El país al borde de la ingobernabilidad
Explosión mata triunfalismo
• Las reformas siamesas, en cirugía
Esta guerra, mi estimado, como la que siga después, es una guerra para poner término a la guerra. Explosiva semana. Justo cuando Felipe Calderón se encuentra de gira por la India para... para... ¡ah sí!, para atraer inversiones a México donde se respira un aire de tranquilidad, estabilidad y un firme Estado de Derecho.
Los acontecimientos de ayer, rápidamente señalados como atentados por uno de los varios bufones de la corte calderonista, ya dieron la vuelta al mundo.
Sumado al lamentable accidente donde un camión con más de 20 toneladas de explosivos dejaba una estela de muertos, damnificados y cuantiosos daños en Coahuila, se cerraba un original círculo mediático en los noticiarios internacionales sobre el panorama mexicano.
Interesante, my friend, cómo —hasta el cierre de este espacio— nadie se había atribuido la reacción en cadena de la travesura en los gasoductos de Pemex en Veracruz y... Tlaxcala. Quizá porque el explosivo reventón, que trae muuuy de cabeza a este endeble régimen, aún no termina.
Nuevamente los gasoductos de Pemex. Show mediático, con cortina de humo incluida. El 10 de septiembre. Justo a dos meses —10 de julio— de los atentados en Guanajuato y Querétaro, esos sí, reivindicados en un comunicado por el EPR que hace algunas lunas exigen la presentación, vivos o muertos, de dos de sus compañeros desaparecidos en la Oaxaca de Ulises Ruiz. Hechos que desencadenaron una reunión del Gabinete de Seguridad con Felipe Calderón donde éste preguntó qué dependencia tenía a los mentados desaparecidos... ante distintivas negativas. Curioso. Sobre todo cuando en todo esto hay un tufillo, digamos, civilón.
Ocho días después de la excelsa ceremonia al monumental ego de Felipe, mi estimado, la cruda realidad aniquila su invención de país. Y desde la India regala su disco rayado sobre la actuación, con toda firmeza y energía, contra los responsables. Palabras huecas. Incredulidad. Ineficacia. Impunidad. Confusión. Peligro.
El país a la deriva y Calderón gasta 62 millones de pesos para remodelar el divertido avioncito que lo llevó a Sydney, Nueva Zelandia y la India. El país al borde de la ingobernabilidad y el barquito del Gymboree navega entre la niebla haciendo, peligrosamente, agua.
Las reformas siamesas en la plancha del quirófano legislativo esperando cirugía de una serie de simpáticos doctores que se conmutan los instrumentos cuando las posibilidades de que salgan robustecidas y sanas es... nula. Flat line. Otro sueño más de Felipe convertido, hoy, en una pesadilla tricolor, amarilla y con brochazos azules.
La oligarquía televisiva con una mano arroja a sus sabuesos y con la otra hace cuentas. Porque su negocio se trata de eso. De hacer cuenta$. Facturar cuentas. Cobrar cuentas. Are u listening shitheads?
En estos aciagos tiempos hay alguien beneficiándose del caos y de la incuestionable debilidad presidencial que a nueve meses... no consolida. No convence. Titubea. Se equivoca. No resuelve. Ni siquiera entre sus aliados naturales, por cierto muy poderosos, que están empezando a cansarse de tanta pendejada en cadena.
El error tiene su lógica, mi estimado, lo mismo que la verdad. Los mensajes de ayer, sobre todo en su ausencia, son bastante claros. Y van in crescendo. Parece ser un delicado juego del todo por el todo. Y en Los Pinos no se han dado cuenta que van... perdiendo. El piso también.
Y desde ese seductor tablero, los movimientos del gobierno en esta delicadísima crisis, porque es una crisis, amable lector, son cuidadosamente monitoreados. Felipe y su club de improvisados son predecibles. En sus arranques de furia. Sus berrinches. En su impotencia. Su prepotencia. En su indecisión.
Cánticos diversos de guerra se escuchan mientras el inner circle le prende fuego al calderón político. Al calderón social que va junto con pegado al económico.
México necesita reformas aunque sea a costa de todos y de los más desprotegidos. A subir las gasolinas y el diesel. A subir el gasto corriente y la corriente de tanto abominable espoteo mediático de subliminales logros.
A subirle al tono simulado para construir acuerdos, cuando en paralelo se destruyen los pactos. A subirle a los gritos de la confrontación por las fiestas patrias.
Al paso que van, my friend, se van a quedar sin voz, o peor aún, sin aire. Y en una de esas, les retiran el tanque... de oxígeno. O sea, next!
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