Fausto Fernández Ponte Asimetría I Lo ocurrido en Tabasco -la inundación y sus consecuencias terribles que conforman una tragedia social, cultural, económica y políticamente traumática- tiene causales humanas. Ello es incontrovertible y fedatariamente cierto, a contrapelo de la idiotez difundida reiteradamente por el Presidente de Facto, Felipe Calderón, de que la "culpable" fue la luna. Y es que la exégesis calderonista atribuyó a las mareas la inundación y, desde luego, por inferencia, de una lógica sustentada por premisas falsas, el desastre que todavía estruja a los tabasqueños. Esa explicación y la deliberada ignorancia secuencial de las verdaderas causales es una simulación que exhibe una perversa vena criminógena en los personeros del Estado mexicano. II Mas esos personeros son -sí, son- el Estado, desde el titular del Poder Ejecutivo y los miembros del Legislativo y del Judicial hasta los gobernadores, alcaldes y diputados locales. Y como son esos personeros el Estado, éste no les fincará responsabilidades de ninguna clase como perpetradores de la descomunal agresión -la tragedia- a Tabasco y su noble y leal pueblo. Pero la ciudadanía --la de Tabasco y la del resto de México-- sabe discernir, diferenciando la propaganda gubernamental autoelogiosa de la realidad. Sabe qué causó la inundación. Y la inundación --y la tragedia consiguiente-- no tuvo por causal el calentamiento vero del planeta ni los caprichos lunares. No. La tragedia fue criminal consecuencia de la actuación del Estado neoliberal. III El neoliberalismo, pues. La privatización con fines de lucro de las obligaciones y deberes sociales del Estado mexicano, abdicador de sus potestades constitucionales a favor de particulares. Servir a intereses particulares -en el caso, por instrucciones de Washington- se ha traducido en un manejo irresponsable de las presas en la cuenca del Grijalva para beneficiar intereses privados. sos intereses privados se representan en los grandes consorcios trasnacionales de España principalmente, así como estadunidenses, que producen y venden energía eléctrica al Estado. Para beneficiar esos intereses, el Estado cerró las compuertas de las presas en la cuenca y cuando el agua rebasó los límites, las abrió y el agua salió de un golpe, inundando Tabasco.
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