Reseña del libro de Naomi Klein, La doctrina del shock
Poder, pasión y neoliberalismo Rebelión
Walden Bello
Walden Bello
Sin Permiso
El capitalismo del desastre y la acumulación por desposesión presentan un orden capitalista que ya no busca la hegemonía ideológica, sino imponerse mediante la fuerza bruta, y esto no es sostenible. Walden Bello habla del nuevo libro de Naomi Klein. |
La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre de Naomi Klein es admirable. Esto no es, sin embargo, inmediatamente evidente, algo que confirma la crítica del libro hecha por Joseph Stiglitz. Incluso antes de leerla, estaba seguro de que un premio Nobel destacaría el intento de Klein por relacionar los experimentos de electroshock llevados a cabo por el conocido psicólogo de la Universidad McGill Ewen Cameron -quien estaba contratado por la CIA- y el enfoque del shock económico desarrollado por Milton Friedman en la Universidad de Chicago.
Y desde luego, lo hace, pero en el típico estilo que adoptan las reseñas de libros del New York Times que no se atreven a manifestar demasiado entusiasmo por un libro que viene de la izquierda, no sea que provoque a los siempre atentos perros guardianes de la derecha y le cuestionen las credenciales a uno. Stiglitz, de hecho, sugiere desde la primera frase que el análisis de Klein puede que adolezca de teoría de la conspiración: "No existen accidentes en el mundo como los que ve Naomi Klein." El premio Nobel tiene algunas cosas positivas que decir sobre el libro, pero las neutraliza dejando caer en una frase que Klein "no es un académico y no debe ser juzgada como tal." En cuanto al concepto central de capitalismo del desastre, es mencionado en una ocasión, pero por lo demás ignorado. Todo se queda en una crítica negativa acompañada de un ligero elogio.
La escuela de editores de Nueva York dice que ganas o pierdes a tu público en las primeras páginas, pero sea cual sea la razón para mencionar los experimentos de Cameron al principio del libro y sugerir que existe una relación entre la génesis del tratamiento de electroshock de Cameron y el enfoque de las políticas económicas de la Escuela de Chicago, se trata de una mala decisión por parte de Klein y sus editores. Lo que es un obviamente un deliberado recurso dramático se arriesga a conseguir justamente lo contrario. Los entusiastas de la teoría de la conspiración se entusiasmarán con ello, pero no el público crítico y exigente al que se dirige el libro.
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