Cómo la industria cultural masiva del entretenimiento perpetúa el sistema capitalista
“Hay dos formas de impedir pensar al ser humano,
una obligarle a trabajar sin descanso
y otra obligarle a divertirse sin interrupción”
(Santiago Alba Rico)
Aullidos electrónicos en el rumor de la calle, ecos infinitos de disparos desde los videojuegos, risas y aplausos estridentes en un televisor, música vallenata y reggaetón, cacerolazos difundidos desde una grabación, como en las protestas de la oligarquía caraqueña. Es la ciudad que nos habla desde la moderna industria cultural masiva del entretenimiento, la que se desarrolla y se muestra como un beneficio sociocultural, pero oculta un inconmensurable negocio, que a su vez reafirma el propio sistema, de modo que los recursos tecnológicos terminan por ser recursos de dominación sobre el receptor.
La sociedad moderna y sus necesidades estructurales, encuentra satisfacción en ésta cultura de masas de la diversión en serie, que se basa en la repetición constante de esquemas básicos que nos muestran por capítulos situaciones, modelos irreales e inaccesibles, casi siempre con una finalidad lucrativa. Es la industria de la diversión entre las que se consideran, la televisión, la radio, diarios y revistas, (cine, teatro y música cuando son expresiones seudo artísticas, en donde predomina la uniformidad). También se han incluido recientemente los videojuegos, las redes de Internet y sus conexiones afines. Todos ellos, como el negocio más rentable de nuestros tiempos, son herramientas que permiten y promueven la perpetuación del sistema capitalista.
Los productos de la diversión y el entretenimiento resultan insoslayables, te asedian desde la televisión, telefonía móvil y correos electrónicos para permanecer adheridos insistentemente a nuestras vidas, hasta en la más profunda intimidad, como un “chip” electrónico instalado en nuestro cerebro, que indica que: cuando quieras decir no, di sí...
“El capitalismo –según el filósofo español Santiago Alba Rico– prohíbe las horas oscuras y para eso tiene que incendiar el mundo. El capitalismo prohíbe el aburrimiento y para eso tiene que impedir al mismo tiempo la soledad y la compañía ¡Ni un solo minuto en la propia cabeza! ¡Ni un solo minuto en el mundo! ¿Dónde entonces? ¿Qué es lo que queda? El mercado; es decir, esa franja mesopotámica abierta entre la mente y las cosas, ancha y ajena, donde la televisión está siempre encendida, donde la música está siempre sonando, donde las luces siempre destellan, donde las vitrinas están siempre llenas, donde los teléfonos celulares están siempre llamando, donde incluso las pausas, las transiciones, las esperas, nos proporcionan siempre una emoción nueva. El capitalismo lo tolera todo, menos el aburrimiento. Tolera el crimen, la mentira, la corrupción, la frivolidad, la crueldad, pero no el tedio.”
La mentira mediática se expande a la velocidad de un rayo, a través de redes interconectadas a la industria cultural del entretenimiento, todo allí se mezcla y degrada como en el tango “Cambalache”. En los noticieros de televisión, el show continúa, las tragedias humanas, guerras, invasiones, pandemias, huracanes, terremotos y tsunamis se tratan como un “reality show”, que además podemos ver en Internet y teléfonos móviles, gracias a ese maravilloso circuito interconectado presente en las llamadas redes sociales de “atrapa incautos” FaceBook, Sónico, You Tube, Tuwiter, donde pululan los “script kiddies”, “hackers” y personas anónimas que actúan con seudónimos y nombres falsos para vilipendiar a personas e instituciones, sentados en un cybercafé, creando campañas de desestabilización contra Estados democráticamente constituidos. En ocasiones como un gran logro, la burocracia, habla de crear programas gubernamentales, para que la escuela y las universidades no sean menos divertidas que la televisión o Internet.
En el desarrollo histórico de nuestros países pobres, el uso del escaso tiempo libre de los obreros maltratados (sea en dictaduras militares o civiles, gobiernos democráticos de derecha o de izquierda) observamos, la tendencia a seguir la exitosa regla de oro del “pan y circo” naturalmente, siempre más circo que pan, programando franquicias de shows, festivales y eventos mundiales añejos de otras culturas, que en ocasiones su atractivo adicional es su vinculación con las apuestas hípicas o deportes como el béisbol o fútbol cuyo valor agregado es el alto consumo de alcohol.
