EL TÍO SAM Y EL PETRÓLEO MEXICANO

Por Gerardo Reyes Gómez

Linea directa

Los economistas de Wall Street sufren cuando PEMEX vende un barril de petróleo a cualquiera de sus clientes que no sea a ellos; porque es un recurso que consideran propio. De hecho el gobierno de Felipe Calderón trabaja a marchas forzadas para asegurarse que en futuro cercano así sea.

Hasta el momento todo indica que Calderón reunió los tamaños suficientes para enfrentar la reacción lógica de los mexicanos al enterarse de la privatización de PEMEX, aunque está debidamente contemplada la posibilidad de una alternativa o “Plan B” por si la reacción social es violenta o demasiado decidida, llevar la privatización a cabo, pero por etapas dictando las leyes secundarias necesarias, sin modificar la Constitución. Cosa que de ninguna manera le agrada a la gente de las empresas petroleras estadounidenses y holandesas que están detrás de George Bush.

Con la debida antelación prevemos que el billete verde correrá a raudales en las operaciones de cabildeo en el Congreso y, también, en los partidos políticos para tratar de garantizar que se de la aprobación que busca el equipo de Calderón.

En un asunto tan delicado como el que hoy abordamos habrá resistencias formidables que polarizarán no solo a la sociedad, sino a los institutos políticos. Los grupos que ejercen poder partidista no estarán exentos de la fractura. Así las alianzas del PAN con el PRI, que florecieron gracias a que el nuevo PRI nació decapitado y le permitió al senador Manlio Favio Beltrones ejercer un cómodo interinato, en base a consensos, negociaciones y equilibrios coyunturales, están a punto de ponerse a prueba. Aunque dicho sea de paso, ese interinato le permitió al poderoso senador Beltrones ofrecer a Calderón, en bandeja de plata, la posibilidad de gobernar y hacerlo ver como si efectivamente Calderón estuviera gobernando.

La alianza que mencionamos, como es fácil suponer, si bien le fue de enorme utilidad a Los Pinos y al PAN, causó verdaderos estragos en otros partidos como el PRD, que no ha podido quitarse la bota sobre el cuello durante todo el despegue de la administración calderonista. Senadores y diputados panistas que no hubieran tenido la mínima oportunidad de descollar en esta legislatura se metieron bajo el paraguas de Beltrones y a él le deben estar políticamente vivos.

Sin embargo, todo esto se va a poner a prueba con la arremetida de Felipe Calderón para privatizar PEMEX. No solo la alianza de Beltrones con Los Pinos, sino la sumisión pactada de la tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel a Felipe Calderón con lo que se abre una oportunidad para las redefiniciones y los acomodos a nuevas lealtades. Un descuido del poderoso senador priísta y perderá su influencia hegemónica, como el grupo político más consolidado del tricolor. La sola influencia de Calderón será insuficiente para garantizar la unidad del principal partido que se dice opositor y, en realidad, es un aliado, un tanto vergonzoso, al fin y al cabo aliado de enorme peso específico y que potencialmente cuenta con una promisoria cosecha de triunfos electorales en los comicios por venir.

No nos engañemos, es el problema de la privatización de PEMEX de Felipe Calderón el que está poniendo en riesgo los equilibrios al interior del Congreso. Todo lo anterior adobado por los incrementados precios del barril de petróleo, que han resultado históricos. Un error en la estrategia de Los Pinos y ni el PRI ni el PAN volverán a ser los mismos.