Tuvo que regresar a escuchar quejas de perjudicados
Enfrenta Calderón protesta en Hidalgo
Tulancingo, Hgo., 23 de agosto. ''¡De aquí nadie se mueve y nadie se va!'', gritaba un hombre, altavoz en mano, mientras cientos de vecinos afectados por el paso del huracán Dean impedían el paso de cuatro camionetas del convoy presidencial.
Los pobladores estaban molestos porque el presidente Felipe Calderón y el gobernador de Hidalgo, Miguel Angel Osorio Chong, junto con sus respectivas comitivas, pasaron de largo a bordo de vehículos blindados y ya no escucharon las peticiones de ayuda de los habitantes de la colonia Santa Cecilia.
El michoacano y el priísta Osorio Chong iban de regreso de una reunión de evaluación de daños, en la cual no pudieron presumir saldo blanco, porque fallecieron una niña y su madre y ocurrieron graves inundaciones, sobre todo en los municipios de Tulancingo y Cuautepec, que fueron los dos puntos de la gira.
De ahí se trasladaron juntos al barrio Tepeyac; sin embargo, cuando cruzaban la colonia Santa Cecilia cientos de habitantes intentaron interponerse en su camino.
''¡Párense, den la cara!'', gritaban los vecinos y manoteban cerca de las camionetas que, a toda velocidad, lograron traspasar el cerco.
No fue el caso de los vehículos que trasladaban a los reporteros y a elementos del Estado Mayor Presidencial. La gente se acercó furiosa a recriminar la falta de atención y comenzó a golpear los cristales y a gritar ''¡abran, abran!''
Al darse cuenta de que en esos automóviles no iban los funcionarios, se arremolinaron y se quejaron. ''El Presidente pasó corriendo y ni siquiera se detuvo a escucharnos'', explicaba una mujer, y otra lloraba porque no habían recibido despensas y sus casas seguían inundadas.
Las lluvias afectaron por igual casas de nivel medio y una unidad habitacional construida del Fovissste, donde la mayoría de los habitantes son maestros afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
La gente decía que nadie los había auxiliado y sólo cuando se supo que iba a pasar por ahí el Presidente comenzaron a llegar algunos trascabos, pero ya era tarde, pues habían perdido sus pertenencias.
A unos pasos, Héctor Espinosa se quejaba: ''Esperamos al Presidente desde las siete de la mañana, pero cobardemente jaló el vehículo y se fue. Ni siquiera nos dió la cara''.
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