Fox, un engendro?
El diamante en la nariz de Fox
Rosa Albina Garavito
29 de septiembre de 2007
Entre el nuevo rico engendrado a la sombra de los gobiernos posrevolucionarios, representado por Abel Quezada con un anillo de diamante en la nariz, y la exhibición del rancho de Vicente Fox no hay mucha diferencia. Ambos comparten la necesidad de ostentar las riquezas personales acumuladas al calor del poder. Han pasado varias décadas desde que el caricaturista neoleonés dibujara al poderoso nuevo rico como a un obeso engominado cuyos excesos le exigían decorarse hasta la nariz.
La nueva riqueza personal originada en el tráfico de influencias y en el uso patrimonialista de los recursos públicos pasó a formar parte de la cultura política nacional. La iconografía del poder en México ha requerido de esos personajes, y Vicente Fox parece no estar dispuesto a cambiar la tradición cultivada con esmero por quienes sostienen que “la moral es un árbol que da moras” y que un “político pobre es un pobre político”. Para reproducirse, ese poder requiere ostentarse. Es parte de su didáctica. Fiel a esa tradición y en medio de la escalada de precios de los productos básicos, Fox se pavonea en su rancho.
Quien piense que Vicente Fox cometió una imprudencia al aceptar exhibir su rancho remodelado se equivoca. Lo que hizo Fox fue enviar varios mensajes de manera deliberada. El primero es a Felipe Calderón, para recordarle que sin su intervencionismo en campaña seguramente no sería el Presidente de la República (¡otra factura por cobrar!), y que por tanto él puede permitirse esos excesos. También y en consecuencia, exhibir la debilidad del presidente Calderón. Una debilidad que a él lo fortalece. Por eso no es extraño que quien destapó a Calderón como precandidato panista a la Presidencia de la República haya declarado que mete las manos al fuego por Vicente Fox. En voz de su secretario de Gobernación, Felipe Calderón le envía el mensaje al ex presidente de que es intocable, y aunque no aboga por Marta Sahagún y sus hijos, ambos saben que la promesa de impunidad va en paquete. Por su parte, el secretario de la Función Pública hizo mutis sobre el tema y ahora deja el cargo para contender por la presidencia del PAN.
Con la ostentación de su lujoso rancho, Fox envía también un mensaje al PAN y al conjunto de la derecha política. Podrán existir fisuras y pleitos internos entre yunquistas, panistas ilustrados, de centro, de extrema derecha, en fin; pero a todos ellos Fox les hace saber que es un poder real, tan real y actuante que se atreve a provocar las iras por exhibirse con un diamante en la nariz, perdón, con un rancho remodelado a todo lujo. El poder se exhibe para seguir reproduciéndose. No es que Fox pretenda ser el Plutarco Elías Calles de la posrevolución; tampoco el Salinas de los tiempos neoliberales, pero sí el poder tras bambalinas de la alternancia política. Si la derecha pretende mantenerse en el poder, entonces tendrá que consultar y seguir los consejos del guanajuatense. Sobre todo para consolidar el oficio de la impunidad. Mejor dicho de la neo impunidad. La que se reinauguró con los Amigos de Fox, es decir, de la mano de la alternancia del 2000.
Además, el cinismo de Fox pareciera retar al país: si éste aguantó un régimen priísta autoritario y corrupto por 70 años, ¿por qué no va a permitir que la derecha se quede otras tantas décadas con iguales prácticas? A este país que, por más avances democráticos y reformas electorales logradas, continúa permitiendo que el poder político sea sinónimo de enriquecimiento personal. Así, Fox se instala en esta asociación que quisiéramos del pasado, para enviar el mensaje futurista de que la derecha seguirá haciendo lo mismo que hizo el PRI, y que para afianzar ese modelo él es una pieza clave e intocable. Y por si fuera poco de talla internacional.
No hay cinismo gratuito en la decisión de Vicente Fox de exhibir su lujoso rancho. Tampoco es una ocurrencia personal. Si no se le pone un alto con la debida investigación, se habrá dado un paso más en el afianzamiento del viejo régimen, para el cual la impunidad constituye una pieza clave. Con el apuntalamiento de tantos poderes fácticos, no habrá reforma del Estado que alcance.
Consejera nacional emérita del PRD
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