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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

mercredi 25 avril 2007

Ideas e intereses

El Universal
Caciques contra caudillos
Alejandro Encinas Rodríguez
24 de abril de 2007


E n México ha prevalecido una disputa permanente entre los liderazgos que han representado los caudillos en nuestra historia y los diferentes grupos de interés regionales o de distintos sectores sociales, en una relación en la que tras acercamientos, negociaciones y acuerdos coyunturales entre éstos, las rupturas o distanciamientos han sido inevitables.

Ello se explica, en buena medida, en que más allá de las polémicas personalidades de los diferentes caudillos, éstos representan una causa que cuenta con un importante respaldo social, a diferencia de los cacicazgos que indubitablemente defienden el interés propio.

Por otro lado, dentro de los malos hábitos de la izquierda se encuentra que, en momentos de definición política o confrontación, se recurre a la imaginaria del "peligro" que amaga la vida interna -o mejor dicho el estatus partidario- para así justificar su propia defensa.

Toda proporción guardada, ambos rasgos empiezan a configurarse en el debate que desarrolla el PRD hacia su décimo Congreso Nacional, y se reedita una discusión que para el nivel de representación política que ha alcanzado este instituto se antoja innecesaria, más aún cuando se tiene conciencia de que promover una visión de este carácter distrae la atención sobre el verdadero núcleo de la disputa política, y lo traslada hacia asuntos domésticos.

La izquierda y en particular el PRD enfrenta hoy a una derecha organizada que detenta -por ilegítimo que sea- el gobierno nacional y que ha asumido una posición de fuerza y confrontación ante el desconocimiento que el PRD y la Convención Nacional Democrática han hecho de su legitimidad.

Por ello, no debe perderse de vista la naturaleza del adversario, y que la disputa política se ubica como nunca antes en el marco de una polarización social que ha trascendido el ámbito electoral.

Mucho se ha dicho acerca de las diferencias entre izquierdas y derechas, pero más allá de los aspectos ideológicos y de sus posicionamientos frente a la responsabilidad social del Estado, el ejercicio de libertades, el neoliberalismo, el mercado y la desigualdad, existe una diferencia sustancial: la izquierda defiende ideas, la derecha intereses; por eso los primeros dispersan su organización con facilidad, mientras los segundos se unen por encima de las estructuras partidarias, en las cúpulas empresariales y eclesiásticas, las escuelas privadas, las asociaciones de padres de familia, los grandes medios de comunicación y en todos los espacios que detentan el interés de lo privado.

En contraparte, para la izquierda es necesaria la organización partidaria, pues es el espacio que le permite articular sus ideas en torno a un proyecto político. Por lo que más que pensar en un debate hacia el control del aparato partidario y de los cargos electorales que se han convertido en un verdadero botín, su preocupación debe orientarse hacia cómo transitar de una izquierda partidaria a una izquierda societaria, que conduzca el movimiento popular que acompañó el proceso electoral del 2006, y estructure un contrapeso a los excesos de la derecha en el poder; que sea capaz de construir ciudadanía, cuente con un verdadero proyecto de nación y retome la iniciativa perdida frente a los movimientos sociales, en los sindicatos, las organizaciones campesinas, populares y los jóvenes; es decir: en los espacios que representan el interés de lo público.

Para ello, se requiere romper con las inercias que atan la iniciativa del PRD, que lo presentan como una organización que privilegia lo doméstico y el desgaste interno por encima de lo sustantivo. No se trata por ello de una lucha por la hegemonía partidaria, o entre grupos que combaten el augurio del caudillo, sino de desarrollar una capacidad de transformación acorde con la responsabilidad que representa la defensa de lo público en una sociedad segmentada y desigual. Con ello la izquierda puede demostrar su vigencia y su capacidad de renovación en un escenario de adversidad.

aencinas@economia.unam.mx

Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM

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