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LE NOUVEAU GOUVERNEMENT MEXICAIN EST ENTRE EN GUERRE SAINTE CONTRE SON PROPRE PEUPLE. ARRESTATIONS ARBITRAIRES D'HOMMES POLITIQUES COMME DE SIMPLES PASSANTS QUI AVAIENT LE MALHEUR DE SE TROUVER AU MAUVAIS ENDROIT AU MAUVAIS MOMENT, GENERALISATION DU VIOL DES PRISONNIERES, DE LA TORTURE Y COMPRIS SUR DES ENFANTS DE HUIT A DOUZE ANS , CENSURE DE TOUTE OPPOSITION... LA LUTTE NE FAIT QUE COMMENCER. El nuevo gobierno mexicano a entrado en guerra santa contra su propio pueblo. Imposición, traición, doble discurso, ruptura del pacto social, ningún respeto por los derechos humanos con la consiguiente tortura, prisión, muerte de luchadores sociales e inocentes. Censura y desprecio por la cultura y la educación.... LA LUCHA COMIENZA.

mercredi 11 juillet 2007

Un golpe demoledor a la credibilidad de un gobierno

Rayuela

Es demencial volar los bienes de la nación.
Es un crimen desaparecer a la gente, así sean guerrilleros.
¿En qué país vivimos?

Jornada

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Jornada

Atentados y equívocos

Tras la difusión de un comunicado firmado por la "Comandancia Militar de zona del Ejército Popular Revolucionario" (EPR) y el "Comité Estatal del Partido Democrático Popular Revolucionario" (PDRP) de Guanajuato, en el que esa organización político-militar se adjudica las explosiones registradas el 5 de julio y ayer en gasoductos y oleoductos de Pemex en los estados de Guanajuato y Querétaro, en lo que denomina una "campaña nacional de hostigamiento contra los intereses de la oligarquía y de este gobierno ilegítimo", el Ejecutivo federal, por medio de sendos boletines de la Presidencia de la República y de la Secretaría de Gobernación (SG), reconoció de manera implícita que las afectaciones a la infraestructura de la paraestatal tuvieron un origen intencional e informó que se había ordenado el reforzamiento de la seguridad en las instalaciones estratégicas del país.

Por donde quiera que se le vea, esta secuencia de acontecimientos resulta lamentable y condenable. Sin desconocer el telón de fondo de dramas sociales en el que se inspiran organizaciones como el EPR, los atentados a los ductos de Pemex son repudiables en tanto que actos violentos y violatorios de la legalidad, porque ponen en riesgo la integridad física y los bienes de personas inocentes, porque generan zozobra en las zonas afectadas y porque causan graves inconvenientes en la vida cotidiana de los habitantes y en la economía de vastas regiones.

Más allá de sus efectos inmediatos, estos sabotajes violentos resultan inadmisibles por cuanto impactan de manera negativa en las condiciones de vida de los más desfavorecidos y porque abonan el terreno a las cada vez más desembozadas tendencias autoritarias y represivas presentes en el poder público; en este sentido, el accionar del EPR puede ser fácilmente capitalizable como una coartada y un pretexto para ataques adicionales a las libertades individuales, a los derechos políticos y a las garantías constitucionales, que de por sí se encuentran ya sometidas al acoso de un estilo de gobierno basado en el recurso a la fuerza del Estado.

Desde otro punto de vista, los ataques a los ductos de Pemex atentan contra una empresa que es propiedad de todos los mexicanos, una entidad pública que padece los embates de los afanes privatizadores y que ha sido expuesta a estrategias de devastación y saqueo por parte de las últimas cuatro presidencias neoliberales; la devaluación de la paraestatal y su reducción a chatarra ha sido, precisamente, la estrategia sistemática para forzar su privatización. En esta perspectiva, los atentados eperristas constituyen una manera por demás contradictoria de "hostigar los intereses de la oligarquía"; parecen, por el contrario, estar en sintonía con tales intereses.

Por lo que respecta a las reacciones oficiales a partir de los primeros ataques, el pasado 5 de julio, el balance no puede ser más desastroso. Resulta imposible de creer que la propia dirección de Pemex y los organismos de seguridad pública y de inteligencia del gobierno fueran capaces de confundir atentados perpetrados al parecer con explosivos con "bajas de presión" o "pinchazos" u "ordeñas" efectuados en las líneas como intentos de apropiación ilegal de los combustibles que corren por ellas. El empeño puesto por funcionarios de Pemex y por la coordinadora de Protección Civil de la SG, Laura Gurza, en sostener las versiones de que se había tratado de "accidentes", sólo puede explicarse por una escandalosa y angustiante incapacidad de las autoridades para detectar ataques intencionales, o bien por un inadmisible intento de simulación y ocultamiento de la verdad a la ciudadanía.

El comunicado eperrista representa, en este estricto sentido, un golpe demoledor a la credibilidad de un gobierno que ha hecho de la seguridad su tema casi único, y hasta obsesivo, pero que no es capaz de distinguir entre accidentes y ataques intencionales, o bien que no está dispuesto a informar con veracidad y transparencia a la población.

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