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Proceso
El Verdadero Maximato es de Televisa
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) desarticuló la abusiva Ley Televisa, al acreditar la inconstitucionalidad de varios de sus artículos, pero la transferencia de recursos públicos a las arcas del emporio televisivo —y a otras cadenas de televisión y radio— prevalece intocada por la ambición futurista de prominentes personajes de la clase política.
En efecto, es de suma importancia para la sociedad la derrota que le infligió la SCJN a los grandes intereses financieros que representan Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego, Olegario Vázquez Raña y las familias que controlan los grandes grupos radiofónicos, pero éstos siguen convertidos en un poder por encima del constitucional, capaces inclusive de imponer o vetar a quien los ciudadanos eligen para la representación popular.
Así fue el caso de Felipe Calderón, quien confluyó con Manuel Espino para pactar con Televisa la aprobación de la ley ahora desarticulada, un ejemplo nítido de que las diferencias entre ellos son escaramuzas para el control de parcelas de poder y no una disputa de fondo sobre el rumbo de la nación o la relación entre gobernantes y gobernados.
Calderón presupuestó, para este año de 2007 —el primero de su gestión—, ni más ni menos que 3,700 millones de pesos para gastos de propaganda, cuya mayor parte se está destinando a las empresas de radio y televisión, sobre todo Televisa.
Su antecesor Vicente Fox gastó cada año —en promedio— 2,500 millones de pesos para el mismo fin y concluyó el sexenio con un acumulado de 15,776 millones de pesos, la mayor parte de los cuales se destinó a las empresas televisivas, sobre todo —una vez más— a Televisa.
Todo para la exaltación personal de Fox y ahora de Calderón.
Pero el fenómeno se reproduce, también, a nivel de los estados: el caso más reciente, y también el más escandaloso, es el de Emilio González Márquez, gobernador panista de Jalisco, un político ladino que ha montado una farsa oculta con el falso discurso de catolicismo y honradez.
Gracias al trabajo de Francisco de Anda, reportero del diario Mural, de Guadalajara, Jalisco, se pudo conocer el tamaño de la infamia de González Márquez, uno de los gobernadores panistas de la Organización Nacional del Yunque: la transferencia, al menos inmoral, de 67 millones 250 mil pesos para que Televisa monte su anual monumento a la frivolidad.
¿Qué pretende González Márquez, quien apenas tiene tres meses al frente del gobierno de Jalisco? Lo mismo que el propio Emilio Azcárraga se encargó de decirle, no a los jóvenes participantes —deslumbrados por ver a quienes salen en la tele y tocar los aparatos para tal fin—, sino a la clase política, que es la que maneja los recursos de los ciudadanos: Que quien se someta a Televisa puede ser político de altos vuelos y llegar, inclusive, hasta la Presidencia de la República.
Azcárraga Jean —quien podrá no tener idea de cómo se escribe su nombre, pero sí de negocios— lo dijo claro pese a su desarticulada expresión verbal, dirigiéndose al ambicioso político de Lagos de Moreno: “Vemos que de aquí para adelante, con la ventaja de que llevas aquí apenas unos meses en esto, seguramente los siguientes seis años aquí, y seguramente, aunque dijiste que no, pero yo estoy terco que tu carrera política va a seguir después. Seguramente muchos años trabajaremos juntos”.
Y claro que González Márquez quiere ser Presidente de México: Ya articuló un equipo para enlazarse con tal fin con gobiernos estatales panistas, como el de Guanajuato, cuyo enlace es Raúl Monjarás, coordinador de asesores de Juan Manuel Oliva, ambos militantes de la organización ultraderechista de El Yunque.
González Márquez, último presidente del que se llamó Partido Demócrata Mexicano (PDM), dispuso de esos más 67 millones de pesos —y de otros 5 en promocionales— para entregárselos a Televisa, pero otros gobernantes de su mismo partido y del PRI han contribuido también a ese propósito, en donde la empresa televisiva ha llevado sus desplantes de poder llamado Espacio.
En 2001, el defenestrado pero multimillonario Arturo Montiel financió ese espectáculo en el estado de México; el año siguiente fue Nayarit, con el priista Ney González; en 2003, el anfitrión fue alguien de casa, Miguel Alemán Valdés, de Veracruz; en 2004, fue en Nuevo León, con Natividad González Parás; en 2005, el panista Marcelo de los Santos pagó la estancia de Televisa, y el año pasado el priista Jesús Aguilar Padilla recibió a Azcárraga.
Pero Televisa tiene muchas maneras de someter a los gobernantes: el mejor ejemplo es Mario Marín, el gobernador de Puebla, que entre otras de sus arbitrariedades se coludió con Kamel Nacif para “escarmentar” a la periodista Lydia Cacho.
Resulta que Marín, agobiado por el golpeteo, decidió pactar con Televisa la entrega de millones de pesos de los poblanos: Le organizó, a un costo de al menos 21 millones de pesos, la entrega de los premios “Oye”, celebrada en octubre en el Complejo Cultural Siglo XXI, en cuya ceremonia de promoción a cantantes hubo gritos de repudio de los asistentes, justo cuando su esposa, Margarita García, tomó el micrófono para entregar la presea a Alejandro Fernández: “¡Precioso, precioso, precioso!”, le gritaron.
Inclusive, tuvo que intervenir el humorista Adal Ramones para encubrir a Marín, quien se abstuvo de asistir a ese evento. “Señores, por favor, que estamos en cadena internacional y más de 20 países nos van a ver. Debemos dar una buena imagen de Puebla”, dijo el conductor, quien celebró en esta entidad, en mayo, el aniversario de su programa “Otro rollo”, que le costó al erario estatal diez millones de pesos.
¿Qué pasó con Marín en los noticiarios de Televisa? Cesaron las burlas.
Televisa no pierde.
Apuntes
Después de reunirse —en secreto, por supuesto— con los secretarios de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, y de la Función Pública, Germán Martínez, el jefe del clero nacional, Norberto Rivera Carrera, fue absuelto —en un sabadazo— de violar la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público por su amenazante proselitismo político por la despenalización del aborto en la Ciudad de México. Nadie puede tener dudas de la fijación clerical del gobierno de Calderón, que tolera las insolencias de otro cardenal, Juan Sandoval Iñiguez, de Guadalajara, quien llama “hijos de las tinieblas” a quienes piensen distinto a él… La matanza de una familia en Sinaloa, a manos de tropa del Ejército, es otra muestra del rostro represivo de Calderón, quien está sometido al imperio... El pacto mafioso entre Calderón y Fox se ratifica con el fallo favorable a los hijos de Marta Sahagún. ¿A qué viene José María Aznar a México? A hacer a este país punta de lanza para reforzar el neocolonialismo.
delgado@proceso.com.mx
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