Rijosos católicos vs. católicos rijosos
Jornada
Ciudad Perdida
El arte de silenciar a campanazos
La irrupción en Catedral, tinglado bien montado
Nada que discutir. Que entraron para reclamar, con el dolor de la humillación y la rabia por lo mismo, sí, es verdad; que cayeron en la trampa, también es cierto, pero que quien montó la provocación desde el campanario de la Catedral sabía lo que estaba haciendo, es una verdad incontrovertible, y merece la misma condena con la que se pretende castigar a quienes irrumpieron en el recinto eclesial.
Y que quede claro, quienes reclamaron dentro de la Catedral que se tratara de silenciar a punta de campanazos a sus líderes, son militantes del catolicismo, creyentes, gente que creció y vive dentro de esa fe, pero que también sabe y está consciente de que quienes dirigen esa iglesia están alejados de la feligresía.
Por tanto, no se vale que quienes condenan a los “rijosos” se nieguen a mirar que en el hecho hubo una provocación bien montada, y que en eso hay uno o más responsables que deben admitir sus responsabilidades, para que en lo futuro no se repitan incidentes tan desagradables, de uno y otro lados.
Entonces, que quede claro, nadie atentó contra la Iglesia, hubo, eso sí, un reclamo, sonoro, en contra de quienes ordenaron que las campanas repicaran por un tiempo mayor al acostumbrado, con un tañer frenético que parecía llamar a la confrontación y con ello buscaran ahogar la voz de quien algo tenía que decir a los miles reunidos en el Zócalo, pero a la institución católica nadie quiso, seguramente, causar daño.
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