Sociedades Engañadas
Diario libertad Desafío |
Rafael Loret de Mola | |
*Sociedades Engañadas *Síndromes Futboleros *De Juegos Infantiles La filosofía de la resignación, con no pocas reminiscencias religiosas, forma parte sustantiva del ser mexicano. Se acepta el estado de cosas porque, al fin y al cabo, la redención, en la vida futura, nos espera. Luego vienen las interpretaciones para asegurar que los rendimientos laborales, con el consiguiente ahorro en los salarios, no sufran mella a causa de la claudicación cívica. Una disyuntiva que se antoja contradictoria: conformismo sí, ociosidad no. Durante mucho tiempo he sopesado los efectos del adoctrinamiento colectivo por la vía de los valores morales insoslayables. Detengámonos, para poner una muestra, en el pasaje bíblico que cuenta como Jesús, en vez de responder a la agresión del centurión insolente, opta por poner la otra mejilla para volver a ser abofeteado. Si trasladamos la lección al plano de las relaciones entre gobernados y gobernantes, las dictaduras estarían de plácemes aun cuando no contaran con autoridad moral alguna, como no la tuvo el romano que ultrajó a la divinidad por la perentoria soberbia del poder terrenal. Contraria a esta lectura otro lugar común se impone: vivir de rodillas es sencillamente opuesto a la condición humana porque negar todo sustento libertario es aceptar, sin más, la muerte adelantada. La confusión que surge de la paradoja permanente es igualmente un factor de dominio. Los poderosos extreman las manipulaciones mediáticas, por ejemplo para insistir en las realizaciones materiales aun cuando se aplasten los derechos cívicos –lo mismo durante la hegemonía priísta que a lo largo del ominoso sexenio foxista-, para asegurar la conservación del poder sometiendo a la colectividad a la filosofía de la resignación. Porque, en todo caso, si se protesta se desestabiliza y si tal ocurre se traiciona a la patria al comprometer su futuro. Vayamos al día con día. Cualquiera que enfrente la corrupción cotidiana, por ejemplo extendiendo una generosa “mordida” al gendarme inescrupuloso para zanjar así alguna infracción de tránsito o incluso alguno de los habituales abusos de la autoridad cuando está en plan de cacería de incautos, prefiere olvidar la afrenta, refugiándose en el más apreciado de los rincones de su hogar, tratando con ello de poner distancia sin percibir cuan profunda pueden ser las heridas internas: la impotencia cívica deja siempre un doloroso rastro de agobios y de angustias. Hay quienes hablan de bombas de tiempo para explicar la espiral del odio contenido; nosotros preferimos proponer que los sacudimientos colectivos siempre tienen una causa. Los mexicanos ya tenemos fama bien ganada de resistentes. Los escandalosos saqueos de divisas durante la década de los setenta no ocasionaron los “cacerolazos” que se vivieron en Argentina y Chile en situaciones menos perniciosas. De igual manera, recuerdo, tras el crimen contra Colosio, el relato de un editor, de origen sudamericano, quien pasaba sus primeras semanas en la ciudad de México en un hotel de lujo sito en el Paseo de la Reforma: --Creí que en cuestión de minutos llegarían los tanques y corrí para estar con mi familia. Luego me sorprendí cuando ni siquiera se detuvo el tránsito y nadie faltó al trabajo en la jornada siguiente. Lo mismo que percibió un corresponsal extranjero pocos minutos después de la matanza de Tlatelolco, en octubre de 1968: --Caminé unos trescientos metros hacia el centro de la ciudad y parecía que no había sucedido nada en la Plaza de las Tres Culturas. Todos deambulaban normalmente y muchos ni siquiera estaban enterados. A la mañana siguiente sólo se habló en los diarios de los agitadores y perversos que apostaban por la disolución social para impedir la apoteosis de la Olimpiada. Debate El sábado último, el argentino Messi, la joven revelación del fútbol español, se adelantó en una cerrada jugada al portero y marcó un gol con el puño, a la manera de su paisano Maradona -¿se acuerdan de México 86 y la “mano de Dios” contra Inglaterra?