La venganza de la democracia
Jornada
Contra el maquiavelismo
En 1989, cuando empezaba el régimen de Salinas, escribí La democracia que viene, librito que se convirtió en best seller para sorpresa de su propio autor. El título sugerido por Miguel Angel Granados Chapa, ¡salud, Miguel Angel!, y mis curiosas profecías sobre aquel régimen pegaron. Después del fraude de 1988, la gente se preguntaba ¿cómo terminaría todo aquello? Los tres desenlaces imaginados se cumplieron en forma sucesiva: a) Salinas restauró para sí el poder imperial. b) Se pasó de listo y su proyecto se vino abajo. c) No él, pero su sucesor Ernesto Zedillo tuvo que abrirle las puertas a la alternancia. Hoy la historia vuelve a reditarse. Fox, beneficiario del cambio, coludido con las mafias que ordeñan a México, hizo retroceder el reloj de la política al impedir la alternancia. Uno podría especular cuál sería el desenlace hacia 2012. La encrucijada tiene parecidos con la del salinismo. En el fondo es muy distinta: Calderón no tiene ni los tamaños ni el aparato de antaño. No se ha legitimado. Su proyecto es endeble. Las circunstancias económicas se tornan sombrías. El partido de derecha tiene dos cabezas: el PRI y el PAN, que hacen cálculos para convertirse en una bipolaridad permanente, lo cual está en chino, como diría aquel. Sin restarle méritos a Cárdenas y a su hazaña de constituir el PRD, el liderazgo de AMLO es más poderoso: tiene grupos en todo el país y hasta hoy un millón de adherentes. Y lo más importante, la corriente en favor del cambio cuenta con el empuje de millones. No es mayoritaria, pero es una fuerza insólita y no podrá ser ignorada. Para 2012, ¿qué salidas serán las posibles? 1) Reorganización autoritaria. PRI, PAN y grupos de interés logran restaurar el presidencialismo lo suficientemente débil para usufructuarlo. Las fechorías quedarán impunes. Si no les queda más remedio, la derecha impondrá contra viento y marea a su candidato en elecciones amañadas. 2) Colapso. El deterioro de la clase política y el crecimiento de inconformidad provocan el hundimiento. El cauce electoral es insuficiente. Las masas desbordan y el régimen se precipita bajo una oleada que pudiera tener tintes violentos. 3) La democracia triunfa. Y la mayoría despierta y supera la enajenación impuesta por los medios electrónicos y las dádivas. Se rencauza la lucha electoral, pero con vigor y vigilancia sin precedentes. Un candidato reformista y su proyecto triunfan. Se inicia la edad moderna en política, economía y sociedad en México. Yo no sé cuál de esos escenarios va a prevalecer. Quizás si se concretaran otros o una combinación. No estoy en favor de un desenlace violento, y me repugnaría la consolidación del PRIAN. Si escribo el libro, probablemente le llamaré La venganza de la democracia, como las películas seriales que nos gustaban en la infancia. Yo creo que va a ganar la democracia y que se va a vengar de los traidores. |
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