No mas impunidad!
Todo esto esta muy bien, pero...... mas que pitorrearnos, hace falta actuar y pedir la renuncia de los rufianes que pagamos en la suprema corte. No mas impunidad! La más peleada |
La China Poblana es tan mexicana como esa impunidad que con tanta brillantez refrendaran Mario Marín y su Suprema Corte. Consumado el atraco debemos esforzarnos para abrirle cauces nuevos a la indignación.
La impunidad es como los diamantes, el crudo y los vinos porque puede clasificarse de acuerdo a su pureza, grado de viscosidad o equilibrio. La saga de Lydia Cacho y Mario Marín es de una cosecha excepcional; ideal para ser degustada mientras se escuchan las coplas del Cantar de los Cinismos. Revisemos brevemente el recital brindado por pederastas, empresarios, políticos, gobernantes y jueces.
El PRI mostró sus dientes para defender al góber poblano contra esos resentidos defensores de derechos humanos. El Legislativo concluyó que los tiempos no eran propicios para el juicio político. El presidente Felipe Calderón Hinojosa no hizo muecas a la hora de tomarse la foto con el tal Marín. El PAN frenó las campañas negativas o de contraste en las elecciones de Puebla del pasado noviembre porque Marín nunca ha sido, es o será un peligro para México. Los responsos corrieron a cargo de seis ministros de la Suprema Corte; entre ellos dos mujeres que consideraron que el cañón de una pistola pellizcando el pezón femenino tiene la levedad de un coscorrón de cariño. El último pespunte lo ha dado la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que se sumió en un revelador silencio; han preferido emplear su tiempo en cabildear a los mandones del Senado a favor de sus dos candidatas al Consejo Consultivo. A cada quien lo suyo.
Mientras todo eso pasaba, sicarios al servicio de poderosos intimidaban a las niñas y/o a sus familias que habían testificado contra la red de pederastas, y diversos medios se apresuraron a meter el asunto en el congelador de los silencios.
Imposible afirmar que estamos frente a la afrenta más viscosa porque el 2007 fue un buen año para la impunidad. Luis Echeverría Álvarez fue exonerado. La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado fue cremada sin que nadie llorara su irrelevancia. Vicente Fox se puso bravucón, se bajó del cuaco y se metió al Palenque para recordarnos que él solito "ganó" la elección del 2006. Felipe Calderón demostró sus dotes de médico forense cuando diagnosticó las causas de la muerte de Ernestina Ascensio. ¡Así se templó el cinismo!
La democracia se ulcera con la impunidad porque se desploma la credibilidad en las instituciones y se alienta el quebranto de las leyes. Las cifras lo confirman. En el sexenio pasado, la Secretaría de Gobernación hizo tres Encuestas Nacionales sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas. De acuerdo con los datos recabados por la Tercera ENCUP (2005), sólo el 16 por ciento piensa que en México las leyes se utilizan para defender los intereses de la sociedad. El 33 por ciento está convencido que la legalidad sirve a los poderosos y un 26 por ciento piensa que es usada para cometer arbitrariedades.
En derechos humanos estamos retrocediendo y, como antes, sólo queda buscar la justicia fuera. Lydia Cacho llevará su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y si bien nos va en uno o dos años le darán un jalón de orejas al Estado incapaz de proteger las garantías individuales. La impunidad es la regla y la indefensión la norma. ¿Qué hacer?
Cada otoño en un auditorio de la Universidad de Harvard se anuncian los 10 ganadores de los IG Nobel (IG quiere decir innoble). Se premian las investigaciones más ridículas o irrelevantes o las decisiones políticas más nocivas. Es un ejercicio tan riguroso y serio que las preseas son en ocasiones entregadas por verdaderos ganadores de los Premios Nobel. En 1999 las secretarías de Educación de los estados de Colorado y Kansas fueron premiadas por ordenar que en los salones de clase se rechazara la teoría de evolución de Darwin a la que consideran poco científica. El reconocimiento fue una forma de ridiculizar a esa derecha ultraconservadora que ha llevado a una etapa superior del oscurantismo. El objetivo último de los IG Nobel es hacer reír y pensar.
Así pues, recordemos las coplas de Viva mi desgracia y saquemos del ropero el humor negro para crear los Premios Nacionales a la Impunidad. Es laborioso pero no difícil. Basta que un grupo de organismos civiles de derechos humanos establezcan un Consejo de Premiación encargado de elaborar un proyecto conjunto para buscar patrocinadores y financiamientos en México y el extranjero.
El consejo lanzaría una convocatoria para recibir de la sociedad nominaciones de aquellas personas o instituciones que durante el año en cuestión hubieran cometido más barbaridades sin recibir sanción. Las propuestas más promisorias serían entregadas por el consejo a un grupo de profesionales cuya tarea sería documentar, con variables rigurosamente establecidas, los méritos de las candidaturas. Las mejores serían entonces entregadas a un jurado de personalidades mexicanas e internacionales que tomarían una decisión a ser anunciada en vistosa ceremonia. Una fecha apropiada para los Premios Nacionales a la Impunidad 2007 podría ser el 29 de noviembre del 2008, primer aniversario de la ignominiosa decisión tomada por los seis ministros de la Suprema Corte a favor de Mario Marín.
Al mismo tiempo, el consejo de premiación convocaría a la comunidad artística para que sometiera propuestas de las estatuillas a ser entregadas a los y las galardonadas. Una posibilidad podría ser una cerámica de laqueado multicolor con las efigies de Luis Echeverría y Vicente Fox. Me los imagino con la expresión de las caritas del Tajín veracruzano, tomados de la mano y con sus extremidades libres haciendo señas: Echeverría tendría el puño izquierdo arriba y adelante como lo hacen los revolucionarios fieros; Fox tendría el brazo derecho alzado hacia el cielo y con sus dedos haciendo la V de la victoria.
Un ejercicio de este tipo permitiría documentar y celebrar una de nuestras tradiciones más arraigadas: la inventiva de los poderosos que siempre se las arreglan para evitar castigos, mantener cargos, incrementar fortunas. Con algo de suerte, algunos funcionarios, políticos o jueces se inhibirían un poco ante el riesgo de ser exhibidos en México y el mundo como candidatos a una de las preseas más nuestras. De entrada Mario Marín y su Suprema Corte se perfilarían como serios competidores al tan peleado Premio Nacional a la Impunidad 2007.
Correo electrónico: saguayo@colmex.mx
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