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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

mardi 16 octobre 2007

Que ensotanado tan igualado

Cardenal Rivera Carrera
El que se lleva se aguanta

Félix Fuentes

Que un cardenal denuncie amenazas de muerte y se sepan en el mundo es asunto grave. Y si el mismo príncipe de la Iglesia católica, Norberto Rivera Carrera, manifiesta temor de ataques físicos a él y a los feligreses en momentos solemnes de las misas, el Vaticano y el gobierno de Felipe Calderón deben precisar cuánto de verdad encierra esa queja y por qué se llegó a tan graves extremos.
Sea o no católico, a la población le consta que el arzobispo primado de México se apartó de su misión pastoral y convirtió el atrio de la catedral metropolitana en tribuna política.
Durante el gobierno de Vicente Fox, Rivera procuró entrevistas de prensa al final de las misas, para elogiar acciones del régimen panista o denostar a críticos. Los conceptos del purpurado eran proyectados puntualmente por las televisoras los domingos en las noches y en las mañanas de cada lunes.
Debido a esa actitud oficiosa, al purpurado se le identificó como vocero dominical de Marta Sahagún de Fox, a quien visitaba en Los Pinos. Era evidente la estrecha relación de él con la llamada pareja presidencial.
La postura partidista del jerarca católico incomodó a algunos feligreses que lo empezaron a increpar en el mismo templo, por apartarse de las oraciones y asumir posiciones políticas. Seguramente gente del PRD ha impulsado los reclamos, pero en esto debe verse quién inició las provocaciones.
Insignes antecesores de Rivera, en particular José María Martínez y Ernesto Corripio Ahumada, no recibieron insultos de esa naturaleza porque se dieron a respetar y se centraron en su orientación religiosa. Pero el actual responsable de la arquidiócesis metropolitana no honra a su jerarquía por inmiscuirse en una política tendenciosa, de derecha, y así ha provocado la confrontación.
Consta a la opinión pública que Rivera ha encabezado procesiones en la avenida Madero y en torno al Zócalo, con el obvio propósito de demostrar poder ante la corriente de izquierda, en particular del PRD, partido secundado por gente marginada y de clases medias.
Así, los mensajes de Rivera y sus exigencias para ser reformada la Constitución de la República han abierto nuevas brechas en nuestra sociedad. Demanda el cardenal más prerrogativas para el catolicismo sobre cuántas otorgó Carlos Salinas de Gortari. Y ahora se queja de presuntas amenazas de muerte y las atribuye al PRD.
Reclama el cardenal del gobierno capitalino seguridad plena durante su desempeño o de lo contrario hablará con el presidente Calderón. ¿Querrá que Marcelo Ebrard llene de policías la catedral? ¿O que el primer mandatario se desprenda de sus guardias del Estado Mayor Presidencial y los ponga a su servicio?
En su posición de víctima, Rivera hizo una denuncia “por agresión” y culpó de daños leves a su camioneta por ocho presuntos miembros del PRD, sin demostrar que lo son.
Antes promovió la difusión de su queja y con ella incluyó Televisa imágenes del automóvil baleado del también cardenal Posadas Ocampo, haciendo caso omiso de las conclusiones de cinco procuradores de la República que el asesinato cometido hace más de una década en Guadalajara por el narcotráfico fue fortuito.
Sin embargo, el clero continúa su juego eterno.

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