-, para darle a su equipo, el Barcelona –o “Barsa” como le llaman los catalanes obcecados por su autonomía-, una fugaz ventaja en un encuentro clave contra el Español. Al final de cuentas se cantó el empate y el conjunto más caro del mundo se quedó a la zaga. Por supuesto, como es costumbre, los noticiarios no dejaron de exhibir la triquiñuela del “clon” de Maradona, quien ya también anotó burlando a no se cuantos adversarios de inferior talante desde la media cancha –lo mismo que Diego en el mismo mítico encuentro contra la soberbia anglosajona-, ente signos de admiración por su efectiva picardía y su “talento” para realizar jugadas excepcionales en la misma línea del “semidios” de las Pampas. Todo ello podría parecer normal hasta que alguien sensato envió una nota a uno de los periódicos deportivos hispanos con una profunda reflexión: --Si hubiera un poco de dignidad y apego por la justicia, a Messi debería habérsele impuesto una severa sanción por su “guarrada” –una pillería, digamos-. ¿Qué estamos enseñando a las nuevas generaciones?¿A utilizar las trampas para salirse con la suya al amparo de la impunidad? Y todo porque el fallo del árbitro es inapelable, esto es como si se tratara de la infalibilidad papal, aun cuando se demuestre claramente el error cometido por éste y la astucia ilegal del delantero. La sentencia merece una profunda reflexión sobre el conformismo social y la indefensión de la ciudadanía ante los excesos del poder... así sea a través de un simple juego de fútbol. Para colmo: salvo al quejoso citado a nadie más se le ocurrió replicar por la ilegalidad evidente del tanto y el punto obtenido mañosamente por el equipo multimillonario en su carrera en pos de un trofeo liguero. El valor absoluto es el del genízaro de pantalón corto para quien no existe ninguna otra evidencia que su propio reporte arbitral... aunque las imágenes grabadas exhiban otra cosa de manera por demás evidente. No sé porqué recordé los amargos debates en las Cámaras en donde no gana la razón sino la consigna mayoriteada, sea por el número de legisladores afines o por los chantajes consumados en los sótanos del poder. ¿Es ésto lo que va a quedarle a las nuevas generaciones? El Reto Recuerdo, igualmente, un eslogan del panismo, en su etapa de opositor contumaz, ante el fracaso de las políticas neoliberales acreditadas a Ernesto Zedillo –por cierto ahora defendido por la dirigencia blanquiazul dado que les cedió el poder presidencial-: “No me culpes –podía leerse en miles de pegatinas sobre los cristales y salpicaderas de los automóviles y en las puertas de los changarros-, yo no voté por el PRI”. Con ello, claro, se insistía en el imperativo de un cambio para rescatar al país de la oleada inacabable de la corrupción. Apenas una década después la amnesia domina a quienes exhibieron aquella leyenda. Y, desde luego, no se atreverían a aplicarla respecto a los Fox, ella y él, dispuestos a seguir transgrediendo el sentido común creyéndose “figuras históricas” en su encendida soberbia por sentirse intocables, más allá del mundanal ruido político. Al contrario, todo parece reducirse a la misma simulación de siempre: dar vuelta a la hoja para tomar distancia del pasado e insistir que lo verdaderamente importante es mirar hacia el futuro. Resignémonos, otra vez, mexicanos. Al fin y al cabo, pobres como somos, no tendremos problemas cuando nos llegue la hora de pasar por el hoyo de una aguja. Pobrecitos de los ricos. La Anécdota En una cafetería madrileña escuché el siguiente diálogo: --La verdad –expresó un parroquiano con gesto amargado-, siempre me ha parecido preocupante el enajenamiento que produce observar a veintidós adultos detrás de una pelotita. --Pero es bastante peor observar a cientos de diputados gritar sandeces a quienes no piensan igual que ellos como si riñeran por obtener un caramelo. Y eso que no hablaron de los parlamentarios mexicanos cuya mayor hazaña debe escribirse con letras de oro: movieron y removieron curules para convertirlas en trincheras a las puertas del recinto camaral... dejando libre un espacio para que por allí llegara, en exaltación de las simulaciones, el nuevo presidente a tomar posesión. No hablamos de la centuria pasada sino del último diciembre. La pelotita futbolera rebota entre los imbatibles demagogos de los nuevos tiempos. - - - - - - - - - - - - - - - Web: www.rafaelloretdemola.com |
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