Cada día más científicos declaran al consumidor de carne culpable de la deforestación, erosión, efecto invernadero y contaminación del agua de nuestro planeta. La respuesta es reveladora El universal
En la actualidad, cada día son más las personas alrededor del mundo interesadas en sanar nuestro dañado ecosistema. Algunos optan por reciclar o por usar productos orgánicos, otros procuran ahorrar energía. Sin embargo, sólo muy pocas personas se atreven a convertirse al vegetarianismo. Pero, ¿qué tanto contribuyen estas personas que renuncian a consumir productos animales? ¿Qué tan importante para el futuro del planeta es cambiar nuestros hábitos alimenticios? Según un reporte realizado en el 2006 por científicos de las Naciones Unidas, la industria ganadera “es uno e los principales responsables de los graves problemas medioambientales de hoy en día”. Por su parte The Union of Concerned Scientists afirmó que eliminar el consumo de productos animales es una de las dos medidas que directamente ayudan al medio ambiente – la otra es conducir un automóvil eficiente en gasolina. Paul McCartney se unió a la causa y argumentó que “si alguien quiere salvar al planeta, todo lo que tiene que hacer es dejar de comer carne”. ¿A qué se debe que cada día más científicos declaren al consumidor de carne culpable de la deforestación, erosión, efecto invernadero y contaminación del agua de nuestro planeta? La respuesta es reveladora. Para comenzar, el actual sistema de granjas industriales es un ávido consumidor de combustibles fosibles y un gran productor de desechos tóxicos. Por ejemplo, en un establo de 37 mil vacas se descargan 25 toneladas de maíz cada hora. Se usan 1.2 galones de petróleo para producir el abono usado en cada media hectárea de maíz. Es decir, se necesitan 4.8 libras de grano, 390 galones de agua y .25 galones de gasolina para producir sólo medio kilo de carne. Cuando se decide sacrificar a una vaca, ésta habrá consumido 284 galones de petróleo. La industria ganadera también ejerce una gran carga en el suministro mundial de agua, ya que se utiliza el 8% del vital líquido que consume el ser humano, en el sector pecuario, el cual es también responsable de la contaminación hidráulica: el ganado produce 130 veces más desechos que la gente, estos desechos contaminan ríos, matan peces y se introducen en el agua potable. Con estos datos es fácil comprender a John Robbin, autor del libro The Food Revolution, quien afirmó que “puedes ahorrar más agua no comiendo una libra de carne que por no bañarte en todo un ano”. La inversión acaba con el plantea La segunda premisa es la pérdida de zonas forestales. Desde el bosque tropical de Brasil hasta los antiguos bosques de China; enteros ecosistemas están siendo destruidos para hacer más espacio a la crianza de ganado. De acuerdo a Greenpeace, animales y vegetación en más de 2.9 millones de acres fueron destruidos entre el 2004-2005 con el propósito de sembrar maíz de engorda para el sector pecuario. Los rebaños provocan al mismo tiempo daños en el suelo a gran escala, con cerca del 20% de los pastizales degradados a causa del sobre pastoreo. Además, se protege al ganado eliminando cualquier animal que puede amenazar esta zona. Según John Robbins, la industria mata tejones, osos negros, linces, coyotes, zorros, pumas, mapaches, puerco espines, entre otros. Por último es necesario tomar en consideración el problema que enfrentan las naciones más pobres del mundo: la falta de alimento. En países en vías de desarrollo, miles de personas mueren diariamente por causa de la desnutrición. Resulta impactante descubrir que alrededor de 1.4 billones de personas podrían ser alimentadas con los granos que son dados al ganado tan solo en los Estados Unidos. El 95% de la producción mundial de soya se utiliza para la crianza de animales. En Reino Unido el 39% del trigo, el 51% de cebada y el 75% de todo su suelo cultivable va destinado para los animales, no para personas. Es necesario analizar y reflexionar sobres nuestras costumbres, los tiempos cambian y los seres humanos debemos estar abiertos a transformar nuestros hábitos, para poder fluir con las necesidades del mundo. Evitar la contaminación, cuidar la salud de la población y detener el innecesario sufrimiento de tantos miles de millones de animales, en fin… Salvar al mundo. No está mal por tan sólo dejar de introducir ciertos alimentos a la boca.
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