Con el Congreso "secuestrado", pero.....
El PRIAN contra México
Patadas al pesebre
Las bancadas del PRI, el PAN y sus satélites en el Senado aprobaron al vapor, sin quórum y sin debate, una reforma que ocasionará un muy severo perjuicio a la industria nacional, una caída en el empleo del sector de la transformación y un daño a la economía mexicana, pues autoriza al gobierno federal a realizar sus adquisiciones en el extranjero e incluso a convocar a concursos internacionales para beneficiar a quien aporte la cotización baja.
Pese a que afirman que el Congreso de la Unión está secuestrado, los dos partidos en el poder —PRI y PAN— han podido sesionar sin problema en escenarios alternos e improvisados. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, para aprobar los cambios a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público los senadores del PRIANAL sesionaron en la Torre Caballito.
Lo curioso es que al aprobar las modificaciones a la citada ley, el PRI y el PAN le dan de patadas al pesebre, pues le causarán un daño directo, grave y hasta irreparable a sus patrocinadores, los empresarios mexicanos, pues habrá que verlos compitiendo en precio con las importaciones de India o China. Por supuesto, si después hay problemas con la calidad, como repetidamente ha sucedido con ciertas adquisiciones, pues sálvese quien pueda, porque chivo brincado chivo pagado y luego a ver a quién le cobran.
Sin guardar las formas a que obliga la legislación —lo que en la Gaceta Parlamentaria aparecía en noveno lugar, inopinadamente pasó al primero—, el PRIANAL aprobó con toda celeridad la reforma porque quería demostrar que puede legislar sin los representantes del PRD, el PT y Convergencia, lo que en términos políticos puede ser válido, pero no a costa de lesionar gravemente, como en este caso, el interés nacional.
El senador panista Gustavo Madero afirmó sin pruebas que el gobierno se ahorrará diez por ciento en sus compras. Tan flaca argumentación debe tener revolviéndose en su tumba a don Francisco y a don Gustavo A. Madero, sus ilustres antepasados, pero también debe ser la vergüenza de su casa de ilustres vitivinicultores, pues es obvio que éstos, como la mayoría de nuestros industriales, no pueden competir en precio con los productos importados. Y si no lo cree, póngase a escoger entre un vino de la Casa Madero o algún caldo chileno, argentino y hasta español. El primero cuesta varias veces lo que un vino importado de similar calidad, y eso lo sitúa fuera de toda competencia. Lo que aprobaron los senadores es el suicidio de la empresa mexicana.
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