México, país de migración
México, país de migración
Olga Pellicer
Proceso
MÉXICO, D.F., 8 de abril.- La editorial Siglo XXI, atenta a mantener a sus lectores informados de grandes temas nacionales, acaba de publicar el libro México, país de migración, una buena compilación de artículos coordinada por Luis Herrera Lasso.
No hay duda sobre la pertinencia de estudiar a México como país de migración. Nuestra situación geográfica nos convierte en un caso único de corrientes migratorias diversas. México, país emisor de trabajadores que van a Estados Unidos; país receptor de trabajadores centroamericanos que llegan por la frontera sur; país de tránsito para cientos de miles de guatemaltecos, hondureños, salvadoreños que, al igual que sus similares mexicanos, quieren alcanzar el “sueño americano”.
Nuestra condición de país de migraciones diversas es un hecho excepcional cuyas consecuencias no se reflejan, sin embargo, en la actividad académica, la política gubernamental o el sentir de la sociedad. Ha corrido mucha tinta sobre los estudios respecto a la migración mexicana a Estados Unidos, pero poca sobre quienes vienen a las fincas cafetaleras o a los servicios en el sur de México, o sobre quienes toman el llamado “tren de la muerte” para llegar a la frontera con EU. Los reportajes televisivos y el cine han contribuido a familiarizarnos con ese fenómeno, amargo y acompañado de enormes tragedias humanas. Allí está la película reciente Sin nombre, que documenta estupendamente la violencia de las pandillas, la corrupción de las autoridades y, en general, el drama que acompaña a los centroamericanos que se encuentran de tránsito a través de la República Mexicana.
El libro mencionado no escapa a la parcialidad. Son allí más numerosos los artículos destinados a analizar, desde diversas perspectivas, la situación actual y las proyecciones de la migración hacia el norte. Es comprensible, porque hay mucha tela de donde cortar: se trata de 11.2 millones de migrantes mexicanos en Estados Unidos, 22 millones si tomamos en cuenta a sus descendientes. En otras palabras, un 10% de la población mexicana vive en Estados Unidos, un 60% de las familias mexicanas tienen alguna relación cercana con esos migrantes, y un alto número de los hogares mexicanos sobreviven gracias a las remesas que llegan del otro lado.
En el libro encontramos análisis muy interesantes sobre el futuro que se vislumbra para ese movimiento migratorio. Contrariamente a lo que algunos piensan, no será un fenómeno permanente. Cierto que la demanda de trabajadores indocumentados que buscan irse a Estados Unidos, dentro de la amplia gama de ocupaciones a que se dedican, se mantendrá constante durante un tiempo indeterminado. Sin embargo, la oferta laboral mexicana tenderá a decrecer, hasta casi desaparecer, hacia 2050, si la economía del país alcanza un promedio aproximado de crecimiento del 3% anual y las tendencias demográficas se mantienen.
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