20-11-2007 |
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3. Con la rara excepción de sacerdotes como Sergio Méndez Arceo, Samuel Ruiz García y algunos más que a través de sus vidas demostraron estar comprometidos con el México de los pobres, el clero de nuestro país ha sido a través de las décadas (quizá mejor de los siglos) un reflejo del papado: decenas de miles de curas subordinados a la alta jerarquía eclesiástica que sólo obedecen órdenes y se cuidan de no discrepar con la alta autoridad. Su sacerdocio nada tiene que ver con los intereses del pueblo pobre que sufre miseria y opresión; al contrario, sólo sirven para aplaudir a las clases dominantes para que éstos les entreguen buenas “limosnas” que les servirán para pasar una vida con las enormes comodidades. No sé si en el interior de la iglesia haya crecido la rebeldía contra el enorme desprestigio de la institución; rebelión que me parece difícil por la enorme represión que desde hace décadas se ha desatado contra los “curas rebeldes”.
4. La religión católica se desploma en México porque sus clérigos representantes avergüenzan a los mismos fieles. Parece que los tiempos de Martín Lucero (cuando denuncio la corrupción del clero) se repiten y es probable el surgimiento de más Luteros que busquen reformar esa institución que ha sido acusada de mil y una atrocidades: desde Papas al absoluto servicio del capital y la guerra hasta sacerdotes violadores sexuales de niños, con las acusaciones intermedias pertinentes. Y es una lástima para el sistema, porque la iglesia con sus confesiones y plegarias ha servido al sistema de dominación “ayudando” a millones de seres humanos miserables y explotados a resignarse y pasar menos penosamente la vida y, por otro lado, a frenar la indignación o la lucha violenta de los pueblos pobres y oprimidos ante la opresión brutal que los somete el capitalismo. La iglesia ha cumplido con el sistema de dominación.
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