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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

jeudi 6 décembre 2007

Más mercaderes que jueces.


¿En cuánto te vendieron, Lydia?
María Teresa Priego
6 de diciembre de 2007

La Suprema Corte votó que la pederastia no era el tema a debate. A pesar de las mil 250 páginas de investigación del ministro Silva. Algunos ministros tenían prisa. No había razón para concentrarse en el meticuloso ¿anecdotario? de Silva, acusado de tener mucha “imaginación”.

Al grano. El ministro Ortiz procedió, como quien aprieta el botón de una máquina de Coca-Cola: ¿se violaron las garantías individuales de Lydia o no? ¿Hubo colusión de poderes o no? Como si la memoria no existiera. La brutal concatenación de los hechos. Lydia en una carretera custodiada por judiciales. Es gravísimo. Pero además, ¿por qué le sucedió? ¿Cuáles son los contenidos de su lucha? ¿A quiénes amenazan sus denuncias? ¿Cómo funcionó la cadena de complicidades de quienes quieren callarla y desaparecerla? ¿Y las víctimas? El origen mismo de la historia. El abuso sexual a menores. Las redes de poder económico y político que protegen a los pederastas. Quedaban expulsados de la historia.

“Yo le digo a Lesly: ‘tráeme una de cuatro años’, y si ella dice “ya está cogida”, y yo veo si ya está cogida, veo si le meto la verga o no. Tú lo sabes que esto es mi vicio, mi pendejada”. Succar (2003). “Él es un empresario muy conocido, casado, un hombre de bien, padre de tres hijos, y nosotras éramos unas pendejas, pobres y putas, nadie nos creería nada, nos despreciarían todos”. Víctima de Succar (2004). “En el refugio, una pequeña de 11 años me tomó de las manos y con el rostro desencajado inquirió: ‘¿Verdad que tú no vas a dejar que nos hagan más daño?’ La respuesta que le di cambió mi vida” (2004). Lydia, en Memorias de una infamia. Ante una niña destrozada emocionalmente, comenzó la lucha frontal de Lydia contra las redes de pederastia. La protección y el apoyo a las víctimas. Votación final. Suprema Corte. Risa de clausura (2007). ¿De qué se ríe, señor ministro Ortiz Mayagoitia? Los jueces, ¿y los cortesanos? ¿De qué “demonios” se ríe?

“¿Te gusta meterte con hombres de verdad?”. Traslado de 20 horas, judicial apuntando a Lydia con un arma (2005). Las dos ministras votaron contra Lydia. La carretera oscura. El judicial: “Y si te tiramos al mar”. Lydia en silencio. “Por favor, mamá, por favor, que no me tiren al mar, nadie va a encontrar mi cuerpo”. ¿Acaso es más grave el voto de la ministra Cordero que el de Azuela? No en la suma. Sí en el contenido. Hay causas. Que a las mujeres nos atañen en la piel. El abuso de poder y la misoginia están allí. Feroces. Y sin embargo. La peor misógina, si es comparativamente peor que el peor misógino. Doblemente traidora. Doblemente omnipotente. Porque la misoginia femenina es —además— un bumerán.

“La obligación (de la Corte) de hacer siempre lo debido y no lo que resulta popular y de fácil comprensión para grupos muy numerosos de la sociedad”, dijo Luna. Lydia no es una cantante de rock, sus causas no son “populares”. Son justas. Indispensables. Sostenidas con un valor extraordinario. Y los ciudadanos no somos fans irresponsables, incapaces del más elemental juicio moral.

El lenguaje corporal de Cossío nos auguraba lo peor. Es un hombre noble. Sentado completamente de lado. Como si quisiera salir huyendo ante lo que venía. Lo peor llegó. Podría haber sido un juicio emblemático. Fue un chapoteadero en la ignominia. Seis ministros. ¿En qué mesas malbarataron a Lydia y a sus causas? ¿A cambio de qué? Más mercaderes que jueces. “Y si no cumpliere, ¡que la nación se lo demande!”. ¿La nación? Está en el duelo indignado de sus ciudadanos.

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