Fox: malísimo presidente pero buenisimo para robar
Horizontes sin límites…
SAN CRISTÓBAL, GTO.- Después de ser un “malísimo” empresario agrícola que estuvo a punto de caer en la bancarrota, el expresidente Vicente Fox es hoy un próspero terrateniente, dueño de miles de hectáreas con sembradíos y tierras de agostadero que se extienden a los costados de la carretera León-Cuerámaro, en la fértil región del Bajío guanajuatense.
“Poco a poco el señor Fox se está quedando con muchas tierras de por acá. Quien quiera atravesar caminando todas sus propiedades, téngalo por seguro que no acabará de caminar y caminar en todo un día”, afirma don José Manuel Cruz, un viejo ejidatario de la comunidad.
Para demostrar su dicho, apunta hacia la verde llanura salpicada de pequeñas lagunas que, como espejos, destellan al sol y reflejan la marcha de las nubes algodonosas.
–Mire, por allá en lo plano don Vicente tiene muchos sembradíos de hortalizas, que después empaca en su congeladora y manda exportar.
Luego señala hacia unos montes del lado opuesto y agrega:
–Y allá en aquellas laderas cultiva agave. Puro maguey del bueno. Por ese mismo rumbo tiene rete hartas cabezas de ganado fino. Muchas andan desbalagadas en el monte.
–¿Tanto terreno tiene?
–¡Sí, señor! Muchísimo terreno. Tan sólo a nosotros, los ejidatarios, la familia Fox hace años nos arrebató 900 hectáreas. Ahora don Vicente las juntó con las cerca de 2 mil hectáreas que ya tiene en la pura zona de la planicie. Sin contar los montes de agave y agostadero que después compró.
El corazón de estas vastas extensiones es el casco de la Hacienda San Cristóbal, la vieja propiedad de la familia Fox, donde el rico exmandatario calcula invertir 12 millones de dólares para transformarlo en el llamado Centro Fox.
“Me iré a vivir al rancho San Cristóbal”… “Me retiraré al rancho”… solía repetir una y otra vez poco antes de dejar la Presidencia.
Ahora dice que ya vive en el “rancho”. Pero sin precisar que no habita propiamente en el casco de la hacienda, el extinto hogar familiar donde actualmente sólo vive su hermana Martha, en compañía de su servidumbre.
En realidad, el exmandatario hoy alterna su residencia entre las dos suntuosas casonas que se mandó construir y desde las que –en su dorado “retiro”– vigila sus vastas propiedades y la construcción del Centro Fox: una es la residencia de La Granja, ubicada en la fértil planicie donde cultiva sus hortalizas, y la otra es el conjunto de elegantes cabañas de La Estancia, encaramadas allá arriba, en uno de los cerros que tapizó de magueyes.
A caballo, en jeep o en camioneta Hummer, don Vicente sube a La Estancia o baja a La Granja. Va y viene, escoltado siempre por un grupo de guardaespaldas armados, a la manera de un señor feudal.
Oye misa los domingos en la parroquia de la comunidad de San Cristóbal, donde él y su familia tienen un lugar especial: un recinto en penumbra con mullidos reclinatorios, ubicado a un costado del altar. Ahí están las criptas en mármol de los padres de Fox.
Las casas del exmandatario están abiertas para recibir a personajes de la política o a sus influyentes amigos que vienen a visitarlo: estuvo el presidente estadunidense George Bush, Felipe Calderón siendo presidente electo de México, el cardenal Norberto Rivera Carrera, o los magnates de la prensa Olegario Vázquez Raña y Juan Francisco Ealy Ortiz, entre otros.
La Granja
A unos 17 kilómetros de la caótica ciudad de León, por la carretera a Cuerámaro, se atisba a mano izquierda un impecable camino asfaltado sombreado por pirules. Bloquea el paso una caseta de vigilancia pintada de verde y con cristales polarizados. Es el camino que –dos kilómetros más adelante– desemboca en la residencia de La Granja, junto a la cual se instalaron las nuevas oficinas de la fundación Vamos México.
Fue aquí donde Fox y su esposa Marta Sahagún posaron para el número reciente de la revista Quién. Actualmente la lujosa residencia tiene un enorme lago y una alberca bordeada de palmeras. Por sus jardines deambulan venados y pavos reales. A Marta y Vicente los atiende –según presumieron a esa revista– un “chef que se trajeron de Los Pinos”.
Originalmente, La Granja era una modesta casa donde vivió Fox con su primera esposa, Lillian de la Concha, y los cuatro hijos que ambos adoptaron: Ana Cristina, Vicente, Paulina y Rodrigo.
La Granja –a la que también se le llama el “rancho oficial” de Fox– fue totalmente remodelada a marchas forzadas, con el pretexto de la visita que hiciera George Bush en febrero de 2001. El diseño estuvo a cargo del arquitecto Humberto Artigas y las obras las ejecutó el constructor Cosme Mares, supuesto prestanombres de Fox, relatan Anabel Hernández y Arelí Quintero en su libro La familia presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha de corrupción.
