A puerta cerrada: vanitas et omnia vanitas
Encuestas malditas...
Marcela Gómez Zalce
• Vanidad mata realidad
• Ser antes de parecer
Ilusión para lo mejor, mi estimado, y preparación para lo peor. Algo extraño debe andar flotando en el ambiente que cual virus contagia de delirio a cualquiera que se acerque a un micrófono. Los simpáticos revoltosos del EPR están en una entretenida dinámica poniendo la agenda. Y todos bailan a su explosivo son. La inteligencia federal descabezada, descoordinada y desfasada va dando tumbos encendiendo las simpáticas alertas. La Concamin se suma a los alegres deseos de negociar con un grupo que ha sido etiquetado como terrorista. De poca madre. El mundo al revés.
Todo sea por el bien económico de la patria, my friend, mientras Felipe Calderón va a todas. Micrófono en mano, el inquilino de Los Pinos contesta, dispara, revira, señala, contradice, afirma y/o declara discursos que lo ponen cada vez más en evidencia.
Porque es evidente que al jefe del Gymboree le está atacando ese chistosito síndrome de la incontinencia verbal. Original dêja vú a la San Cristóbal. Pero eso no es todo. Felipe está cayendo en el delicado juego donde la vanidad mata realidad. Ese espejismo por medio del cual toma decisiones.
Las decisiones.
Que junto con su indecisión desarrolla una peligrosa mezcla que puede ser nociva para la salud de la República. ¿De qué le hablo...? ¡Ah! de las encuestas. Las malditas y fascinantes encuestas.
Esas cifras que se convirtieron en Biblia de la dupla Fox-Sahagún. Que los enloquecieron y presionaron a polarizar el país. A tomar decisiones desafortunadas. Al punto de llegar a imponerle a poderosos empresarios de los medios a matizar sus interesantes resultados. Las malditas encuestas que lograban botarle el chip al ex presidente motivando prozaicos estados de ánimo que se evidenciaban ante el micrófono.
Ha sido del conocimiento público que Felipe Calderón tuvo una severa caída en sus encuestas internas. Septiembre fue un mal mes. Y que los resultados aderezados con el polémico gasolinazo lo arrastraron varios puntos hacia abajo. Y gracias a las seductoras cifras decidió meter la reversa y desempolvar al peligroso populista que lleva dentro.
Si a esto le suma que Agustín Carstens fue punta de lanza para la guerra del atraco en despoblado, ya podrá imaginarse la sonrisa (congelada) del recule presidencial. Las muecas de horror de la cúpula empresarial. Y como nunca falta the enemy of fun, Guillermo Ortiz salió con un espléndido timing a ondear la bandera de los efectos a la presión inflacionaria. El gobernador del Banco de México que no goza de las simpatías de Hacienda. Ya sabe, my friend, establos, digamos, contrarios. Diferentes tribus los amamantaron, pues. Ortiz, que no es invitado permanente a las reuniones del gabinete económico. El Gymboree sabelotodo no necesita la opinión del titular del Banco Central. Who gives a shit.
Al maravilloso ambiente agregue los severos tubazos entre Georgina Kessel... Georgina Kess... ¡Ah!, la secretaria de Energía contra el titular de Pemex, Jesús Reyes Heroles. En medio el secretario del Trabajo, Javier Lozano, a quien todo se le pone en chino, anda armando la tenebra detrás de la Ley de Medios pisando los callos de Luis Téllez. Who gives a shit.
En el gabinete de seguridad la cosa va de mal en peor. Y en medio, la bolita ardiente del EPR. Y alguien juega al Tío Lolo. Todos se cuidan... de todos. Nadie suelta nada. El explosivo experimento se salió del laboratorio y de control. And this shit is hitting the fan.
Y Felipe vendiendo, cual cuento chino, a la sonriente pareja de súper ultra peligrosos narcotraficantes de primer nivel en Latinoamérica.
Y nuevamente el dêja vú.
Ernestina murió de una gastritis crónica. El dinero sucio de Ye Gon que ya no fue tan sucio pero este hojaldra terminará en la cárcel. Yo protejo al país con el monopolio del poder (¿¿??). Yo soy quien manda. Yo soy el comandante supremo. Yo llevo esta lucha (contra el crimen) con seriedad.
Yo soy... yo soy... porfa créanme... no cederemos ninguna plaza, ningún barrio, ninguna ciudad a estos traviesos y que quede absolutamente claro.
No, my friend, la lectura es bastante preocupante. Muchos frentes abiertos, sobre todo al interior de su desdibujado y descoordinado gabinete mientras Felipe frente al espejo convence a Felipe. Todos los días. Y las encuestas, las malditas encuestas...
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