Linea directa MÉXICO ¿CUANDO VAMOS A CRECER Por Víctor Manuel Barceló (LD 27-08-07) Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com
En medio de discusiones en el Congreso -algunas estériles, otras bizantinas- no hay acuerdo respecto al formato para la presentación del Informe Presidencial. Nos interesa en este espacio seguir analizando qué puede esperarse de un gobierno, en el año del planteamiento de sus estrategias sexenales. Cómo con ellas puede superar hechos graves que se están dando: reducción en remesas de mexicanos en el exterior; caída en ingreso por turismo extranjero y, por lo mismo, mayor carga del gasto, en divisas por venta de hidrocarburos. PEMEX crece como “caja grande” del Ejecutivo Federal, a costa de su viabilidad como empresa.
Penoso resulta conocer en qué usan esas divisas, sumadas a la recaudación fiscal –la reforma real en este sentido, no se ve por ningún lado-. El gasto público creció, del año 2000 al 2006, hasta representar el 2% del PIB –unos 75 mil millones de dólares el incremento-. El gasto en inversión directa aumentó apenas, mil millones de dólares. De allí que el incremento se fue al gasto corriente, con lo que la administración pública gastó el 74% del aumento señalado en los últimos seis años.
Ello explica en parte, que la economía mexicana crezca al más bajo nivel de toda América Latina. De acuerdo a la CEPAL, con incremento ligeramente superior al 3% del PIB, México es el país de Latinoamérica que registrará el menor crecimiento económico en el 2007. Se estima que dicho crecimiento en la región será del 5%. De las 20 economías consideradas, 11 llevan tendencia a tasas superiores al promedio del 5%. Nueve se encuentran por debajo de esa media. Entre los primeros sobresalen: Cuba 10% y Panamá 8.5%. En los otros se enlistan: Haití y Ecuador con el 3.5% y al final nuestro país, con un triste 3.2%.
La reducción del gasto público es una emergencia, si se quieren sanear las finanzas públicas y contar con recursos para el crecimiento. Después de esto, puede pensarse en mayor recaudación fiscal. Esperemos que el Congreso exija conocer con certeza, en que se aplicarán –durante el resto del sexenio- tanto los recursos que puedan lograrse con la “reforma” fiscal, por más incompleta que sea, como aquellos que surjan de un programa real de austeridad. No es justo que PEMEX, que requiere mantenimiento e inversiones, financie con 37 mil millones el gasto, no productivo, del gobierno –salarios que crecen 9.3%, gasto operativo 7% y subsidios que aumentan 15%- Si la crisis no se aprecia es porque aún hay buen precio del petróleo, pero está “en la cola de un venado”.
Aún no se entiende en las altas esferas, que crece la fortaleza de las empresas paraestatales en el mundo. En la OPEP cuentan vigorosamente dichas compañías, a despecho de la baja, en estima, de las transnacionales de hidrocarburos. Debe entenderse que PEMEX –históricamente la empresa nacional más poderosa- tiene urgencia de invertir en exploración, refinación y petroquímica. Es injusto exportar petróleo crudo y comprar, a precios altos, gasolinas y otros productos elaborados. De seguir, nos endeudaremos para adquirir esos productos.
La pena por el deterioro de la economía nacional, se recrudece en el campo. Allí la producción de alimentos y bienes para la industria, está restringida a zonas de alta inversión y tecnología. Los alimentos para el grueso de la población, provienen de esas áreas o de importación. Los campesinos organizados sienten desaliento, ante el trato que tienen en esferas oficiales. No cuentan en el ánimo gubernamental. Junto a ello, nuestro pueblo recibe pésima educación y servicios públicos, al gusto de quienes los realizan, amafiados en organizaciones sindicales que perdieron el sentido del servicio a la sociedad.
En la práctica, no se aprecian estrategias para “salir del bache”, de esas que: reanimen la inversión privada, mediante la aplicación de fuertes inversiones a la infraestructura nacional; inyecten: inversiones, tecnologías y subsidios a la producción campesina, capaces de contrarrestar los que aplican en los dos países que integran, con nosotros, el TLC –Canadá y EEUU-. Dimensionemos adecuadamente y encaucemos el gasto gubernamental, a las áreas productivas mencionadas y otras actividades prioritarias -como salud y educación-. Caímos en el abismo del crecimiento, por falta de visión gubernamental. ¿Podrá el Congreso reivindicarse en este asunto?
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