De ‘narcocorridos’ y otros funerales Carlos Monsiváis |
¿Hay en los ‘narcocorridos’ apología del delito y la delincuencia? Lo más conocido no es estrictamente ditirámbico, sino la evocación funeraria de aquellos que con tal de subrayar su mínima o máxima importancia, desafían la ley y no se inmutan a la hora de disminuir brutalmente la demografía. En Jefe de jefes. Corridos y narcocultura en México, de Juan Manuel Valenzuela, se cita un corrido de Los Rojos, “Mi último contrabando”, que describe la metamorfosis: ha vivido pobre, muere en la respetabilidad del derroche:
Quiero cuando muera,
escuchen ustedes.
Así es mi gusto y mi modo,
mi caja más fina y yo bien vestido,
y con mis alhajas de oro
mi mano derecha un cuerno de chivo
en la otra un kilo de polvo.
Mi bota tejana y botas de avestruz,
y mi cinturón piteado todo bien vaquero,
y con gran alipús
un chaleco de venado
para que san Pedro le diga a san Juan:
“Ahí viene un toro pesado”...
Adornen mi tumba entera
con goma y ramas de mota
y quiero, si se pudiera,
que me entierren con mi troca
para que vean que la tierra
no se tragó cualquier cosa...
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