El PRD entre las fieras
Nadie pide abortos obligatorios
La derecha puede estar tranquila
Humberto Musacchio
El debate sobre el aborto, dicen, está polarizando a los mexicanos. Algo hay de cierto, pero lo central es que la Iglesia católica de Roma y sus organizaciones civiles, algunas de ellas de carácter fascista, amenazan a los diputados de la Asamble Legisltiva del Distrito Federal y les anuncian que pagarán con sangre si se despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo.
Primero fue esa caricatura de sí mismo, Jorge Serrano Limón, también conocido como Mister Tanga, quien habló de sangre. Después, numerosos clérigos, algunos de ellos obispos y arzobispos, se refirieron a la despenalización como algo no sólo inaceptable, sino merecedor de sanciones directas que aplicarían no las instituciones, sino las bandas criminales que malamente se amparan en la fe.
Víctor Hugo Círigo, presidente de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, denunció que el vocero de la arquidiócesis capitalina, un tal Hugo Valdemar, “ha estado incitando, azuzando a grupos de fanáticos a agredir a los asambleístas”. Por su parte, los panistas, celosos defensores del medievo y sus valores, por boca de la presidenta del comité del Distrito Federal de ese partido, Mariana Gómez del Campo, llamó “chillones” a los diputados que denunciaron las llamadas intimidatorias que reciben y los correos electrónicos con amenazas de muerte.
Hay que recordarle a esta Mariana de ideas tan rústicas como su apellido, que si algo caracteriza a los perredistas es venir de la barricada, muchos de ellos son sobrevivientes de la era en que la izquierda se manejaba en la clandestinidad. En las filas del PRD hay no pocos mexicanos que sufrieron prolongados encarcelamientos por motivos políticos. De modo que no será con amenazas sobre su integridad física como se detenga esa reforma legislativa, que es consecuencia lógica de una realidad lamentable.
La Iglesia de Roma y sus bandas, en la que se puede incluir al Partido de Acción (trans)Nacional, se opusieron en forma militante al libro de texto gratuito y la educación sexual en las escuelas, y fracasaron; todavía condenan el uso de la píldora anticonceptiva y lo mismo han hecho con el condón, pese a los peligros que plantea el sida; y ya los clérigos del odio levantan estandartes contra la legalización de la eutanasia.
La derecha puede estar tranquila. Nadie ha dicho que el aborto deba ser obligatorio, por lo tanto, podrán seguir reproduciéndose los providas y las adoradoras de la vela perpetua, entre otras razones porque los defensores de la vida están precisamente entre los que hoy pugnan por el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y su futuro.hum_mus@hotmail.com
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