Jornada México SA
Sin crisis, pero igual a 1995Doce años después, de nuevo en el sitio 19... de 19 posibles Cuba y su economía Triste perspectiva que para la economía mexicana en 2007 y, eventualmente, años subsiguientes, vislumbran organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Cuando esto sucedía en tiempos del "cambio", Vicente Fox se apresuraba a decir que "no hay que hacerles caso, porque son cifras preliminares", aunque la realidad y el tiempo rápidamente lo desmentían. Ahora, en plena "continuidad", el actual inquilino de Los Pinos ni siquiera ese pretexto utiliza. Lo cierto es que, tras la divulgación de los documentos Actualización sobre las perspectivas económicas mundiales del FMI y el Estudio económico 2006-2007 de la Cepal, el miércoles y el jueves pasados, respectivamente, y luego de revisar la estadística latinoamericana, la conclusión es por demás alarmante: en 1990, en plena "modernidad" y con "un pie en el primer mundo" (Salinas dixit), el crecimiento de la economía mexicana ocupó el tercer lugar regional entre los 19 países considerados; en 2007, la perspectiva la ubica en el escalón 19, de igual número de posibilidades. Una caída de 16 escalones en el periodo, a razón, casi, de uno por año, cuyos efectos todos padecemos. En el periodo considerado (1990-2007), sólo en una ocasión la economía mexicana ocupó el escalón número 19 en el contexto latinoamericano: en 1995, cuando, en pleno crack del sistema financiero, el producto interno bruto (PIB) se desplomó 6.2 por ciento, el más pronunciado desde 1932 (con Pascual Ortiz Rubio, el nopalito, en Los Pinos), cuando la caída fue de 14.83 por ciento, y equiparable al de 1930 (con Emilio Portes Gil, como interino, en el mismo sitio), de 6.56 por ciento. Doce años después, aparentemente sin crisis ni devaluaciones, ni problemas de deuda, con cientos de "reformas estructurales" realizadas, bancos extranjerizados, economía privatizada, miles de millones de dólares acumulados en reservas internacionales, inflación "controlada", déficit cero, un "cambio", una "continuidad" y tantas otras bellezas macroeconómicas, la mejor perspectiva que tiene la economía mexicana es volver a ocupar el escalón número 19, entre 19 posibles. Los peores momentos económicos que ha vivido el país desde finales del siglo XIX a la fecha, de acuerdo con la estadística oficial (INEGI) son los siguientes (todos los porcentajes indican desplomes en el PIB): (Porfirio Díaz) 1899, 5 por ciento; 1902 (ídem), 7.23; (Venustiano Carranza) 1914, 10, y los ya citados. A pesar de todo y con el estallido social en la puerta, la tasa anual promedio de crecimiento en el país en los últimos seis años de Porfirio Díaz como presidente fue de 3.18 por ciento, y de 2.85 por ciento en el caso de Carranza, en medio de la convulsión y Tlaxcalantongo. Ahora, en pleno siglo XXI, en "plena paz social" y con el "tesoro" macroeconómico garantizado, dicha tasa a duras penas llegó a 2.3 por ciento con Fox. Y con Felipe Calderón la perspectiva no se modifica. En el sexenio salinista, la ubicación fue la siguiente: 1990, escalón número tres; 1991, 8; 1992, 12; 1993, 15; 1994, ocho. Y la realidad pasó la factura, porque con Ernesto Zedillo, en 1995, año del crack, cayó a la posición número 19; en 1996 subió al lugar cuatro, 1997 y 1998, cinco; 1999, siete, y en el cierre sexenal una proeza: medalla de plata, en segunda posición latinoamericana. Llegó el "cambio", durante el cual la "mejor" posición que logró la economía mexicana en el contexto latinoamericano fue en 2006, cuando se colocó en el escalón número 11, de 19 posibles. Por año de gobierno, el ranking registrado fue: 2001, posición número 12; 2002 y 2003, 15; 2004, 13; 2005, 15 y 2006, 11. Toca el turno a la "continuidad", que se estrena con la peor posición posible en América Latina, la número 19, exactamente la misma que la economía mexicana obtuvo en 1995, pero ahora sin crisis ni pretexto. Las rebanadas del pastel En otro orden, la Cepal divulgó información actualizada de la economía cubana, y en este sentido, de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística, el crecimiento en 2006 fue de 12.5 por ciento, similar a la del incremento del PIB per cápita dado el estancamiento de la población en el año. El déficit fiscal equivalió a 3.2 por ciento del PIB, un punto porcentual menos que en 2005. La inflación hasta diciembre se elevó dos puntos porcentuales en comparación con 2005, a 5.7 por ciento. El desempleo abierto permaneció bajo y registró la misma tasa del año anterior, 1.9 por ciento. Según las cifras de cuentas nacionales, el volumen exportado de bienes y servicios ascendió solamente 1.1 por ciento, en contraste con 2005, en el que 45.9 por ciento de incremento de las ventas externas representó el principal impulso al crecimiento. En consecuencia, habría sido predominante el papel de la demanda interna, atribuible a la inversión pública y el consumo privado. Este último presentó una pronunciada expansión, imputable en buena medida a los incrementos de salarios y pensiones de finales de 2005. Las ramas de actividad más dinámicas fueron la construcción y el comercio. En contraste, algunos sectores clave mostraron un bajo ritmo de crecimiento (industria manufacturera) o contracción (agricultura). El aumento de los precios internos reflejó las dificultades en el suministro de ciertos productos. Para 2007, el gobierno estima 10 por ciento de crecimiento, impulsado por un aumento de la inversión cercano a 22 por ciento -principalmente en construcción-, repunte del volumen exportado de bienes y servicios de 8 por ciento y disminución del volumen importado de bienes y servicios de uno por ciento. En el transcurso del año se continuaría con la restructuración del sector energético para lograr un uso más racional de los recursos, se haría hincapié en la construcción de viviendas y se procurará revitalizar el sector agrícola. Las autoridades esperan incrementar y fortalecer las relaciones bilaterales con Venezuela y China. |
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