Conjeturas
Castañeda y Krauze
Democracia de los cínicos
El periodista Alvaro Delgado puso las condiciones, con sus entrevistas a Lorenzo Meyer, Enrique Krauze y Jorge Castañeda, para lo que pudo ser un debate a fondo, sin concesiones, laico, sobre la teoría y praxis del pasado proceso electoral. Y su cuestionado resultado presidencial, donde no hubo legítimamente lo de “un ciudadano, un voto” y mucho menos que 50 más uno en las urnas decide, por pírrica que sea, la victoria.
Castañeda, golpeador. Krauze, historicista de “tijeras-y-engrudo”, propietario absoluto del conocimiento histórico. Los dos sólo descalificaron y justificaron con un realismo cínico, característica de los ideólogos, como escribió Paul Lidsky, que se adhieren a los que tienen el poder “sin traicionar su conciencia y creyendo formar parte de la oposición”. Sin entrar al fondo de la discusión, se salieron por la tangente, volviendo a echarle montón a Andrés Manuel López Obrador. Krauze (en lo que R. C. Zaehner llama el instinto religioso) afirmando que el electorado “castigó” al tabasqueño, cuando su des ex machina de Calderón y la derecha panista se opusieron rabiosamente a recontar los votos, para despejar la sospecha fundada de fraude electoral. Y cuya divisa fue: “Aiga sido como aiga sido”.
Castañeda quiso justificar su terrorismo contra López Obrador, con su llamado, a la Tarzán y la ley de la selva, de parar a López Obrador “a como dé lugar”, con su tardío reconocimiento de “ganarle a la buena, a la mala y de todas las maneras posibles... dentro de la legalidad”. En ese entonces se comió ésta última parte y se dio a la tarea de proponer “la estrategia del miedo”, copiando la violencia retórica de los fascios de Mussolini y los nazis de Hitler (Ernest Nolte: El fascismo de Mussolini a Hitler), en sínodos nocturnos con empresarios. De los 3 o 4 millones de dólares que le dieron para su fracasada campaña, de los que nunca informó, dijo: “A los medios y a la opinión pública no tengo la obligación legal ni mucho menos moral de hacerlo”.
Religiosamente conservadores y derechistas no tocan el republicanismo. Y se afilian a la democracia para arreglarla a sus intereses oligárquicos y plutocráticos. Por sus trayectorias y mordiscos a Meyer, parecen hijos de Aristocles (alias Platón): tienen oro en sus almas y amartillan su odio para dispararle a los 14 millones auténticos de votos que pusieron en jaque mate a los dudosos 14 millones de votos calderonistas-elbistas. Es la democracia electoral de los cínicos. Pero no de los cínicos de Antístenes ni Diógenes, sino de los bribones, los pícaros, los oportunistas.cepedaneri@prodigy.net.mx
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire