El Atlas de la religiosidad mexicana
Luis Petersen Farah
Las razones son muchas y el fenómeno va más allá de la secularización del mundo moderno. En México el catolicismo pierde fuerza con una tendencia creciente desde hace dos décadas. En el recién publicado Atlas de la diversidad religiosa en México 1950-2000, Renée de la Torre, Cristina Gutiérrez Zúñiga y un grupo de académicos exponen los detalles del cambio religioso, basados en información de los censos del INEGI y en sus propias investigaciones.
Visto en conjunto, México sigue siendo país católico aunque sus porcentajes hayan bajado. La cosa cambia cuando se enfocan regiones y municipios. Los mapas son elocuentes: hay corredores en el territorio nacional donde el catolicismo ha registrado un franco descenso, y grupos de municipios donde incluso ya no es mayoritario, donde ha dado paso a otra religión predominante o a un verdadero mosaico de diversidad religiosa. “El declive de católicos ha cobrado mayor velocidad sobre todo en los estados del sur de México, en las zonas fronterizas, en las regiones con mayores índices de marginalidad, y en las periferias de las grandes ciudades”, en tanto que “las regiones centro y centro-occidente se han convertido en el núcleo duro del catolicismo”. Guanajuato tiene 97 por ciento de católicos, mientras que en Chiapas ha bajado hasta 68 por ciento.
Los autores del Atlas consideran que hay buenos motivos para pensar que después de 2000 la diversidad religiosa en México ha acelerado su ascenso. Las religiones cristianas no católicas en México se han preparado para el crecimiento, además de que se adaptan fácilmente a las condiciones particulares en que se desenvuelven; permiten la participación de las poblaciones en los ministerios religiosos sin necesidad de permanecer solteros, brindan cobijo a los descarriados, ofrecen atención médica: “La enfermedad y las adicciones percibidas como incurables han sido uno de los temas más recurrentes en los relatos de conversión”.
Tienen razón. Más, si a esto le sumamos que la Iglesia católica se mantiene en su rigidez, no facilita la participación de los fieles en niveles más interesantes, sigue despreciando las “sectas” como una mera influencia yanqui y se enfrenta tibiamente a los escándalos de pederastia. Los estudios más recientes revelan una caída importante en su credibilidad: por lo que se ve, la Iglesia puede toparse con una dolorosa verdad en el Censo de 2010.
dimanche 25 novembre 2007
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