Villahermosa: más pruebas
Jornada
Desfiladero
Sin duda, el gobierno provocó la tragedia Abraham González y los porros cibernéticos La cinta de Mandoki no perdió un solo cine Pablo O. Sandoval, ingeniero mexicano que vive en San José, California, se declaró “pasmado” por los números que Desfiladero presentó en su entrega anterior, en la que asentó que los 2 millones de litros por segundo que la presa Peñitas derramó durante los últimos tres días de octubre acumularon 488 billones de litros sobre la capital de Tabasco. Así, con un instrumental más eficiente que el ábaco del columnista, confirmó en Internet los datos del desfogue y sacó su propio cálculo. “Peñitas derramó 2 mil 300 metros cúbicos de agua por segundo. Esto, multiplicado por 3 mil 600 segundos que tiene una hora, da 8.2 millones de metros cúbicos por hora. Si se multiplica esto por 72 horas (o tres días), se tiene un total de 596 millones de metros cúbicos de agua. Un metro cúbico tiene mil decímetros cúbicos o bien, mil litros. Si multiplicamos 596 millones por mil da un total de 596 mil millones de litros (...) “Por otro lado, me pregunté qué significa este número. Si uno mide Villahermosa utilizando Google Earth (y de manera muy primitiva y simplista) se puede ver que la ciudad cubre un área aproximada de 12 kilómetros por 12 kilómetros (más o menos). Ahora, si uno trata de imaginar el volumen que representan los 596 mil millones de litros, esto es equivalente a una lámina de agua de 12 kilómetros de largo por 12 kilómetros de ancho por 4.14 metros de altura. Pues bien, este volumen de agua es exactamente lo necesario para cubrir la ciudad de Villahermosa”. Otros lectores coincidieron con el ingeniero Sandoval en que había una evidente equivocación en mis cifras, pero aceptaron como válida la idea de que fue la presa, no la lluvia, y mucho menos la luna llena, lo que causó la inundación. En abono a esta certeza, un amigo me enseñó recortes del periódico Tabasco Hoy, de Villahermosa, que en su edición del martes 30 de octubre reprodujo declaraciones hechas el lunes 29, en conferencia de prensa, por el superintendente de Peñitas, Luis Toribio Martínez Ramírez. Acompañado por el gobernador del estado, Andrés Granier, Martínez Ramírez aseguró aquella mañana: “el río Carrizal se encuentra por encima de su nivel; en las últimas horas subió un metro 90 por el desfogue de Peñitas. En la tarde se espera que aumente el nivel debido a la turbinación de 2 mil metros cúbicos. En estos momentos estamos sacando mil 500 metros cúbicos por segundo. Esa agua tendrá repercusión aquí dentro de 18 o 19 horas, que es cuando empezará a llegar”. Pero Martínez Ramírez estaba mintiendo, en perjuicio de la población, como lo evidencian dos hechos. Ese mismo día, Gilberto Segovia Quintero, vocero de la Comisión Nacional del Agua, expresó a los medios: “lo más importante es que el desfogue de 2 mil metros cuadrados por segundo no reviente la capacidad del río Carrizal a la altura de Villahermosa. Los mil 500 metros cúbicos (nota: que estaban sacando de la presa hasta las 8:45 de la mañana) ya se reflejan en el Carrizal, y por ello aumentó este afluente un metro 90 en las últimas horas. Hasta la tarde (de ese lunes 29) se tendrá el reflejo de la nueva turbinación. Si esto no pasa a mayores, entonces podremos confiarnos”. Por desgracia, la cosa pasó a mayores, y muy pronto. Crónicas del citado periódico relatan que, de acuerdo con diversos testimonios de habitantes de Villahermosa, a las 3:20 de la tarde el agua “empezó a salirse del río”, y a las 3:40 “la gente huyó a las azoteas de las casas” en diversos puntos de la ciudad. Martínez Ramírez faltó a la verdad al hablar de un derrame inferior al que se estaba efectuando y al pronosticar que el agua llegaría hasta el día siguiente, impidiendo que la población tomara providencias de inmediato. En otras palabras, como prueba la declaración de Segovia Quintero, las autoridades federales cruzaron los dedos para ver qué pasaba, y pasó lo peor: ahora hay un millón de damnificados, no se sabe cuántos muertos y pérdidas materiales incalculables para miles de familias. Sin embargo, en el México de Felipe Calderón y de los golpistas que se robaron el poder sin la mínima capacidad de usarlo en beneficio de nadie, más que de ellos mismos, lo de Tabasco es apenas una de las dos caras de la moneda. |
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