauperados de la sociedad, que son los que más padecen los estragos de las políticas gubernamentales, han respondido con mesura y sensatez ante la ineptitud y la insensibilidad de las autoridades en los diversos ámbitos del quehacer nacional, y que la consigna “si no pueden, renuncien” no se ha convertido, hasta ahora, en el lema de todos los descontentos que recorren el país.


Hernández