La duda
A siete meses de haber llegado a Los Pinos, el caso Zhenli Ye Gon y la adjudicación de las explosiones en Guanajuato y Querétaro por parte del grupo guerrillero Ejército Popular Revolucionario (EPR) han colocado a la administración de Felipe Calderón en el tobogán de la especulación y de la duda. Han fallado los dos instrumentos que tiene todo gobierno para garantizar estabilidad y contrarrestar el daño provocado por sus adversarios: la seguridad nacional y la comunicación.
La actitud de las autoridades, léase Procuraduría General de la República (PGR) y la información que la misma dependencia filtra un día y otro también a los medios de comunicación, para tratar de explicar lo inexplicable o para convertir al empresario asiático en un Mefistófeles, parece armada por los enemigos del Presidente de la República. Es contradictoria, insólita e ilógica. Mientras al abogado chino del empresario Zhenli Ye Gon ya se le reconoce la destreza con que utiliza los medios —desde los cuales chantajea y amenaza a su antojo—, en México nadie cree las historias que se escriben en las oficinas de la PGR y se mandan publicar en los diarios.
Algo similar ha ocurrido con las explosiones en las instalaciones de Pemex: nadie cree, como informó el gobierno, que el EPR haya sido el autor de los ataques.
El gobierno de Calderón ha caído en la trampa del rumor. Dicen los clásicos de la comunicación que los rumores adquieren categoría de veracidad por la falta de fuentes fidedignas de información y que esta ausencia puede ser resultado de la censura o por la simple carencia de noticias. Hay también quienes han definido el rumor como una bomba mortal que lo mismo puede provocar muertes masivas que el debilitamiento y derrocamiento de gobiernos.
La falta de explicaciones creíbles sobre el origen de los 206.5 millones de dólares confiscados a quien hoy, se nos dice, es uno de los más grandes traficantes de pseudoefedrina, provocó que la prensa y la sociedad relacionaran dos acontecimientos que se sucedieron en horas y calificaran los atentados del EPR como una “bola de humo”, construida desde el poder para distraer y dar tiempo a los implicados de negociar con Ye Gon.
El otro gran error de quienes, insistimos, son pésimos guionistas y peores estrategas políticos es actuar como alguien que se está ahogando: asirse de todo para, al final, también ahogarlo. Las filtraciones que se han hecho para involucrar a los gobernadores Fidel Herrera y Enrique Peña Nieto en la red de relaciones que mantenía el empresario prófugo con el poder, no habla de una investigación seria, sino de una guerra donde la premisa parece ser: si me voy yo, tú también.
Pasan y seguirán pasando los días sin que una voz oficial pueda demostrar que Zhenli Ye Gon miente. Todo parece demasiado obvio. El abogado Ning Ye amenazó con “destapar un iceberg” si el gobierno no resuelve los pendientes jurídicos y económicos que tiene con su cliente. El martes 10 de julio el defensor del empresario soltó: “Pedimos dos cosas: primero, que de manera inmediata e incondicional sean liberados los once detenidos, pues son irrelevantes y víctimas en el caso, con cargos que no tienen sentido; segundo, que el gobierno mexicano revise de la primera a la octava prueba que le vamos a presentar”.
Le dio de plazo hasta el 18 de julio y ese día, con toda seguridad, nada se sabrá. La negociación habrá sido hecha. Nadie, sin embargo, podrá parar los estragos provocados por la sospecha.
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