En materia de políticas culturales y artísticas estatales o de generación mixta con la empresa privada, nuestros países pobres, han construido una gran autopista, llena de malabaristas, tragafuegos, expresiones seudoartísticas callejeras, se invita, por ejemplo, al fotógrafo inglés Spencer Tunick para que desnude a una burguesía que se aburre, financiado por los Estados de los países donde se le invitó y que no son pocos en Latinoamérica. En esta autopista no faltan los show musicales y performances ligeras, que impiden la circulación de la vida real. En síntesis, circos donde risa se convierte en un fraude respecto del bienestar pleno del espectador. En esta autopista de la diversión y del entretenimiento, en cada día encontramos celebraciones de efemérides sobre combates por la libertad, héroes y mártires de una historia real y fabulada. En ocasiones éstos eventos son presentados como “festivales de arte” nada más lejos de la verdad. Lo más grave: eventos en estrechas alianzas con empresas nacionales productoras de cigarrillos o bebidas alcohólicas y del capital transnacional como Coca Cola, Exxon Mobil o Pirelli, entre tantos otros.
Eventos y festivales que estén hechos, sólo para entretener o sea mantenernos ocupados en un parque, una plaza, estadios o polideportivos, como meros espectadores de un espectáculo vacío, coreando consignas vacías, son lo que algunos estudiosos de la materia, llaman la “proletarización del tiempo libre”. Recordemos aquí el “Evento un canto para el pueblo” en homenaje al cantautor venezolano Alí Primera. Aeropuerto La Carlota Caracas, octubre 2009 organizado por el Estado, acerca del cual en un extenso artículo publicado en Aporrea, Baleryns López ha escrito: “estos grupos -refiriéndose a ciertos grupos que participaron- los critico por cobrar una millonada, del resto por promover la cosificación y denigración de la mujer, por atentar contra el amor y la sexualidad sana de los jóvenes, y por promover las drogas, la violencia sexual y física contra otros…”. Resulta irónico entonces que haya países en Latinoamérica donde se habla de la revolución de la conciencia, cuando ésta ha sido anestesiada, vaciada de contenido y despolitizada.
Con relación al arte en la industria del entretenimiento, éste se incluye a expensas de su banalización o aligeramiento. “La industria cultural puede jactarse de haber actuado con energía -escriben Adorno y Horkheimer- y de haber erigido como principio la transposición –a menudo torpe– del arte a la esfera del consumo, de haber liberado al amusement de sus ingenuidades más molestas y de haber mejorado la confección de las mercancías. El arte serio se ha negado a aquellos para quienes la necesidad y la presión del sistema convierten a la seriedad en una burla, y que por necesidad se sienten contentos cuando pueden transcurrir pasivamente el tiempo que no están atados a la rueda. El arte "ligero" ha acompañado como una sombra al arte autónomo. El arte "ligero" es la mala conciencia social del arte serio.” En nuestros países dependientes en lo económico, cultural y artístico, los Estados, por lo menos deberían hacer un esfuerzo por estimular la producción artística desde la infancia, en la escuela, y proteger el trabajo artístico de todos los creadores... y sus vidas.
“Esclavos de una felicidad servil. El riesgo de una vida centrada únicamente en la fórmula del entretenimiento –escribe Jorge A Hidalgo Toledo– no es sana ni satisfactoria, pues se puede correr el riesgo de erradicar de la existencia aquello que nos hace humanos, pues no poseen las características que nos otorgan dignidad humana. El texto mediático del entretenimiento y las tecnologías de información se combina claramente con su poder económico e ideológico. Es de suma importancia poner al descubierto las fuerzas ocultas del entretenimiento que no forma ni eleva las categorías humanas.”
Me pregunto ¿Estamos realmente esclavizados? ¿Por qué crece, se expande y perpetúa la industria cultural masiva del entretenimiento TV, cine, música, revistas, parques temáticos, Internet etc.? ¿De cuánto dinero estamos hablando? Informes creíbles hablan de una ganancia que sobrepasa los 2 billones de dólares anuales, mientras ella defrauda continuamente a los consumidores respecto a aquello que les ofrece. ¿Existen otras formas de entretenerse? ¿Cuáles?
Lo que sí, ya no resulta creíble, ni menos aceptable, es que en nuestras sociedades contemporáneas con pretensiones de construir sociedades más justas e inclusivas, se combata al sujeto pensante, al hombre crítico, insistiendo tozudamente en imponer políticas culturales y artísticas estatales, que le hacen el juego a la poderosa industria cultural masiva del entretenimiento, lo que en definitiva se convierte en la ciega permanencia del sistema capitalista, así como su inmutabilidad.
BIBLIOGRAFIA
- Hidalgo Toledo Jorge A. El dilema de la dimensión antropológica de la industria del entretenimiento. Universidad de Anahuac México.2006
- Alba Rico Santiago .Elogio del aburrimiento .Rebelión Digital 2010
- Guevara Ernesto “Che”. El Socialismo y el Hombre. Aleph .Chile 1968
- Max Horkheimer y Theodor W.Adorno. La Industria Cultural. Iluminismo como mistificación de masas. Sudamericana .Buenos Aires 1988
- Ortizpozo Aníbal. Culturas en la Globalización. www.escaner.cl 1999
- López Baleryns. Concierto “Un canto por el pueblo” un “Canto contra el pueblo”. Aporrea.org .2009
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