Artigas le dio un toque new age mexicano a la construcción. Cambió techos y paredes. En aquellos colocó enormes vigas de madera y sustituyó los muros por columnas de piedra para abrir los espacios.
En las recámaras se pusieron duelas de madera en el piso y puertas rústicas para hacer juego. Tiene una cancha de tenis y un gimnasio con jacuzzi. Se construyó un amplísimo salón de juegos de puro mármol. Y para los huéspedes, se levantó una casa de dos pisos.
El rediseño incluyó la decoración de interiores, en los que ahora puede apreciarse, por ejemplo, una colección de lujosas sillas de montar, alarde de la talabartería mexicana.
En mayo del año pasado, en La Granja se celebró la boda de Paulina, una de las hijas de Fox. Se dispuso de 70 vehículos para transportar a los 500 invitados que fueron al festejo, entre ellos los empresarios Olegario Vázquez Raña, dueño del periódico Excélsior y del Grupo Ángeles; Roberto González Barrera, de Maseca; Adrián Sada, del Grupo Vitro. También asistieron funcionarios del entonces presidente, como Reyes Tamez, Pedro Cerisola, Rodolfo Elizondo, Fernando Canales Clariond y varios más.
Paulina recibió una bendición apostólica del Papa Benedicto XVI, en la que le deseaba “continua felicidad en su matrimonio”, el cual debería estar “impregnado de amor fiel y sincera entrega”.
El Centro Fox
Un kilómetro después de pasar por el acceso a La Granja, siguiendo la carretera a Cuerámaro, del mismo lado izquierdo está la entrada a la pequeña comunidad de San Cristóbal, en cuyo centro se yergue el casco de la hacienda de los Fox, con sus gruesos y larguísimos muros que convergen en redondeados torreones.
Es aquí donde –sobre un terreno de dos hectáreas– se construye el Centro Fox, que contará con 6 mil metros cuadrados de construcción. Fox y Marta revelaron a Quién que el costo de la obra, incluido su equipamiento, será de unos 12 millones de dólares.
“Todo el fondo aquí es privado, absolutamente privado, por la vía de donativos y donaciones. A su tiempo haremos saber sobre esos donativos; hay nacionales e internacionales”, dijo Fox a los corresponsales extranjeros durante una visita guiada por la obra, en mayo pasado.
Agregó:
“Normalmente los presidentes huían del país con las bolsas llenas de dinero para ir a esconderlas a bancos suizos. Este no es el caso del presidente Fox (sic), que está aquí dando la cara, porque no tiene nada que ocultar”.
El Centro Fox contará con un auditorio con capacidad para 500 personas; una explanada en la que cabrán 3 mil asistentes, quienes podrán presenciar espectáculos artísticos. Tendrá un área donde, de manera permanente, se exhibirán los obsequios que recibió Fox como presidente.
Habrá una biblioteca –para atender a 300 usuarios– que albergará 25 mil volúmenes sobre democracia, liderazgo, transparencia, equidad de género, combate a la pobreza y políticas públicas. En ella estará un acervo digitalizado sobre la gestión presidencial de Fox, que contará con más de 3 millones de documentos para consulta en línea.
El Centro Fox es una asociación civil que se constituyó el 11 de octubre de 2006 ante el notario público 49, Arturo Sobrino Franco, en el Distrito Federal.
La administración del Centro está a cargo de una asamblea encabezada por el exmandatario, quien queda como presidente del consejo directivo. El consejo de vigilancia lo integran Amparo Espinosa Rugarcía, hija del banquero Manuel Espinosa Yglesias; Arturo Sánchez de la Peña, empresario de la línea de autobuses Estrella Blanca, y el banquero José Pintado Rivero.
Y como “asociados” están Olegario Vázquez Raña, Carlos Slim, Lorenzo Zambrano, Roberto Hernández, Federico Sada González, director de Vitro; el leonés Sergio Díaz Torres, dueño de Bardahl, y Eduardo Tricio, presidente del Grupo Lala.
Figuran también los dueños de las dos principales empresas televisivas del país: Emilio Azcárraga Jean, de Televisa, y Ricardo Salinas Pliego, de TV Azteca.
Actualmente, cientos de empolvados trabajadores están transformando lo que antes eran los amplios establos y caballerizas de la hacienda. Se ven piedras apiladas, montones de arena, bultos de cemento aquí y allá. Fox quiere terminar su Centro el año próximo.
