FeCal de 36% a 6% de confianza
Cae la popularidad de Calderón
Balde de agua fría
Humberto Musacchio
En medio de la autocelebración del gobierno panista, debió caer como balde de agua fría el resultado de encuestas recientes. Una, de BGC Ulises Beltrán y Asociados, según la cual en sólo dos meses la gente que le tiene “mucha confianza” a Felipe Calderón cayó de 35 a un triste 6 por ciento, en tanto que según la Encuesta sobre Opinión Pública Mundial, realizada en México por el diario Reforma, 83 por ciento de los mexicanos piensa que aquí se gobierna para “unos cuantos”.
Por supuesto, cabe la posibilidad de que tales cifras representen más un estado de ánimo momentáneo que una visión sociológica basada en certezas, pero eso no es, no puede ser consuelo para quienes gobiernan con las encuestas en la mano y el Jesús en la boca.
Los números adversos son más dolorosos cuando se está acostumbrado al manipuleo de las cifras. Por si alguien lo olvidó, la guerra sucia de 2006 comenzó con encuestas que mostraban una súbita e inexplicable caída en la popularidad de Andrés Manuel López Obrador y un impetuoso aunque igualmente inexplicable ascenso del candidato panista.
Dicho de otra manera, las encuestas sirven lo mismo para un barrido que para un fregado, y quien las paga suele emplearlas más bien para lo segundo. Pero cuando se trata de muestreos que otros encargaron la cosa cambia. Así ocurre ahora con las mediciones citadas.
La encuesta de BGC Ulises Beltrán deja a la Presidencia de la República en el sótano, pero no le va mejor a otras instituciones. Como era de esperarse en medio de la guerra civil que vive el país, la Procuraduría General de la República y los cuerpos policiacos están en la lona, pero peor, mucho peor, es la imagen que tienen los ciudadanos de sus políticos y aun más abajo se sitúa a los partidos políticos.
Alguien puede pensar que datos tan negativos como los que ofrecen BGC Ulises Beltrán u Opinión Pública Mundial tienen la intención de buscar clientela o que se pretende vender protección a los políticos ofreciéndoles encuestas más a modo —ya se sabe que de acuerdo con la metodología se obtiene el resultado—. Sin embargo, más allá de las intenciones de los encuestadores, muchos mexicanos perciben un fracaso rotundo en la gestión de Felipe Calderón, pese a lo cual milagrosamente se mantiene alta la confianza popular en el ejército. Lo cierto es que políticos e instituciones están muy lejos de ofrecer una buena imagen, no hay confianza en ellos y en los meses venideros no se advierte cómo ha de cambiar esa percepción. Eso nos debe preocupar a todos.
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