¿Quién rendirá homenaje a los otros muertos?
Totalmente de acuerdo con:
México SA
Carlos Fernández-Vega
Héroe nacional por capricho de la Presidencia
■ ¿Quién rendirá homenaje a los otros muertos?
Los excesos y caprichos del inquilino de Los Pinos impusieron a Juan Camilo Mouriño al frente de la Secretaría de Gobernación, y con esa misma actitud ahora el michoacano pretende elevar a rango de “héroe nacional” a su cachorro. Ni al peor de los enemigos se le desea un final así, pero es necesario que Felipe Calderón, por mucho dolor que en él provoque, no confunda el trágico hecho del martes por la tarde (en el que no sólo perecieron el titular y los funcionarios de la Secretaría de Gobernación, sino muchas personas de a pie que, sin deberla ni temerla, terminaron en el Servicio Médico Forense, amén de las que fueron hospitalizadas) con sus querencias personales. En todo caso, héroes serían todos los fallecidos, no sólo uno, aunque ni así, porque finalmente –según la versión oficial– “fue un accidente” y en los accidentes no hay héroes.
Muchos lectores preguntan quién rendirá tributo a los mexicanos que murieron por la mera casualidad de estar en el lugar equivocado y en la hora menos indicada, es decir, en la zona en la que se desplomó el avión que transportaba a Mouriño y su equipo de trabajo. ¿Quién será el responsable de organizarles una ceremonia luctuosa, ya no en el Campo Marte, como a Mouriño, sino en el parque de la colonia? ¿Quién de echarles un lazo a los familiares, de darle aliento?
A golpe de excesos y caprichos se “mueve” el destartalado sexenio calderonista, y en este contexto difícilmente embonan el mítico funcionario descrito por Felipe Calderón el pasado martes por la noche (“inteligente, leal, comprometido con sus ideales y con el país; honesto y trabajador; con talento, tacto y capacidad estratégica y de diálogo”) con el inexperto Juan Camilo Mouriño de carne y hueso, más famoso por sus cuestionados cuan abundantes contratos familiares con Petróleos Mexicanos y otras dependencias públicas que por sus resultados al frente de la Secretaría Gobernación, y cuya única “virtud” fue ser el preferido del amigo.
Así, de nueva cuenta Felipe Calderón confunde intereses y sentimientos personales con los de la nación y la ciudadanía. La intrascendencia de Juan Camilo al frente de Gobernación fue más que obvia. Otra cosa muy distinta es que la caterva de cínicos que conforma la clase política mexicana hoy, a golpe de esquelas y “sentidas” declaraciones en los medios de comunicación, se muestre “conmovida y triste” por los sucesos del pasado martes y “enaltezca las virtudes, sabiduría, tamaño y gran contribución a la patria” de quien por capricho del inquilino de Los Pinos ocupó la silla principal en el Palacio de Covián. Que no simulen, porque desde las propias filas panistas salían los misiles, y ahora, en pleno “duelo”, los jaloneos para ocupar la plaza vacía están en su apogeo.
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