La Estancia
La carretera León-Cuerámaro sigue cruzando el feudo de Fox. Tres kilómetros después de pasar San Cristóbal, del lado derecho sale un camino que llega a la empobrecida ranchería de Nuevo Jesús del Monte, también llamada La Gorda Atorada; es un caserío en torno de una placita pelona con unos cuantos ancianos sentados en las bancas, pues la mayoría de sus jóvenes emigraron a Estados Unidos en busca de trabajo.
Al pasar La Gorda Atorada, el camino empieza a subir unos lomeríos. Y comienzan a verse los cultivos de agave azul de Fox. Magueyes de hojas delgadas que se pierden en las hondonadas. Filas y más filas de penachos espinosos. Hay un silencio absoluto. Apenas el aleteo de unas garzas blancas.–¡Arre!... ¡Arre!... ¡Pícale! –se escuchan de pronto unos gritos que desparrama el eco.
Son los vaqueros de Fox. Arrean el ganado a caballo. Al aguzar la vista, se distingue el hormigueo de reses entre los matorrales de las lomas.
Fox aquí es propietario de 242 hectáreas de San Francisco del Rincón, municipio al que pertenece el área, según el Registro Público de la Propiedad.
De cuajo, al camino lo bloquea una caseta de vigilancia con miembros del Estado Mayor Presidencial. Es una caseta de estilo rústico, construida con roca, a la fronda de unos árboles tupidos.
Más arriba, en lo alto de la ladera, se vislumbra el conjunto de cabañas de la familia Fox. Una para Vicente y Marta; otra para los hermanos del expresidente, José y Lucha, y otra más para los hijos de Marta Sahagún. Los encargados de construir las cabañas fueron nuevamente Humberto Artigas y Cosme Mares, según el libro La familia presidencial.
La cabaña del expresidente tiene una amplia sala de 200 metros cuadrados, con piso de piedra y paredes recubiertas de madera. En el bar, una cava empotrada a la pared. Mármol y cantera en los baños (Proceso 1581).
La recámara de Fox se extiende hasta un ancho balcón desde el que se domina el Bajío guanajuatense, coronado –en el horizonte opuesto– por el Cristo Rey de la montaña con sus brazos en cruz.
Jardines bien cuidados y espejos de agua rodean a las cabañas. Hay un lago artificial y un ruedo en el que se organizan novilladas. Completa el conjunto una palapa para 300 comensales.
Venados, llamas y otros animales recrean la vista de los invitados a La Estancia, entre los que estuvieron –en octubre del año pasado– Felipe Calderón y su familia. Un mes después –el 18 de noviembre– el cardenal Rivera Carrera y Juan Francisco Ealy vinieron a comer con Fox.
Los terrenos donde ahora se levanta La Estancia pertenecieron –a principios de los ochenta– a un familiar muy cercano de Miguel Ángel Caro Quintero y de los Quintero Payán, quienes fueron cabezas de poderosos cárteles del narcotráfico. En 1986, la Procuraduría General de la República encontró aquí un laboratorio en el que se fabricaba cocaína (Proceso 1543).
Donde ahora está La Estancia era un terreno pedregoso, inhóspito. Fox en un principio quiso criar ahí toros de lidia, convertirlo en algo similar a La de Ávalos, la finca que tenía su padre en el municipio de Lagos de Moreno, Jalisco.
Aquí nadie se explica cómo le hizo para levantar La Estancia y La Granja, y ahora para estar edificando el aparatoso Centro Fox. ¿De dónde saca tanto dinero? ¿Cómo llegó a construir su extenso feudo?
Lino Korrodi, quien manejaba los recursos de la asociación Amigos de Fox, declaró la semana pasada a los medios que Vicente estaba prácticamente en la bancarrota antes de llegar a la Presidencia:
“Fue un malísimo empresario. Perdió no menos de 10 millones de dólares que tuvo que rescatarlos en el IPAB (Instituto de Protección al Ahorro Bancario) y por lo cual él fue perdiendo patrimonio… yo le prestaba dinero.”
Korrodi declaró también que a Marta Sahagún los miembros de Amigos de Fox “le pagábamos hasta la tarjeta de crédito”. Y lo que hoy es La Granja era una casa “en completo deterioro”.
Y pide que se le investigue, puesto que “su enriquecimiento del sexenio es evidente, de manera muy descarada y cínica, lo cual me parece una agresión contra los mexicanos”.
El mismo Fox había reconocido, en su libro autobiográfico Vicente Fox a Los Pinos, que luego de 15 años de trabajar en Coca Cola y de rechazar la dirección de esa empresa en América Latina, regresó al rancho San Cristóbal para participar en los negocios familiares. Pero la experiencia fue catastrófica. Confiesa: “Reconozco que esa época de las empresas familiares terminó con gran insatisfacción, por no haber podido salir adelante. Se hizo la lucha y se puso el mejor talento y esfuerzo, además del poco o mucho capital con que contaba”.
Y en esa situación estaba en 1999 –un año antes de ganar la presidencia de la República– cuando editó el libro.
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